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John.


Desde que vi a Mia, mi vida ha mejorado un poco.

Aún sigo quedándome con Mike, pero al menos he podido darle algo de dinero para los recibos. También he podido comprarme algunas cosas que necesito y me he dado el gusto de inscribirme al gimnasio, ya que mi padre también canceló eso.

Por otro lado, me he concentrado en buscar otro trabajo, algo de medio tiempo y he logrado que me contraten como repartidor de pizzas en un negocio local. La paga no es mucha y las propinas varían, pero no esperaba un salario de ejecutivo por mi apellido o mi linda cara, así que no está mal.

Ahora estoy haciendo la tarea con mi uniforme del trabajo puesto, que consiste en pantalón de mezclilla, una camiseta negra con el logo del local y una gorra roja.

Mientras investigo un poco para mi reporte, no puedo evitar tener el Facebook abierto y veo que me han invitado a una fiesta, me debato un poco sobre si debería andar saliendo a fiestas o no, aunque la verdad siento que ya ha pasado una semana desde mi crisis y lo he resuelto muy bien, ¿no? Tal vez me merezco una fiestecilla.

No soy el universitario loco que va de fiesta en fiesta, borracho y alocado, pero me gusta divertirme, además, siempre hay chicas dispuestas a divertirse conmigo y todavía no pierdo el toque. Es decir, tal vez ya no tenga la cuenta de banco repleta de billetes, pero aún tengo mi encanto.

Sigo en Google, sacando respuestas a mis preguntas sobre psicología y de pronto recibo un mensaje de Mia en Facebook.

"¿Cómo es posible que no te pedí tu número de teléfono?"

Lo leo y me río, porque es cierto, jamás se nos ocurrió intercambiar números.

"Yo tampoco a ti, creo que soy un pésimo consultor"

Ella pone muchas caritas que se ríen y me manda su número, yo le respondo con el mío y mi celular vibra antes de que me dé cuenta.

"Ya sé cuándo podría ser nuestra primera consulta"

Me dice que será el viernes, luego de su primera cita con ese chico que tanto le gusta y yo le digo que está bien. Afortunadamente para ella, el viernes solo trabajaré de dos a seis, así que estoy libre para atenderla luego de esa hora. Quedamos para cenar en su casa, lo que me pone de los nervios porque será la primera vez que tengamos consulta y creo que de ello depende un poco que siga contratándome o no. Y aunque al principio dije que me parecía una idea rara, la verdad es que ahora que he podido resolver tanto gracias a su paga, no me gustaría perderla.

Después de hacer mi tarea me pongo a escribir preguntas que podría hacerle, todas basándome en la idea de conocerla mejor para entenderla mejor y encontrar el problema de sus relaciones.

También vago mucho en la idea de armar una especie de oficina, aunque es solo ensoñación, ya que ni loco tengo dinero para montar algo. 

DOCTOR CORAZÓN | Angie JackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora