─ OO. JOYERÍA ADECUADA

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   «La puerta del local se abrió, emitiendo un tintineo debido a la campana que tenía. El cabello rojo, de corte recto a media espalda y con flequillo, se balanceo a medida de que entraba al lugar y su flequillo se desordenó un poco pero ella no le dio importancia.

Sus tacones Jimmy Choo, en el modelo "Kalpa", sonaban firmemente contra el suelo de cerámica. Su vestido plisado de satén floral de Givenchy se balanceaba con la suave brisa que provocaba su caminar. Sus grandes gafas de Ricky Sarkany cubrían sus ojos oscuros y le daban un aspecto misterioso.

La cafetería estaba relativamente vacía, las pocas personas que habían estaban muy dispersadas entre el lugar. La joven decidió sentarse, al igual de todos, apartada y con una gran distancia entre los demás. Tan pronto como su trasero se apoyó en su asiento una mesera, sin mucho entusiasmo, se acerca a tomar su pedido.

Buenos días, ¿qué le puedo servir? —preguntó monótonamente mientras sostenía con firmeza su libreta y un lápiz negro.

—Té con leche y biscuits, por favor —la mujer frunce el ceño ante su pedido tan particular pero asiente, anota y se retira.

La puerta volvió a emitir el tintineo, alguien había entrado. Ella no le presta atención, estaba más concentrada en que no la notaran, aunque dudaba de que eso fuera a pasar. Su vista estaba clavada en el exterior, mirando minuciosamente la joyería Cartier la cual planeaba robar mañana.

Quinientos mil euros era un número razonable para la extranjera, se había arriesgado por menores cantidades.

Sus pensamientos sobre como entraría al lugar se ven interrumpidos cuando alguien se sienta en el otro lado de la mesa. Debido a sus lentes su ceño fruncido no es visible pero sus labios rojos y fruncidos sí.

Mira con mucha determinación al hombre, tenía lentes, sus ojos castaños estaba ocultos detrás de ellos, y una barba ligera, su cabello era negro y su tez era canela. Estaba vestido formalmente, con americana e incluso corbata.

Aquí tiene —murmura la mesera, dejando una taza de té y un plato con las galletas que ella pido. -¿Le sirvo algo, señor?

No, estoy bien. Gracias —su acento era español, difícil de no detectar. La mujer asiente y se retira.

La pelirrojo toma con rapidez la taza y la atrae a su boca, mientras su pie se levanta y su tacón se calva en la ingle del hombre. Él se remueve pero no da señales de querer delatarla o detenerla. Eso la deja un tanto confusa.

Interrumpes mi hora del té —mira con curiosidad al hombre. —No eres policía, ellos no se dejarían hacer lo que te hago pero tampoco eres un civil cualquiera porque ya estarías haciendo un escándalo —su pie baja y se inclina sobre la mesa. —¿Quién eres entonces?

Yo... Quiero proponerle una... Oferta de trabajo —ella alza una ceja.

Preguntare esto una vez más, y será la última. ¿Quién eres tú? —ella tomó una galleta y le da un mordisco.

Puede llamarme Profesor, señorita Glanzelius —el mira de reojo a la calle. —¿No cree que arriesga demasiado por solo quinientos mil euros? —ella suspira.

Muy bien, eres ladrón con apodo estúpido —rueda los ojos. —¿No crees que tu pregunta es estúpida debido a que conoces mi modus operandi?

No soy ladrón —él ladea la cabeza. —Soy alguien que planea robos.

Oh, ¿la mente criminal? —asiente. —¿Y lo llamas "oferta de trabajo"?

Te dedicas a esto, ¿no? —ahora ella asiente silenciosamente. —Entonces es tu trabajo.

Me vacilas demasiado. ¿Qué quieres ofrecerme?

Buscó a gente que no tenga nada que perder. Pero también necesita la experiencias y usted en la mejor atracadora de Europa —la joven suelta una risa.

¿Mejor? ¿Siquiera está bien referirse a lo que hago como la "mejor"? —dice con sarcasmo.

Quiero su consejo —habla, ignorando sus múltiples insinuaciones. —Quiero hacer... El atraco más grande de la historia, y necesito el consejo de alguien que conoce muy bien el ambiente. Robar, tener rehenes, soportar a la policía, elegir a los atracadores, incluso sobre la cárcel. Y usted es mi mejor opción.

¿Por qué debería aceptar? —cuestionó dándole otro sorbo al humeante té.

Porque usted es cleptómana, pero también tiene un ego que crecerá enormemente cuando es su registro muy largo sea agregado "el robo más grande de la historia" —la joven suelta una risa.

¿Cuánto tiempo me estudiaste para saber todo eso? —El hombre vacila un poco.

Dos semanas —ella hace una mueca.

Tardaste demasiado —murmuró un poco decepcionada. —Pero tienes razón, y eso me agrada. Cuéntame más —lo mira con atención y pone sus manos debajo de su barbilla.

Prefiero continuar en otro lugar —dice mirando cautelosamente a los alrededores. —¿Le parece vernos mañana?

¿Mañana empezaremos? —él asiente. —Entonces debo hacer algo —musita poniéndose de pie, saca de su bolsillo unos cuantos billetes y los lanza sobre la mesa. Ella comienza a caminar hacia la salida.

¿A dónde vas? —preguntó confundido mientras se gira sobre su asiento para verla.

Debo... Adquirir la joyería adecuada para poder ir presentable mi nuevo trabajo —le giña un ojo y sale de la cafetería.

Su peluca se despeina por el viento entretanto cruza la calle en dirección a un local específico. Nuevamente, no le da importancia, su entusiasmo por entrar y robar la gran joyería era mucho mayor, facilitando ignorar banalidades.

El hombre no lo sabía pero mientras hablaban ella planeo mil formas de robar a ese local y ahora iba a poner en práctica uno de sus planes, el que más se ajuste a la situación según se reproduzca.

Pero lo que ella no sabía es que ese sería su último "gran" atraco en un largo tiempo, muy largo. Eso le paso por ser tan arriesgada y no asegurar el camino que insinuaba tomar.

Tarde para arrepentirse, ¿no?»

 

 

 

 

 

 

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ROBIN HOOD'S PLAN, la casa de papel¹ ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora