24.

223 25 3
                                    

Mia. 


El aeropuerto está abarrotado de personas, tanto que parece una película de esas donde los protagonistas tienen que navegar entre la multitud para llegar a su destino. Por eso, cuando llego al apartado de seguridad que corresponde a mi salida, me sorprendo de encontrarme a Thomas con una gran sonrisa y un boleto de avión en la mano.

—Te dije que lo haría — es lo primero que dice cuando me acerco a él.

Me rio pero no atino a decir nada porque la señora de seguridad del aeropuerto nos pide que avancemos.

—Pongan sus pertenecías en estas charolas y pasen bajo el sensor, por favor — nos dice una y lo repite a quienes vienen detrás, como un cantico perfectamente memorizado.

Cuando nos regresan nuestras cosas, nos dicen que vayamos por las escaleras hasta la zona de abordar, donde esperaremos a que sea nuestro tiempo de volar.

Thomas se sienta en un cómodo sofá que está a apenas unos metros de distancia de nuestra puerta, pone su equipaje de mano a un lado y me dice que me siente junto a él.

—No creíste que lo haría, ¿cierto?

Me acurruco bajo su brazo y pongo mi cabeza en su pecho.

—Un porcentaje de mí si lo creía, pero era mínimo — le explico y siento como su pecho se mueve por su risa.

—Creí que sería una aventura genial — reconoce y yo me enderezo.

—Pero, además de una aventura, ¿qué es todo esto? — inquiero, mirándolo con suavidad.

—¿Qué quieres decir?

Sus ojos me escudriñan como si de verdad no supiera a lo que me refiero, aunque desde mis zapatos, es claro que quiero saber dónde estamos parados realmente.

—Me refiero a que uno no simplemente cambia su rutina por cualquier persona.

—Y tú no eres cualquier persona, Mía — dice bastante serio.

—Entonces, ¿qué soy?

Se queda callado y escucho como por los altavoces nos dicen que nuestro vuelo es el próximo en la línea de llegadas para abordar, pero que aunque no viene retrasado todavía faltan al menos cuarenta minutos para eso.

—Si quieres saber qué es esto — nos señala a ambos con su índice —. Me parece que es una relación.

Mi corazón late con fuerza y temo que pueda escucharlo, pero aun así me controlo para decirle:

—¿Formal o informal?

—Preferiría formal — dice él —. Nunca he sabido muy bien cómo es eso de compartir — y acto seguido, se acerca hasta mi rostro y me besa.

Mientras sus labios se presionan sobre los míos, mi mente viaja a un pensamiento que he tenido siempre, en todo momento, desde que descubrí mi dinámica para las relaciones.

"A partir de este momento comienza la cuenta".

Y quisiera no preocuparme por ello, quisiera creer que Thomas será la excepción porque nos hemos conocido desde siempre, porque nos hemos gustado toda la vida y porque nuestra unión va más allá de un simple noviazgo. ¡Vamos! Nuestros padres han sido amigos desde muchos años atrás.

Aun así, la sensación de miedo, preocupación, duda y adrenalina, no me abandona.

Y cuando abordamos el avión, cuarenta minutos más tarde, solo pienso en que este viaje juntos sea buena idea y que aun a la distancia, John Maxwell pueda ayudarme a resolver todo esto. 

DOCTOR CORAZÓN | Angie JackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora