Treinta y Cuatro: Regreso [corto] a Farren

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El castillo tardaba un mes en construirse, muchas de las banshee se habían desplazado al terreno a instalar sus hogares, edificios y lo más importante para ellas que les ayudaba a conseguir dinero, la venta de sus habilidades. Sonaba como un modo de auto venderse a las garras de otros reinos, pero debido a sus maravillosas habilidades para evitar catástrofes de grandes magnitudes todos corrían a alquilar esas predicciones por determinado tiempo, esas eran reglas que había impuesto.

Semanas de reuniones en compañía de Caled para establecer nuevos tratados con los reinos y establecer los términos para hacer uno de las banshee.

-Mi rey se niega a pagar tal suma de dinero por una banshee. -anuncia el soldado enviado del sector sur de las sirenas.

-No negociaremos contigo. Los términos fueron hablamos con tu reina Eva. -corta Caled a mi lado.

-Ella no gobierna nuestro sector. -contraataca el testarudo soldado.

-Mi reino no es un juguete al cual puedes usar del modo que desees y mucho menos en no dar algo a cambio. Es una regla fácil, tú das algo se mi interés y yo te doy algo de tú interés. -respondo cortando con la batalla de miradas de ambos hombres-. La explotación por la que pasaban las banshee quedó en el pasado en cuanto la corona estuvo sobre mi cabeza, ¿entendido?

El soldado asiente, tomando la carta de mi parte hacia su rey que no planea en dar el brazo a torcer. Sale de la habitación y me dejó caer sobre la cómoda silla, fueron largos 20 minutos de discusión con el problemático rey que se niega a seguir las órdenes de Eva.

De pronto siento los labios de Caled sobre los míos con una tentadora mordida en mi labio inferior. Lo miro desde arriba que ha enderezado su pose, ha sido un gran apoyo en estos últimos días poniendo en orden el reino de Aren.

-¿A qué se debe eso mi rey? -preguntó divertida.

Puedo observar la sonrisa dibujarse en sus labios antes de que voltee, sea rápida en tomar la corbata que lleva y atraerlo a mis labios. Lo beso lentamente, disfrutando del roce de sus suaves labios y delineado con mi lengua sus labios para profundizar el inocente beso, él es rápido en girar la silla, pero alejarse al instante.

-No me agrada esta posición. -musita con un puchero en sus labios.

Me levanto de un salto de la silla y lo empujo para que se siente en ella, me siento en su regazo y lo besó de nuevo. Esta vez lento, sin prisa alguna, con mis manos en su largo y suave cabello, por su parte sus manos se posicionan sobre mi cintura y me atraen todo lo que puede a su cuerpo. 

-¿Hace cuánto no tenemos tiempo para nosotros? -pregunta rozando sus labios con los míos.

Sonrió con los ojos cerrados en su boca.

-Hace mucho. -acaricio mi nariz contra la suya-. Solos tú y yo, ¿de acuerdo? -asiente y vuelve a besarme.

Me encantaría narrar que ambos continuamos con la sesión de besos, pero Jordan ingresó a la oficina polvorienta en el antiguo reino de las banshee con su cabello hecho un desastre, las mejillas sonrojadas y la respiración agitada. 

Me separo de Caled estudiando su expresión antes de que recorra la mirada en la habitación, observe cómo me alejo de golpe del chico y le de una sonrisa nerviosa.

-¿Interrumpo algo? -pregunta, acomodando su cabello.

-No, si se trata del reino. 

-Es sobre Chloe, le he entregado la carta que le enviaste, pero se niega a recibirla si no vas tu en persona a explicar tu desaparición de ¿medio mes?

Asiento tomando una fuerte respiración recordando lo obstinada que puede llegar a ser la anciana con su marido. Observo el calendario colgado en la pared, mirando las distintas reuniones y cosas por hacer por lo menos dentro de cuatro semanas. 

Susurros de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora