19 de agosto

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«Prom»







- ¿A dónde lo llevo, mi Lord? -preguntó cortésmente el pelirojo, extendiéndose una mano a Bakugou, ayudándolo a subir a su carruaje

- Solo soy yo, Kirishima. Puedes dejar de lado las formalidades -bufó Katsuki, mirando de reojo a su chófer, aceptando de todos modos su mano

Eijiro asintió: - Como ordene, Bakugou -contestó, sonriendo al escuchar un leve gruñido salir de la garganta de su príncipe

- Si que te gusta joderme -murmuro este, cruzando sus brazos sobre su pecho una vez se sentó en los cómodos asientos traseros, ubicándose cercano a la "ventana" que le permitía ver el paisaje y a su chofer

Eijiro río, acomodándose en su sitio y tomando las riendas de los caballos.

- Entonces -agrego, volteando su rostro permitiéndose observar desde cerca a Bakugou- ¿A dónde te llevo? -preguntó, mirando los pálidos labios de Bakugou sonreír de medio lado

- Tú solo conduce -ordenó

Y Kirishima acató, paseando a Katsuki por los extensos prados que poseía el castillo.

De vez en cuando Bakugou le pedía que se detuviera, conversando un poco con él sobre anécdotas de su día y de su vida.

Sin embargo, Katsuki no podía evitar envidiar un poco al pelirojo.

Él tenía la libertad de irse si así lo deseaba, sin embargo, él debía mantenerse ahí para siempre. Ahora como príncipe y luego como rey.

- Kirishima -llamó Bakugou, interrumpiendo al pelirojo mientras contaba algo acerca de uno de los guardias

- ¿Si? -preguntó, esperando a que Katsuki hablara, ya que se había quedado extrañamente inclinado, como pensando en algo

- ¿Por qué sigues aquí? -preguntó

Eijiro se vio confundido ante su pregunta, pero de todos modos decidió responder con la verdad.

- Porque juré lealtad a su majestad -contestó y Bakugou asintió

Al parecer Kirishima no era tan libre como él pensaba...


















El paseo acabo cerca de la madrugada, ahora ambos estaban recostados en el techo de la carroza, observando las estrellas.

Katsuki, siendo menor que Eijiro, sabía mucho más de las constelaciones que él. Claro que eso era obvio, después de todo Bakugou era el príncipe, debía ser educado para saber un poco de todas las ramas.

Eijiro suspiro, viendo salir de su boca nubes de vapor.

Hacía frío.

- ¿No tienes frío? -le preguntó a Bakugou, quien negó, apoyando su cuerpo junto al de Kirishima, indicándole a este que quería que abrazara sus hombros

- Tu cuerpo es grande, me cubre por completo -comento el rubio, sonriéndole con malicia al avergonzado pelirojo

Eijiro aveces se sentía un poco avergonzando de que el príncipe coqueteara con él, sin embargo, trataba de dejarlo pasar, pues sabía que Bakugou aún no sabía lo que realmente quería.

No debía involucrarse demaciado.

- Supongo que es por los trabajos pesados -explicó, sintiendo la cabeza de Bakugou frotarse a su costado

Estaba asintiendo, de acuerdo con lo que el decía.

- Oye... Ya que mis padres no están, ¿No te gustaría dormir en el castillo? -preguntó Bakugou, sin mirar al pelirojo, avergonzado por qué tan comprometedora pudo sonar su propuesta- Hace bastante frío y creo que ese granero de mierda en el que duermes no te cubre mucho -agrego, explicando su Punto de vista al mayor

Eijiro no dudo, respondió un rápido "No te preocupes, no me pasará nada", sin embargo, a Bakugou eso no le gustó.

- ¿Qué pasa? ¿Te da miedo? -preguntó, sonando bastante brusco según Eijiro

- Claro que no, pero no creo que sea correcto -agrego, tratando de no mirara a Bakugou

Pero este nuevamente ganó.

Se subió sobre el sorprendido cuerpo de Eijiro y lo presionó con su fiera mirada, exigiéndole una excusa mejor.

- ¿Qué es lo que te molesta? -preguntó Katsukiz mirando fijamente los ojos ajenos

Kirishima negó, sonriendo con temor: - No es eso, simplemente prefiero dormir en mí granero, mi viejo, pero cómodo, granero -se excuso

Y, para su mala suerte, Bakugou lo notó. Por lo que, con una mirada más seria de lo normal, se quitó de encima del pelirojo y bajo, colocándose nuevamente en el interior de la carroza.

Kirishima supo que Bakugou ya quería volver, así que se acomodó en su lugar y condujo hasta la entrada del castillo, en la cual Katsuki se bajó y, sin despedirse, entró.

Eijiro suspiro, pasando una mano por su cabello con frustración.

Bakugou se veía realmente muy dolido por su rechazo.

Mientras que él se lamaentaba el hecho de que cada vez se le hacía más difícil decirle que no.

En algún Punto deberían de terminar sus paseos.

KiriBaku Month 2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora