8 de agosto

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«Magic»









¡Brujo! ¡Mago! ¡Hechicero!

Aquellas palabras eran arrojadas con desprecio hacia Bakugou, quien era un adolescente de apenas 15 años, quien, bajo un acto de "magia" presentó una extraña y peligrosa particularidad.

Por lo que, su pueblo, decidió que lo mejor era exterminarlo, acabando con la hechicería del mocoso.

- ¡Nos destruirá a todos! -

Aquel era el temor más gritado por la gente. Y era comprensible, pues aquellas fuertes explosiones que salían de las palmas ajenas no prometían nada bueno para el pueblo, de hecho, no prometían nada bueno para nadie.

Excepto para Kirishima.

El azabache, al oír los rumores sobre el chico rubio, no pudo evitar emocionarse.

Aquello podría ayudarlo a salir de ese pueblo discriminador, el cual lo había tachado de bestia luego de ver los filados dientes que decoraban su boca.

Ahora era obligado a hacer el trabajo pesado y desagradable que nadie quería tener que hacer, después de todo, era un mounstro, un bestia.













Katsuki estaba amarrado, inmovilizado contra un tronco de árbol.
Sus manos estaban atadas con fuertes cadenas, las cuales no podía hacer estallar.

- ¡Quemenlo! -gritaba el pueblo, siendo espectador de lo que estaba por ocurrirle a un joven de los suyos, quien había sido tachado de mago, de amenaza

Bakugou no detuvo sus forcejeos, moviéndose bruscamente para intentar soltar las cadenas.

Sus manos haciendo pequeñas explosiones involuntarias debido al nerviosismo, escuchando fuertes pisadas correr en su dirección.

No podía asegurar que al morir al menos "vivió bien", porque en realidad nunca pudo saber lo que era ser feliz, tampoco logró sentir jamás aquello que llaman amor, ni tampoco logro tener una familia que lo esperara en casa.

Su vida aún ni siquiera empezaba y ya iba a perderla.

Que triste se sentía darse cuenta de ello en estos momentos...

- ¡Cuidado! -

Aquel grito hizo que Bakugou elevará la vista con resignación, moriría con la cabeza en alto, sin vergüenza de lo que él era.

Sin embargo, distinto de lo que pensó encontrar al hacer esto (una antorcha quemando el trigo seco a su alrededor), se topó con un extraño sujeto que golpeaba y empujaba a los pobladores que estaban cerca de él.

- ¡El mounstro se está revelando! -grito aterrada una mujer, señalando al sujeto de dientes afilados, quien se dirigía velozmente hacia el rubio, colocándose detrás de él y tirando con fuerza las cadenas

Bakugou sintió sus brazos ser apretados y jaloneados con brusquedad, quejándose silenciosamente por el mal trato, sin embargo, al cabo de solo un par de segundos se vio liberado de toda atadura.

El azabache lo levantó, corriendo hacia la profundidad del bosque con él en su hombro, escuchando la turba furiosa gritar y correr intentando alcanzarlos.

Pero el de dientes afilados era rápido y consiguió perder al pueblo con facilidad, trepando hábilmente un árbol en el cual podría descansar.

- ¿Quién diablos eres? -preguntó Bakugou, sin saber si debería estar agradecido con el musculoso chico, quien le había salvado Desu cruel destino

El azabache se volteó a verlo y le sonrió, dejando en evidencia sus peculiares dientes afilados, los cuales aliviaron levemente al cenizo.

Ambos era extraños.

- Mi nombre es Kirishima Eijiro -se presentó el sujeto, mirando ahora un punto invisible en el cielo- y te quiero proponer un trato -agrego

Katsuki escucho atento lo que el pelinegro le decía, analizando sus palabras y tono, intentando buscar dobles intenciones en su "plan de escape", pero no había, Eijiro era sincero.

- Está bien... Te ayudaré -accedió, asintiendo y mirando fijamente los dientes ajenos

Cierta parte de si agradecía no ser el único "mounstro", pero también había algunas cosas que le inquietaban de eso.

¿Qué pasaba si había alguien más? Que los intentara atacar... Que fuera más fuerte que ellos.

Katsuki había decidido que aprovecharía la segunda oportunidad que el pelinegro le estaba brindando, pero necesitaba ser más fuerte, solo así podría garantizar su propia seguridad.

Y, obviamente, la de su nuevo compañero.

- ¿Cómo bajaremos de aquí? -preguntó repentinamente Katsuki, pero Eijiro simplemente sonrió confiado

- Dejamelo a mí -dijo, guiñando un ojo con complicidad hacia Bakugou, quien rodo los suyos, esperando que, realmente, Kirishima supiera lo que hacía





















El día esperado llegó, ambos "anormales" escaparian para poder tener un futuro, para tener un mañana asegurado.

Se irían del pueblo, cruzarían los montes, las barreras.

Y lo harían juntos, apoyándose.

- ¿Escuchas los gritos? -preguntó Kirishima, mirando ligeramente hacia atrás, sin detener su carrera

Katsuki asintió, continuando en silencio.

El plan era ser silenciosos, pero fue inevitable que algunos escucharán los estallidos provocados por las palmas del rubio.

Sus pasos eran apresurados, teniendo de fondo los gritos furiosos de algunos pueblerinos, persiguiendo los con espadas y antorchas.

Pero Katsuki había mejorado mucho su resistencia en el poco tiempo que había pasado con el azabache planeando su escape.

- ¡Katsuki! -llamó Eijiro, señalando la gran muralla de piedra gente de ello

Bakugou asintió, sonriendo ampliamente, en parte nervioso por lo que estaba a punto de hacer.

Pero confiaba en su singularidad, confiaba en él mismo, confiaba en la fe que Eijiro tenía en él.

Porque ahora lo veía mejor, luego de ver que su singularidad era en realidad una virtud, logró hayar la paz, la felicidad.

Era feliz siendo quien era.

- ¡Tu puedes! -

Era feliz con Eijiro a su lado.

- ¡Lo sé! -exclamó

Y luego solo se escuchó el ruido ensordecedor de la explosión.
Fue solo una, pero fue enorme, gigantesca, aterradora.

Los pueblerinos se detuvieron antes de lograr ver al mago que hizo aquel hechizo contra su muralla, rompiendo su defensa, tirándola, escapando.

Aquel día escaparon el mounstro y el mago.

Un par de raros.

KiriBaku Month 2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora