Capítulo 29

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Narrador omnisciente

El vampiro seguía corriendo por todo el inframundo, mientras que la pelirroja observaba - a la izquierda, aguas Nathaniel, siguen tras de nosotros estas cosas.

-Creo que es momento - soltando a la pelirroja, esta se puso espalda a espalda del castaño gruñéndoles a los demonios, sacando la navaja que le había dado Aaron.

Eran como 8, comenzando a pelear con ellos, uno por uno, la navaja era importante ya que pertenecía al demonio mayor, una de las cosas que Marshall pudo tomar de su hermano esa noche que le arrancaron sus alas.

Solanche ya era más fuerte, pero no tanto como Nathaniel un vampiro con más años de práctica, sabía cómo moverse para evitar ser derrotado.

Le encajó la navaja a uno de los demonios en el abdomen, este desapareció, cuando iba a tomar la navaja del piso, uno la tomó del cuello, ese siempre ha sido su punto débil, el cuello.

-Aléjate de mi mujer -una voz a las espaldas de ella, el demonio observó quien era - ahora sino quieres desaparecer.

El demonio soltó a Solanche, ante la mirada rojiza de su Lord, desapareciendo por completo junto con los demás demonios, el vampiro le comenzó a calar esa arma, sintiéndose raro "Esto ya lo he experimentado" recordando aquellas horribles semanas que se la pasó cautivo, se sentó en el piso.

-¿Disculpa? ¿Tú mujer? No recuerdo que te hayas acordado de mi, cuando estabas con esa - mirando al azabache con cierto enojo con la navaja en mano.

-No tengo excusa la verdad - iba a seguir hablando el viejo Marshall, pero la pelirroja seguía enojada hablada.

-No trates de excusarte, yo misma te vi, pedazo de idiota ¿Cómo te atreves siquiera a seguirme? Largo, largo idiot -Marshall harto de escuchar tantos insultos de su pelirroja favorita, la acorraló contra unas rocas besándola, necesitaba sus labios, seguía teniendo la misma esencia que fortalecía a Marshall y lo hacía querer pelear contra sus demonios.

Sol no pudo evitar corresponderle a ese beso, era tan Perfecto -Te sigo mujer, porque te creí muerta ¿sabes lo que sufrí por ti? -al separarse, él con una sonrisa triunfal de ver a su pelirroja sonrojada y nerviosa- una parte de mi murió cuando tú corazón dejó de latir Solanche, los demonios de mi interior se apoderaron de mi - hundiendo su cabeza en la esencia de ella - fue demasiado tiempo sin ti.

-Pero, pero - acariciando la mejilla del azabache - ¿Qué fue lo que vi hace rato?

-Viste como mis demonios querían tener descendencia, no era yo ¡por todos los cielos! tú me conoces a nadie le haría el amor, solo a ti- con una sonrisa Marshall - tranquila no llego a ocurrir nada con ella, ni con otra demonio.

Iba a contestarle, hasta que escucho a Nathaniel retorcerse en el piso - luego tú y yo hablamos de esto, Marshall - el azabache asintió y ambos fueron a buscar al vampiro.

-¿Qué está ocurriendo? - preguntaba la pelirroja al ver al castaño retorcerse.

-No estoy seguro, pero he visto esto antes - murmuraba Marshall es lo mismo que él había experimentado - ¿Has bebido la sangre de un demonio?

Nathaniel asintió, recordando aquella maldita vez que estaba encerrado, la maldita necesidad, más de 1 mes sin probar sangre, necesitaba...él tenia esa necesidad.

-¿De quién, Nath?- tratando de calmarlo Solanche.

-Del demonio que poseyó a Dereck- gritaba Nathaniel dejando perplejo a los dos - ¡Lo lamentó tanto! Tenía tanta sed, la sangre de demonio no está buena, pero tenía necesidad mi cuerpo lo pedía.

-Esta bien, esta bien Nath tranquilo, ya veremos cómo ayudarte -decía Solanche y Marshall asintió ordenándole a sus súbditos que llevaran a Nathaniel al castillo.

Marshall se quedo meditando un poco en su despacho "si el vampiro bebió de la sangre de su hermano, eso significa que..." abrió los ojos con una sorpresa.

Camino directamente a donde estaba el castaño reposando con algunas pócimas que le había dado él mismo para ayudarlo a contener esa parte de la esencia de su hermano que estaba en su cuerpo.

Cuando una voz melodiosa lo detuvo en su camino, haciéndolo girar al pasillo derecho, abriendo un poco la puerta, observó Marshall a su pelirroja, cepillándose el pelo frente al tocador de la habitación mientas tarareaba una canción.

"No ha cambiado" Pensaba Marshall mientras veía cada gesto de la pelirroja, seguía teniendo sus gestos de humana a pesar de la inmortalidad que tiene.

-No puedo creer lo afortunado que me siento, observándote - entrando a la habitación, acariciandole los hombros, por encima de esa bata que le había proporcionado hace rato- Creí que te perdía para siempre cariño - besando su cuello - le acabas de dar un respiro a mi alma, con tu sola presencia.

La chica sonrió, ese era su Marshall, el demonio que conocía.

Eran las 5 de la mañana en el día A que había nombrado Greta, pero no había demonios saliendo como de costumbre, se acercó a Dereck, fingiendo toda la formalidad del mundo.

-No hay demonios en el campo -notificó al ángel con una sonrisa tranquila.

-No tampoco en el cielo, esta el área despejada - con su sonrisa marca Dereck Weisz, derritiendo a su chica. Una voz a sus espaldas dijo:

-No dejen de patrullar el área- una voz llena de seriedad, repudio, era el ángel de alas Rojas - Tu con tu manada - ordenándole a Greta - y tú Weisz regresa con tu escuadrón al cielo - No le pasaba por la mente, que ese par se entendía y ni le interesaba "¿Donde esta Marshall?" Era lo único que pensaba el ángel de alas Rojas.

De vuelta en el inframundo, Marshall reposaba tranquilamente a lado de la chica, después de estar toda la noche amándola - mi perdición tiene nombre y apellido: se llama Solanche Morgan y va estar conmigo el resto de la eternidad.

Mientras la chica reposaba tranquilamente en el pecho de Marshall, abrazándolo tranquilamente - Te amo Marshall - tapándose con una sábana, mientras que el azabache la rodeaba en sus brazos, ambos sintiendo una gran calma, por fin después de meses.

-Yo más, mucho mas hermosa - besando a su mujer, el joven Marshall sintiéndose pleno.

Con sed de ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora