Año 2034, la brecha fue cerrada;
los Kaijus derrotados y la humanidad salvada una vez más.
O eso pensabamos.
Contiene spoilers.
Contiene ligeros cambios respecto a la nueva película, todo con intención de adaptarlo a esto.
— ¿Es que te has vuelto loca?— me riñe Liwen una vez nos volvemos a subir al coche que nos llevará de camino al hotel.
— ¿Lo estas afirmando o preguntando?—
— Podrías habernos jodido, podrías haber acabado con Zero. —
— Para nada. Lo peor que podría haber pasado por no aceptar es que se acabase el mundo pero ahora nuestra empresa sigue en pie, tú tienes un acuerdo de un sueldo de más de un millón y el mundo se va a salvar. Todos contentos. —
— Has tenido mucha suerte Jolinar. —
Ojala fuese eso. Ojalá haber firmado ese contrato por propia voluntad. Una vez de vuelta al hotel, Liwen decide aprovechar su último tiempo libre en conocer un poco de la ciudad, yo en cambio paso toda la tarde encerrada haciendo búsqueda de todos los viejos pilotos y mejores técnicos de Pan Pacific. Sin duda no puedo hacer esto sola.
A los técnicos y a la gran mayoría de pilotos les mando un mensaje, desgraciadamente hay otros donde mi petición solo puede ser en persona. Esto es una completa mierda. Ya bien entrada la noche comienzo mi viaje y mi primera parada es España.
Gottlieb, tras su despido, no pudo quedarse ocioso por lo que fue a España para trabajar en una universidad dando clases de física y biología kaiju.
Todos los chicos parecen absortos en su explicación del universo pues lo cuenta con tanta énfasis que apenas se dan cuenta de que ha finalizado la hora hasta que el propio Gottlieb mira su reloj y con una sonrisa acaba la clase. Permanezco en mi sitio mientras todos salen.
— Señorita si tiene alguna duda gustosamente se la aclarare en la hora de tutoría libre correspondiente a estar tarde. — habla mientras arregla unos papeles.
— Ya estoy algo mayor para venir a clase Hermann. —
Entonces levanta la vista y por un momento como si de un fantasma me tratase, abre los ojos como platos para seguidamente echarse a reír.
— ¡Jolinar!— grita con alegría mientras se acerca lo más rápido que puede y le permite su bastón. — Cuanto tiempo. —
— Demasiado. — respondo abrazándole.
— ¿Qué haces tú por aquí?—
— He venido a buscarte. Necesito tu ayuda. —
— ¿Que has hecho?—
Me echo a reír. Tranquilamente le pongo al día.
Mi siguiente y última parada es en Estados Unidos. Primero California en busca del que si se ha tomado muy en serio la jubilación.
En la baja California se encuentran los lugares abandonados, allí donde los kaijus pasaron pero el estado nunca volvió a reconstruir. Allí es donde están ellos. Hace un par de años estas calles estaban completamente abandonadas pero ahora a partir de ese abandono, gente que lo perdió todo ha comenzado a vivir ahí y sin duda son las casas más bonitas que he llegado a ver.
En la calle suele haber mercados, tiendas y sin duda ladrones. Pues tiene que haber de todo en la baja California.
Una vez la noche a caído ando entre la oscuridad para meterme al garito de fiesta; la música retumba y todos bailan como si fuera la discoteca de moda de la ciudad.
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