Capítulo Veintiuno: ¿Escuchas eso?

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Me acurruque entre los brazos de Caled, sintiéndome dichosa por sentir su cálido calor envolver mi cuerpo y sus suaves caricias en mi cabello. Al llegar de mi aventura con Claudia, me deje caer en sus brazos con un fuerte llanto azotando mi cuerpo, lloré por horas hasta quedar dormida.

—Todo estará bien mi lady. —susurro dejando un delicado beso en mi cuello.

—Todo eso... provocó que un chico asesinara por primera vez. —musite sintiéndome mal.

—Te explicaré algo que siempre será una ley en Oren. —me giro para quedar frente a su rostro—. Nunca se debe de obligar a alguien a hacer lo que no desea, mucho menos en la logia de los viajeros. Las opiniones son válidas, se necesitan personas dispuestas para hacer determinada acción. Un desliz y el futuro podría quedar comprometido.

—Ese joven... él deseó hacerlo. —digo sorprendida.

—Exactamente. 

—Deseo conocerlo, agradecerle por todo lo que hizo. 

—Creo que eso es imposible. —comenta frunciendo su ceño—. Los guardianes tienen prohibido mostrar su rostro a las personas por sus saltos en el tiempo. Esa es alguna de todas las reglas que ellos deben de seguir con muchísimo cuidado y precaución. 

》Cuando un joven es elegido por la logia para ser guardián se le convoca de un modo distinto, donde nadie, ni su misma familia sabe que serán guardianes. Estudian en los mismos horarios que los otros, tan solo para no levantar sospechas. Ellos tienen una vida normal a excepción de sus reglas o estilos de vida. 

—Ellos... son tan asombrosos. —dije fascinada con tal información.

—Sí, muchos de los niños del pueblo sueñan con ser parte de la logia. Tan sólo es de esperar y ver quiénes lo logran.

Asiento. Es tan curioso como todo en este mundo tienen sus propios secretos, pero de algún modo hacen que su gran mayoría se enamoren de ellos. Me sentía como la pequeña Saven soñando en ser astronauta de grande, pero ahora con ser una guardián. Era imposible, pero era gratis soñar.

—Esa cabecita loca tuya. —Caled besa mi frente con una sonrisa divertida—. Se lo que piensas mi lady.

Entrecierro mis ojos.

—Me parece una falta de respeto que tu puedas escuchar mis pensamientos y yo no escuche los tuyos. ¿Cómo lo haces? 

—¿Quieres saber mi secreto? —asiento. Veo como se levanta y se sienta de piernas cruzadas en la cama—. Ven, te explico.

Lo imitó, sentandome frente a él. Lo miro expectante, a la espera de que me de alguna especie de orden para seguir o algo, pero se mantiene en silencio. Sus ojos recogen con lentitud mi rostro y cuerpo, provocando que mi corazón se acelere bajo su atenta mirada.

—¿Entonces? —cuestiono nerviosa.

—Dame unos segundos para seguir admirando a tan hermosa chica. —mis mejillas se tiñen al instante—. ¿Escuchas eso? 

—¿Qué cosa? —pregunto tratando de agudizar mi sentido auditivo.

—Un corazón acelerado que reacciona de ese modo con tan solo una mirada, ¿qué será de él cuando te bese? 

Este chico pretendía acabar conmigo ¡Y eran solo palabras! No quería ni imaginar qué sería de mí con un roce de labios libre de calentura adolescente.

Lo miro sin las palabras para poder expresar lo que realmente comienzo a sentir por él. Me gustaría poder decirlo tan abiertamente como él. Decirle que sus sospechas son ciertas, mi corazón se acelera con su simple cercanía, que la mayor parte del tiempo su nombre se pasea por las paredes de mi cerebro y que estoy eternamente agradecida de que él fuera mi alma gemela porque no sería capaz de verlo con otra chica.

Tal vez un beso podría decir todo aquello que inunda mi cabeza.

—¿Pasa algo? —cuestiono cuando me enfoco en su rostro y distingo un ligero sonrojo.

—No, nada. —dice rápidamente. 

Alzó una ceja nada convencida. 

—No me...

—Bien, te mostraré cómo hacerlo. —me interrumpe—. Cierra los ojos y relaja tu respiración.

Lo hago, cerrando mis ojos y tomó unas fuertes respiraciones para calmar mi corazón.

—¿Lo tienes? —asiento sin abrir los ojos.

—Ahora trata de despejar tu mente, manténla en blanco. 

Ignoro los insistentes pensamientos y me mantengo en total calma.

—¿Y bien? —asiento, pero siento como mi corazón se dispara al sentir su respiración tan cerca de mi rostro.

—Eh, chico. Mantén la distancia.

—Lo hago Saven. —responde, pero siento su aliento chocar contra mi rostro.

—No me...

—No hables más. —me corta.

Suelto una fuerte respiración desde mi nariz, lo escuchó soltar una risilla, pero luego total silencio. Comienzo a sentirme ansiosa al estar completamente a ciegas con Caled en medio del ambiente, sin saber que está haciendo realmente o si puedo abrir los ojos.

¡De igual manera esto es inútil! ¡No escuchaba nada mas que mi propia insistencia al desear abrir los ojos.

—Lo único que necesitas es aceptar tus sentimientos hacia mí, mi lady. —susurra cerca mi oído.

¡Madre mía! Mis ojos se cierran con mayor fuerza debido al tremendo susto que me dio. Siento como planta un beso en mi cuello y su aliento en él.

—Tan sólo por un Caled estoy loquita. —dice tratando de imitar mi voz.

Abro mis ojos indignada por tan mala imitación. 

—Eres un pésimo imitador Caled. —lo reprendo—. ¡Oh! —exclamo con fingida sorprenda.

Me acerco, provocando que se eche para atrás y su espalda colisione contra el respaldar de la cama. Lo miro desafiante y él me devuelve la mirada.

—Tampoco te regales tantas rosas chico, no estoy tan loca por ti. —musito cerca de sus labios y los miro detenidamente.

Su lengua se desliza sobre ellos con lentitud y eso provoca que yo haga lo mismo. Pero yo no estaba tan loca por él como para que piense que lo besaré.

—Creo que esta es mi señal para desaparecer. —digo y lo miro a sus oscuros ojos—. Por cierto, ¿escuchas eso?

—¿Qué cosa? 

—Tu acelerado corazón latiendo tan solo para mí. ¿Qué sería de él cuando te bese? 

Me mira con su ceño fruncido, pero una sonrisa divertida se cuela por sus labios al darme la total razón con su acelerado corazón. No lo había escuchado ni nada, pero me daba la impresión de que sufría lo mismo que yo con una simple cercanía.

Salto fuera de la cama y avanzó a la puerta contoneando mi cintura en modo "diva ganadora". Tomo el pomo de la puerta, la abro y lanzó un beso antes de cerrar la puerta.

Unos inesperados brazos me rodean y me alzan en el aire.

—¡Suéltame! —grito pataleando.

Escuchó unos gruñidos aproximándose y a Caled abrir la puerta.

—¿Hermano? —cuestiona ¿Zack?

Los gruñidos de los tres hombres lobos se detienen de abrupto en cuanto llegan.

—¿Noah? —pregunta Caled sorprendido.

—Hola hermanos. —saluda el chico que me abraza efusivo

Susurros de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora