Capítulo Veintiocho: Una verdad dentro de una mentira [Parte 2].

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Las caricias de sus labios desataron un mar de nuevos acontecimientos en mi cabeza, los cuales reemplazaron con fuerza a los que parecían ser reales por los que solo eran imaginativos, pero tan sólo se trataba de una retorcida prueba de las banshee.

Las manos me Caled sobre mi cintura me atrajeron en un fuerte abrazo contra su cuerpo, enrollo ambos brazos sobre sus hombros y acaricio su cabello. Una sonrisa se plasma en el beso de reencuentro.

-Temía no volver a tenerte en mis brazos como en los sueños. -admite, dejando su frente descansar sobre la mía.

-Temía ver a un hombre tan caliente con esa chica tan desesperante. -confieso y eso provoca que ría suavemente.

-Te extrañe. -acaricia mi nariz y cierra los ojos.

Beso de nuevo sus labios, dejándole en claro que también lo extrañaba de algún modo con esta locura mental. Después de todo, parecía regresar a la realidad nuestro entorno.

-¡Hija! -escucho la voz de mi madre y la puerta abrirse de abrupto.

Caled no libera mi cintura en ningún momento, más bien su agarre se afianza como si temiera que me alejara. Lo miro sobre mi hombro tratando de averiguar cómo es que ellos continúan con vida.

-Te estuvimos buscando por todas partes, creímos que te había pasado algo. -expone y mira a mi padre con cariño.

-Encontramos la manera de ayudarte con esos extraños sueños, vamos, nos están esperando. -dice papá y se acerca a tomar mi mano.

Niega deshaciendo nuestro agarre.

-No. -respondo con decisión.

Esto no es real.

-Sé que esto es muy extraño para ti querida, pero pronto todo regresará a la normalidad. -se apresura a decir mamá y toma mi mano.

-No, no, no -niego repetidas veces para dejarles en claro mi punto. Ellos me miran sin comprender, pero sin soltar mis manos-. Aquí los que están mal son ustedes. -digo, pero es un grave error, porque sus agarres se vuelven fuertes.

-¿Estás escuchando lo que dices? -me reclama mamá totalmente indignada- No estamos mal, no soñamos cosas que jamás han pasado y mucho menos soñamos que nuestros padres murieron.

La miro sin comprender tal grado de crueldad en sus palabras y trato de deshacer el agarre de sus manos. Caled trata de ayudar, pero comienza a gritar como si lo dañaran y se deja caer en el suelo.

-¡Están locos! -exclamo incrédula al ver como papá se encarga de torturar a Caled-. Papá, déjalo en paz, ¡déjalo padre! Le haces daño. -grito al ver como la sangre comienza a salir de sus oídos y nariz.

Me acerco para tratar de hacer en entrar en razón a mi padre, pero los brazos de mi madre me detienen y me aprisionan con una fuerza que desconocía que poseía. Chillo al mirar como sus ojos flamean coléricos y me lleva fuera de la habitación.

-¡Suéltame madre! ¡Lo va a matar! -le grito con pánico.

-Nada pasará hija, todo estará bien. -susurra cerca de mi oído.

Nada estará bien, son situaciones que tienen a la muerte golpeando a la puerta.

- ¡Oh! El fracaso no es una opción cuando la muerte está llamando a la puerta.

Esas palabras hacen que un escalofrío me recorra y que mis movimientos por liberarme de mi madre son mucho más violentos. No permitiría que nada malo le suceda a Caled, no cuando todo es mi culpa.

Logro zafarme de los brazos mi madre y comienzo a correr directamente a la habitación que comparto con Caled en el castillo de Oren. Porque Aren está en totales ruinas donde descansan los cuerpos de un pueblo entero y sus reyes.

Susurros de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora