2 de agosto

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«Crossover»




Japón es un país poseedor de gran tecnología. Ellos manejan muy bien sus tiempos y trabajan arduamente para alcanzar más.

Incluso Kirishima, quien es delivery en un local de pizza.

No gana realmente mucho con su empleo, pero si lo suficiente como para mantenerse en pie.

Claro, al vivir en Japón, algunos no pueden evitar que se contagien ciertas características del lugar.

La ambición.

Kirishima no es ambicioso, no es como Japón.

Pero Kirishima tampoco es inteligente, así que el país lo desecha, no lo considera un escalón en ascenso, si no que en descenso.

- ¿Viste las noticias ayer? Eso de los escombros alienígenas -preguntó Midoriya, compañero Delivery, quien aprovechó el par de segundos que tenían libres para interactuar con el teñido

- Si, lo ví -asintió Eijiro, suspirando con emoción- Es genial -agregó

Pero Izuku negó: - Es aterrador -contestó

Y ambos se tuvieron que despedir, pues una nueva orden les llegó.

Japón, en medio de su ambición, recolectó y experimentó con escombros del espacio. Ya sea suelo, rocas o masas.

Masas que parecían tener vida...

Kirishima sentía mucha curiosidad por lo que pasará detrás de toda esa capa de misterio que tenía su país, sin embargo, desde su posición, le era imposible saber más de lo que las noticias revelarán.

Bufó, poniéndose su casco y comenzando a conducir a su destino.









Estacionó su motocicleta y reviso el número de la casa frente a él. Era, efectivamente, la indicada, sin embargo, no pudo avanzar más que un par de pasos en esa dirección, pues algo llamo su atención.

Era una niña. La niña estaba sola.

Kirishima miro preocupado la situación, ya era demaciado tarde como para que una pequeña estuviese sola en la oscuridad.

Decidió que lo correcto era acercarse y asegurarse de que estuviera bien.
Dejo la pizza sobre su moto y caminó.

Los ojos oscuros de la chica no se despertaban de él, lo que lo llevó a pensar que quizá le tenía miedo.

Así que se acercó intentando parecer inofensivo.

- Hola, linda ¿Tus padres no están por aquí? -preguntó, tocando el cabello castaño de la niña

Cosa que, de inmediato, le envío una fuerte descarga eléctrica que lo hizo estremecer.

Apartó la mano de el cabello ajeno, pero, para ese entonces, una sustancia negra, viscosa, se apoderó de su brazo.
La cosa subió hasta su hombro, metiéndose por su nariz y orejas, hasta que Kirishima solo pudo sentir que su cerebro se revolvía.

Se desmayó.









Despertó en el mismo lugar.

Aún estaba oscuro, pero la chica había desaparecido.
Su moto y la pizza aún estaban ahí, pero él no sentía que pudiese ponerse en pie para manejarla.

KiriBaku Month 2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora