─ O4. COMO SI FUERA UNA PUTA REINA

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   Una vez que el ganado estuviera todo junto, Río, Denver y Berlín se quitaron las caretas, el último se la extendió al de ojos claros.

El sonido del llanto era lo único que llenaba el ambiente, y comenzaba a ser un poco desesperante.

Milán rodea a Alison y se acerca dando pequeños saltitos al castaño oscuro. Una vez a su lado, toma su brazo y lo enreda con el suyo.

—Berlín, recuerdas el plan, ¿cierto? —pregunta en un murmura mientras el mayor rueda los ojos. —Te comportas amable y simpático, ¿de acuerdo? —nuevamente él no responde verbalmente pero asiente de mala gana.

Ella lo tomó como que el de ojos coñac le haría caso, entonces se aleja, permitiendo que este empezase.

—Lo primero… buenos días —»bueno, algo es algo« pensó la azabache. —Soy la persona que está al mando. Y, antes que nada, quiero… presentarles mis disculpas —Milán vio como Denver y Río comenzaban a tomar los móviles con los PIN. —Realmente, no son formas de terminar la semana —ella suspiró, su tono “amable” parecía más bien sarcástico, y eso no ayudaba, pero no podía pedir demasiado de alguien como Berlín. —Pero ustedes están aquí en calidad de rehenes —la de ojos oscuros golpeo sonoramente su frente, pensando que cada vez iba peor. —Si obedecen, les garantizo que saldrán con vida.

Milán dio un salto y se acerco rápidamente a Berlín, lo tomo nuevamente del brazo, deteniendo su andar entre los rehenes. 

A penas y comenzó esto, y ya Berlín rompió una de las reglas, usar la palabra “vida”, tampoco se podía usar “muerte” o alguna variante. Ella se había cansado de decirle al Profesor que era mala idea que el líder del atraco diera el primer discurso, porque sabía que por la gran falta de simpatía, terminaría alterando a la gente.

—Ya cállate, estás propagando el miedo —él se encoje de hombros, haciendo una mueca de inocencia. —Compórtate —ordena antes de acercarse a Denver y Río.

—Móvil —ordena el de ojos claros, Milán le da un pequeño golpe en el brazo, él la mira y luego rueda los ojos. —Por favor —ella sonríe satisfecha. Aunque no duro mucho cuando ve de reojo a Berlín.

»¿Está ligando con una rehén, en serio?« arqueo una ceja pero no dijo nada. Decidió ignorarlo.

O provocarlo.

—¿Para qué necesita el PIN? —su atención vuelve a los otros dos y el rehén.

—O me das el puñetero PIN o… —Milán tapa la boca de Denver antes de que termine.

ROBIN HOOD'S PLAN, la casa de papel¹ ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora