22 de agosto

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«Sick»








Su garganta picaba y Katsuki ya no aguantaba.

Tosió solo una vez, fuerte y doloroso.

- ¿Estás bien? -preguntó Kirishima a su lado, apoyando su mano enguantada sobre el hombro de su "hermano"

Bakugou asintió, intentando que su chaqueta le cubriera el cuello, pero era inútil, ésta no alcanzaba.

Suspiro, viendo el vapor salir de su boca, subiendo y desapareciendo en el frío aire.

Sus botas se hundían a cada paso que daba, la nieve no estaba muy usada.

- ¿Seguro que estás bien? Te ves cansado -comentó nuevamente el chico a su lado

Katsuki se volteó a mirarlo con el ceño fruncido, tomando con una de sus manos la solapa de su chaqueta, atrayendolo hacía su rostro.

- ¿Por quién diablos me tomas?, estoy jodidamente bien -respondió, respirando con pesadez sobre los labios ajenos, separándose de inmediato al ver los ojos del pelirojo desviarse hacía donde no debían- Sigue caminando -ordenó


















Bakugou se cubrió su boca, tosiendo con frenesí.

Kirishima no estaba, de todos modos. Por lo que no debía preocuparle el ser escuchado por alguien.

Solo ellos estaban ahí, esperando a que llegarán por ellos.

La dolorosa tos del rubio paro luego de un par de largos segundos más. Bakugou se enderezó, observando sus manos salpicadas de ese particular rojo carmesí.

Joder. Pensó, escuchando el viento soplar con fuerza fuera de la pequeña cueva en la que se escondía.

El frío le llegó hasta los huesos, provocandole intensos espasmos, los cuales no podía calmar por la falta de calor en su cueva.

Ni siquiera estaba su amigo para abrazarlo y proporcionarle de su calor corporal.

Katsuki sintió nuevamente su garganta doler, obligándolo a toser.

Una, dos, tres veces. Una mancha de sangre, un rostro preocupado.

- ¡Bakugou! Esa tos se escuchó muy fea -hablo Kirishima, acercándose a su amigo cenizo, sin notar la roja mancha en la palma ajena, la cual fue limpiada apresuradamente contra la propia ropa de Katsuki- ¿Quieres que te preste mi bufanda? -preguntó amable Eijiro

Pero Bakugou negó, palpando a su lado, indicando que se sentara.

Sin embargo, Eijiro lo hizo demasiado cerca, pues Katsuki de inmediato se apartó.

Y no porque le desagradara, si no que porque temía el poder contagiarlo.

No se perdonaría si Eijiro se enfermaba por su culpa.

- Cubrete bien, para que no te llegue el frío -ordenó, acercando su mano hacia la bufanda del pelirojo, cubriendo con ésta todo lo posible

Eijiro sonrió, besando la mano de Bakugou que estaba a su alcance, agradeciendo el tener un amigo tan preocupado como lo era el cenizo.

- Gracias -susurro






















Era el día, ambos escucharon al elicoptero a lo lejos. Eijiro corrió con emoción, siendo seguido por un (igual de emocionado) rubio.

Bakugou y Kirishima corrían casi desesperados, sin importar los tropezones, las caídas, la tos...

Pero, en algún punto cuando ya casi habían llegado a un lugar desolado, Bakugou no pudo continuar. La tos no lo dejaba ni pensar, manchas de sangre lo comenzaban a manchar, ardiendo, doliendo.

Quería gritar.

Sin embargo, cuando creyó que la tos se había acabado, algo peor llegó.

Vomitó. Un corto pero potente chorro de sangre fue escupido, desorientado al rubio, quien, mareado por toda la situación, se desmayó.

No tenía el oxígeno suficiente para continuar, sin embargo, los fuertes brazos de Kirishima lo sostuvieron con temor, corriendo nuevamente en la dirección anterior.

Bakugou estaba enfermo, estaba muy grave ¡Y no le dijo nada!

- No te preocupes, saldremos de esta, amigo -susurro Kirishima, autocalmandose con sus suaves palabras

KiriBaku Month 2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora