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Mia. 


Han pasado tres semanas desde la parrillada en casa de mis padres.

Aquel día fue una velada incomoda, porque estaba dividida entre el chico que me gusta, Frank con sus miradas acusadoras y John, con quien pasé la vergüenza de la noche luego de que mi padre Joe preguntara desde cuando salíamos. No encontraba la manera de sobrellevar aquello, hasta que Charlie apareció. Como Charlie no conoce a John, decidí presentarlos y se cayeron bien de inmediato, algo que hubiera sido imposible con los otros dos, porque Frank no soporta a mi mejor amigo y Charlie no soporta a Thomas.

¿Y luego se atreven a decir que las mujeres somos las difíciles?

Afortunadamente, el resto de la noche pude deslindarme un poco de mi invitado estrella y concentrarme mucho más en Thomas, con quien he salido casi todos los días desde aquella ocasión. Lo cierto es que no siempre salimos, porque a veces voy a su casa o él viene a la mía y solo nos limitamos a ver películas o cenar juntos, pero ha ido progresando. Por ejemplo, ahora sé que a Thomas le gusto tanto como él a mí, e incluso hemos conversado sobre cómo sería formalizar una relación. Sin embargo, el contra más grande que se nos atraviesa, es mi gira de libro.

Hoy es el día de la publicación de mi libro y he estado sumamente ocupada con generar contenido, presencia y expectativa a través de mis redes sociales. También estoy atestada de trabajo de computadora como correos, agendas y el inicio de un nuevo manuscrito, todo como parte de un plan que proyecté hace algún tiempo de cosas que tenían que estar hechas antes de que iniciara mi gira.

Esta noche, cenaré con mis padres y Thomas para celebrar que mi libro estará en todas las librerías del continente, así como para despedirnos, pues no volveré a verlos hasta dentro de dos meses, mismos que estaré viajando a partir de mañana.

Tengo los sentimientos tan encontrados, que ni siquiera sé si seré capaz de probar bocado, pero mis padres han reservado en mi restaurante italiano favorito y yo no pude negarme o cambiar los planes, así que cuando se llega la hora, me dispongo a arreglarme.

Escucho que la puerta suena y le doy el pase a Frank, quien ha estado mucho menos pesado conmigo, principalmente porque ahora que estoy saliendo tanto con Thomas, he dejado de frecuentar tanto a John, pues por fin nos hemos limitado a una sesión semanal para hablar de cómo progresan las cosas.

—Sé que mañana vas a irte súper temprano y sabes que odio las despedidas, además, no te vas para siempre — empieza a decir, yo le echo un vistazo por el espejo, está parado en el umbral de la puerta con ambas manos a la espalda —. Pero aun así, he querido venir a darte algo que te servirá en el viaje y a decirte que te voy a extrañar, aunque creo que eso está más que claro.

Me giro con una sonrisa entre mis labios para ver como trae en las la caja de un cojín para vuelo, no se ha molestado en envolverlo, pero eso no me importa porque no dejo de pensar en lo genial y oportuno que es su regalo.

—¡Oh por dios! ¡Me encanta! — digo caminando hacia él, para abrazarlo y tomar mi regalo —. Yo también voy a extrañarte un montón — le digo con sinceridad.

—¿Es buen momento para preguntar si puedo dar fiestas los fines de semana? — bromea, porque Frank es cero fiestero y también porque sería incapaz.

—Las fiestas están terminantemente prohibidas y, por favor, ponle agua a las plantas — le pido, aunque sé que es mucho más probable que yo olvide algo así.

Frank asiente, me mira abrir la caja del cojín y probarlo. Luego se marcha para que termine de arreglarme, cosa que hago porque se me está haciendo tarde.

La cena transcurre entre alegría y pesar. Mis padres son súper sentimentales y siempre que esto ocurre, les cuesta concebir que durante dos meses no estaré en casa. Siempre me dan todos los consejos habidos y por haber sobre cómo es más seguro viajar, también sobre cosas que puedo hacer en los hoteles y sobre cómo cuidarme de las grandes multitudes. Al final, me despido de ellos con unas lágrimas rebeldes que se me salen de último momento y les prometo hacer video llamada en casa momento que pueda.

Thomas me acompaña a mi auto, con un brazo por encima de mis hombros.

—Siempre lo paso fenomenal con tus padres — me dice con una sonrisa genuina.

—Y yo con tus madres.

—Y créeme que igual que ellos, pienso mucho en que te voy a extrañar — hace un ligero puchero y yo me giro a verlo.

—Serán dos meses que se pasarán volando — lo consuelo.

—Lo sé, pero aun así es demasiado. Si tan solo pudiera seguirte — comenta como pensándolo.

—Yo no me opondría a eso — alzo los hombros.

—Tal vez lo haga — susurra y besa mi frente.

Me quedo ahí, aspirando el aroma de su perfume, sintiéndome cómoda y cálida. Pensando en si él realmente sería capaz de acompañarme a una gira, especialmente porque no es todo diversión y viajes, también está el cansancio y el cambio de planes.

—Solo serán dos meses — repito y él se retira, asiente y me hace subir al auto.

Me da un suave beso en los labios cuando ya estoy sentada tras el volante y acaricia mi mejilla con el dorso de su mano.

—Voy a revisar los vuelos esta noche — me hace saber, bastante serio.

—¿Qué? ¿Lo dices en serio? ¿De verdad irías conmigo?

Asiente.

—Claro que lo haría. 


Ese Thomas no va a dejar ir a Mía tan fácil. ¿Qué opinan?  

¡Doble actualización porque me quedé sin internet y no actualizo hace mucho! 

DOCTOR CORAZÓN | Angie JackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora