Capítulo Once: Larga vida a Aren.

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Los tres días pasaron volando, el auto lavado fue un completo éxito y en esos días a toda hora, teníamos una gran fila de autos por lavar y encerar. Los chicos se encargaban de cumplir bien sus papeles y las chicas los suyos, al almuerzo estábamos exhaustos, pero una meta se debía de lograr si deseamos ser la inolvidable actividad para todos en el pueblo. Por las noches, las chicas nos reunimos a hacer las invitaciones y los chicos en ayudarnos a repartirlas una mañana del viernes. Todo pulcro y organizado. 

El sábado por la mañana mi móvil sonó a mitad del desayuno, fue desconcertante para todos en la mesa, aún más para Jordan que se encontraba a mi lado, tomé el teléfono y ambas miramos el número desconocido.

—¿Crees que sea un estafador? —murmura Jordan a mi lado.

Me alzo de hombros y me dispongo a responder, bajo la atenta mirada de todos en la mesa, pero por una extraña razón la mirada de Caled era mucho más pesada.

—¿Aló? —respondo desconfiada.

¿Dónde está tu mejor amiga? ¡Llevo horas marcando a su móvil y no responde! —me reprende Eva al instante.

—A mi lado, ¿qué necesitas?

¡Sus medidas para los vestidos tonta! Antes del mediodía las quiero en mi casa niñas o seré capaz de ir a traerlas a golpes.

Colgó la llamada. Miro extrañada mi móvil con la pantalla en negro y luego a Jordan con una mueca en los labios. 

—¿Eva? —asiento a la pregunta de Jordan—. ¿Qué quería? 

—Debemos de ir a su casa para tomar las medidas de los vestidos.

—Salgo en una hora a la ciudad, ¿las llevó? —se ofrece David.

—¡Por favor! Sería de gran ayuda. —respondo al instante.

(...)

—Muchas gracias David. —hablamos al unísono en cuanto bajamos del auto y visualizamos la casa de Eva.

—¡Nos vemos en el baile! —agito mi mano en despedida.

—Pensé que sería una mansión. —comenta Jordan al comenzar a caminar.

—Luce normal a excepción de la maravillosa cascada como patio trasero.

Miramos la pequeña casa con un lindo jardín al frente, un caminillo se piedras blancas hasta la puerta de manera oscura, pero la madre de Eva nos detiene cuando aparece de en medio de sus flores avisando que su hija se encuentra en el patio trasero. Avanzamos rodeando la cabaña, admirando las flores de distintos colores y el agua cristalina del lago. Se distinguía el final del lago, de grandes rocas y un poco de vegetación marina, unas grandes piedras con plantas que daban forma a la imponente cascada y por último, el maravilloso color celeste del agua. Tan hermoso, tan merecedor de una fotografía.

Una cabellera rubia nada bajo el agua cristalina, una tez bronceada y un bikini blanco se distinguen con total claridad. Eva nada con elegancia y facilidad, tanto que pareciera ser parte del agua. Jordan lanza una piedrilla para llamar su atención y por supuesto que lo logra, pero con ello que Eva nos lance un poco de agua.

—¡Llegaron! —grita al vernos.

—¿Dónde están las otras chicas? —cuestiono un tanto extrañada.

—Dentro de la casa, están tomando sus medidas.

—Entiendo. —asiento, observando como sale del agua y cubre su cuerpo con una bata blanca.

—Siganme. —asentimos.

Caminamos a las puertas corredizas, ingresamos pasando al lado de la mesa repleta con telas, hilos y otras cosas, una pequeña cocina con un aspecto muy hogareño, la cómoda sala de estar donde hay algunas chicas en bata siendo atendidas para la manicura, pasamos un ancho pasillo con cuatro puertas. Una el baño donde están colgando unas batas con los nombres tejidos de Jordan y yo, la otra habitación se maquillan las chicas y sus peinados, la siguiente en donde dos chicas se encargan de tomar medidas de una chica y la última habitación debe de ser la de Jordan o su madre.

—Finalizamos con... ¡Eva! ¿por qué tus amigas llegan tan tarde? —exclamó con horror una chica morena.

—Lo siento tanto, pero ya están aquí. —se disculpa la mencionada con una cordial sonrisa.

—Lo sentimos. —me apresuro a decir.

—¡Bueno, bueno! Basta de disculpas y estas dos nenas irán al baño por sus batas y luego volverán para tomar las medidas.

Asiento saliendo de prisa por la bata con mi nombre, entrar al baño, desvestirme hasta quedar en ropa interior y salir. Las dos chicas son rápidas en tomar mis medidas con las cintas, apuntarlas en un cuaderno y obligarme a salir para continuar con mi mejor amiga. Obedezco sin rechistar pasando al sitio de maquillaje y peinados, pero saliendo al instante observando varias chicas dentro y descartando al instante la manicura por la misma situación. Salgo al patio trasero, tomando una alfombra para sentarme al borde del lago con mis pies dentro.

Observo como la figura de una chica nadando en las profundidades capta mi atención. Me inclinó hacia el frente tratando de identificar quién es, pero sólo distingo una... ¿cola? Niego. En un descuido caigo dentro de la fría agua, saco mi cabeza en busca de un poco de aire y luego me sumerjo. Busco con dificultad a la persona que nadaba, pero es extraño porque con sólo pestañear, la vuelvo a encontrar y es aún más extraño encontrarme con la cara de Eva.

Miro su largo cabello rubio decorado con una corona de piedras que parecen ser del mar, una en el centro con forma de estrella, una enorme cola que reemplazan sus pies de colores que parecen cambiar conforme la luz le de y escamas del mismo color cubrir su torso, parte de su cintura, pero dejando al descubierto su espalda. Extiendo la mano para tocar su mejilla que tiene un rasguño, pero la traspasa. 

El oxígeno comienza a exigir restaurarse en mis pulmones y eso obliga a que salga a por más aire, la imagen de Eva se desvanezca y confirme que esto se trata de otro episodio.

Eva era una sirena... pero ¿por qué? ¿cómo? ¿por qué ella? ¿hace cuánto?

—¿Tomando un baño? —pregunta de repente la madre de Eva.

—Fue un error. —me disculpo rápidamente.

—Tranquila, la gran mayoría que viene de visita debe de darse un baño en este lago. No te juzgare. —me guiña un ojo sacándose los guantes manchados de tierra.

Salgo del agua y me seco con la misma bata. Me encaminó a las puertas corredizas, pero la voz de la madre de Eva me detiene.

—Saven, tu secreto no saldrá de mis labios. —dice en un susurro—. Larga vida a Aren.

—Larga vida a Aren. —musito totalmente confundida.

Susurros de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora