Capítulo Siete: ¿Tenemos un trato o no?

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Me removí sintiendo mi garganta doler, me dolía la cabeza y una sensación de que toda la habitación giraba a mi alrededor me sacudió. No había muerto ahogada, pero ¿cómo? Es curioso porque deje la vida escurrirse por mis manos, sin ponerle alguna atadura, ni luchar por ella, simplemente: ¿Ya te vas? ¡Buen viaje!

Siento una mano sujetar con fuerza mi mano derecha y otra en mi mano izquierda. Mi ceño se eleva sin poder evitarlo ante la inminente confusión y decido abrir los ojos, parpadeando continuamente acostumbrandolos a la luz del día.

—¡Oh mi querida Saven! —grita Chloe y ambas manos sueltan las mías.

Mi querida anciana hace a un lado a Caled y Zack, y se lanza sobre mi cuerpo a estrujarme entre sus brazos, con un cálido abrazo. ¿Cómo me atreví a dejarla? Unas escasas lágrimas mojan mi rostro cuando ella planta su suave beso sobre mi mejilla.

—Temí por ti querida. —dice y me mira directamente a los ojos—. ¿En qué pensabas? —pregunta dolida.

—Yo... no lo sé. —respondo avergonzada y bajando la mirada.

—Nunca vuelvas a hacerlo. —sentencia alejándose—. La cuidan muchachos, es lo más importante que tengo en mi vida. ¿Quieren un té? 

—¡Claro Chloe! —responde Zack, animadamente.

Todos en la habitación la miramos salir y luego se posan sobre mí. Jordan tiene una mirada severa que pocas veces he logrado mirarle, Caled permanece en silencio y con su mirada perdida, como si estuviera sumergido en sus pensamientos y luego estaba Zack, el cual me regalaba una mirada tranquila.

—¡No me miren más! Me incomoda. —me quejo, al pasar unos minutos en esa situación.

—Te miraré todo lo que quiera. —Jordan se acerca molesta—. Me diste un tremendo susto, creí que te había perdido. No te encontraba en ningún lado y la desesperación me iba a volver loca, pero gracias a Caled, que te encontró casi muriendo en la fuente del instituto, no lo estás. ¡No vuelvas a hacerlo! —me reprende y las lágrimas se deslizan por sus mejillas.

—Lo siento tanto... —susurre, compartiendo su dolor y sintiendo mis ojos picar.

—¡No lo sientes! ¡Tú no fuiste la que estaba por sufrir un ataque al corazón! —solloza con fuerza.

—Perdóname Jordan... todo fue culpa mía y de ella... —sus sonoros sollozos se detuvieron de pronto y los chicos me miraron intrigados.

—¿Ella? —indaga sin comprender.

—Sí, estos episodios son aún más desesperantes que en el pasado. —respondo, bajando la mirada y jugando con mis dedos.

—¿Pasado? —cuestiona Zack—. ¿A qué edad?

—A los ocho. 

—¿Puedes decirnos qué sucede antes de sufrir uno de estos episodios? —pregunta Caled. 

Alzo la mirada para encontrarme con sus oscuros ojos que me transmiten una extraña tranquilidad y confianza, asiento y me dispongo a hablar.

—Algunos inician con voces pidiendo ayuda o llamandome, en ocasiones son conversaciones incompletas y otras con un impulso de ir a determinado sitio. Como en la fuente, simplemente seguí mi instinto y llegue a ese lugar.

—Como las dos veces que fuiste al cementerio... —dice Caled, un poco perdido en sus pensamientos.

—Exacto. —digo, pero de inmediato mis ojos se abren y lo miro—. ¿Cómo lo sabías? ¿cómo te enteraste que estuve esa noche en el cementerio?

—Es una larga historia. —comienza con un aire despreocupado.

—Dime, ¿me estabas siguiendo? ¿acaso me espiabas antes de llegar a esta casa? ¿eres un perv...

Susurros de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora