4 de agosto

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«Training»




Kirishima tenía una reciente suscripción en un nuevo gimnasio.
El lugar estaba relativamente cerca de su apartamento, además de que tenía unos horarios bastante amplios que se podían acomodar a sus horarios.

Al llegar dejó su mochila en el casillero que le correspondía, quitándose su poleron y dejándolo ahí también.

Estaba emocionado, aquel gimnasio tenía mucho espacio y unas máquinas y equipos que se notaban nuevos.
Seguramente se la pasaría bien allí.

- Tú eres el nuevo, ¿no? -preguntó un peliplateado, sentándose a un lado del pelirojo, quien no había hecho un calentamiento como tal, pues había corrido una distancia considerable desde su hogar hasta el lugar

- Si, Kirishima Eijiro -se presentó, estirando su mano y apretando la ajena con entusiasmo

Primer día y ya estaba haciendo amigos.

- Tetsutetsu -dijo con simpleza el peliplateado

Y así, ambos chicos comenzaron una pequeña rutina de pesas, seguido de un poco de box para finalmente dirigirse a las duchas.

El platinado era hijo del dueño del lugar, por lo que siempre se preocupaba de ayudar a los nuevos a encontrar lo que necesitaban, también los motivaba cuando podía y, aveces, hasta ejercitaba con ellos. Como acababa de hacer con el pelirojo.

- El lugar es realmente genial -halago Kirishima- Es incluso mejor que ese viejo gimnasio que está junto al colegio -agrego, sonriendo al escuchar la risa sincera de Tetsutetsu

- ¿Volverás mañana entonces? -preguntó

Pero Eijiro negó, explicando los días y horas en las que estaría presente.

- No te preocupes, hombre, nos vemos el fin de semana -asintió el platinado, levantando su pulgar positivamente al teñido

Kirishima sonrió de nuevo, se despidió de su nuevo amigo y emprendió camino a su departamento, el cual estaría todo desordenado por la resiente mudanza.

Pero aún así estaba ansioso por llegar. Pues sabía que sería recibido con una taza humeante de té, tal vez un par de emparedados y, lo que más lo tenía ilusionado, sería recibido por un dulce beso de su novio.

La sonrisa se agrando a medida que las imágenes mentales de el rubio recibiéndolo cuidadosamente aparecían.

No podía evitar fantasear un poco.

Con que, tal vez él le pediría un masaje a su pareja, el cual no le sería negado, pero tampoco aceptado; pues Kirishima sabía que Katsuki lo haría ver cómo que él lo obligó a dárselo.

Pero, a pesar de eso, a Eijiro no le molestaba la actitud orgullosa de Bakugou.

Con lo que ya recibía de su parte era feliz.

Y sabía que Bakugou, aún que no lo admitiera, también era feliz con lo que tenían.

- Estoy en casa -avisó Kirishima, olfateando un particular, y apetitoso, aroma proveniente de la cocina

- Bienvenido, Bastardo -grito Bakugou

Eijiro río por aquello. Se quitó su calzado y caminó hasta la cocina.

Bakugou tenía un desastre en ésta. Platos sucios y una mezcla extraña en gran parte de la mesa y encimera.

- ¿Qué pasó aquí? -preguntó el recién llegado, acercandose a la espalda de Katsuki, abrazándolo con cariño

El rubio se volteó, besando de manera casta los labios ajenos, los cuales formaron una sonrisa al sentir el suave contacto.

- No fuiste el único que estuvo entrenando -contestó el cenizo, mirando momentáneamente a su alrededor

Le daba vergüenza ver aquel desastre, pero debía concentrarse en lo que estaba haciendo.

- Mm... ¿Entonces debería de regalarte un masaje en algún lugar en específico?  -murmuro Eijiro, besando la mejilla harinosa de su novio, quien río por sus ocurrencias

- Me gusta como suena eso -respondio, volteando un poco su rostro, permitiendo que el pelirojo juntara sus labios en un contacto más duradero que el de hace unos momentos

Entrenar y ser recibido así era magnífico, al menos para aquel par de estudiantes en avance.

KiriBaku Month 2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora