─ O1. CIUDADES

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   «"Bienvenidos" fue lo primero que había escrito el hombre de lentes, quien quería el ridículo apodo de "El Profesor".

La pelinegra se cruzo de piernas, logrando que su vestido Calvin Klein, modelo Clueless en color rojo, se subiera ligeramente pero ella enseguida tiro de la tela. Aunque eso no servía demasiado teniendo en cuenta que ya de por sí el vestido era corto.

Se sentía incomoda en esos asientos de instituto de madera dura molestado su trasero. Sin contar el también silencio incomodo que había. »¿Cuándo terminara está infernal clase?« pensó con diversión, ese era los típicos pensamientos que tenía en horas de clase.

La madera crujió debajo de los pies del Profesor a medida que caminaba por la habitación.

Os doy la bienvenida. Y... las gracias por aceptar esta... oferta de trabajo.

La particular risa del pelinegro de ojos azules, y la suya, se escucharon en cada rincón de la habitación.

»¿Quién dice "oferta de trabajo" para referirse a un atraco?« pensó ella, una sonrisa se asomaba en sus labios rojos. Pudo ver como el Profesor subía sus lentes del puente de la nariz, siendo innecesario, lo leyó como un gesto nervioso.

»Viviremos aquí, alejados del mundanal ruido. Cinco meses, los cinco meses que pasaremos estudiando como dar el golpe —»genial, como si ya no tuve suficiente con el instituto«, ella frunce el ceño.

¿Cómo qué cinco meses? ¿Estamos locos o qué? —pregunta el mayor, quien ya había sido bautizado por la pelinegra como "el padre del grupo".

Mira, la gente pasa años estudiando para tener un sueldo, un sueldo que, en el mejor de los casos, no deja de ser un sueldo de mierda. ¿Qué son cinco meses? —»son ansiedad que alimentan mi cleptomanía hasta reventar, ¿no te jode?«. Parecía que todos los demás estaban de acuerdo con lo que el Profesor dijo, menos ella pero no musita nada. —Yo llevo pensando esto... mucho más tiempo —se encoje de hombros —para no volver a trabajar en mi vida. Ni para que vosotros ni vuestros... hijos —ella rodó los ojos, ¿ese es su lema, su lema para convencerlos? No tenía un problema con trabajar, lo habría hecho, de no ser por la gravedad de su enfermedad.

»Bien —dijo mientras dejaba de estar recargado en el escritorio y lo rodeaba, dirigiéndose a la pizarra. —De momento no os conocéis y quiero que siga siendo así —la de vestido rojo tosió falsamente, el Profesor se giro. —Excepto por Victoria, todos conocemos a Victoria Glanzelius —la mencionada sonrió orgullosa. —Pero el resto no os conocéis, y es por eso que no quiero nada de nombres, ni de preguntas personales, ni, por supuesto, relaciones personales —dijo anotando. ¿Realmente creía que estos hombres se iban a aguantar cinco meses sin tocar a nadie? —Quiero que cada uno elija un nombre, algo sencillo. Pueden ser números, planetas.

ROBIN HOOD'S PLAN, la casa de papel¹ ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora