A diferencia de todos los de su rango raza, Falcon no buscaba su pareja destinada. Su vida era, simplemente, perfecta.
Como todo alfa, estaba en la cima de la escala social, proveniente de una familia multimillonaria se podía dar el lujo de hacer lo que quisiese y más. Y con una apariencia digna de su estatus y la fortaleza suficiente para imponerse sobre muchos, no se podía quejar a sus 27 años.
Eso no quitaba que fuera un hombre responsable y de negocios. Había comprado hacía poco una nueva empresa, no tan grande ni prestigiosa, que se enfocaba principalmente en el mundo del maquillaje ¿Y cuál había sido la principal condición por la que la escogió? Pues que solo trabajaran betas.
Primera cosa a favor, no tendría que lidiar las clásicas peleas entre rango que solían ocurrir o la tensa atmósfera que siempre se creaba. Segundo, ningún o ninguna omega se le insinuaría utilizando su celo de excusa para ir detrás de su dinero. Eso era algo que no se podía permitir. A su lado ya tenía a una omega de su mismo nivel, que daría luz a sus cachorros fuertes y sanos. Aunque tenía que quitar el detalle de que aún no la había marcado. Eso sería después de la próxima boda.
Tampoco sería estúpido de rechazar a su pareja destinada si esta apareciera alguna vez, pero por el momento era mejor prevenir que lamentar. Si él no la buscaba, no tendría por qué aparecer.
El auto se detuvo delante del edificio que le hacía falta más de un retoque, algo que haría y lo pondría en lo más alto del mercado, así ya no tendría que escuchar que vivía del dinero de sus padres. En su mundo las apariencias, el nombre, el reconocimiento, y tus propios logros era lo primero. Ser alfa tampoco era tan fácil.
-Ya me dejas sola- la chica a su lado se restregó contra su brazo. A pesar de estar en una relación de hacía dos años, Falcón la quería, pero no la amaba, sólo que ella era la indicada. Podía considerarse afortunado, ella era una belleza con enormes ojos azules y abundante cabellera oscura, aun así, había algo que faltaba.
-Volveré lo más temprano que pueda- le dio un beso rápido en los labios y salió. Si se quedaba mucho tiempo ella seguiría insistiendo y por experiencia sabía que ella terminaba siendo insoportable.
Uno de los empleados ya lo esperaba en la entrada para llevarlo a la sala de reuniones donde había convocado una. Era rápido, no le gustaban los rodeos.
Su secretario, un beta dos años más joven y con más inteligencia que la que aparentaba, se sentó a su lado al entrar y acomodarse. Al menos 10 personas más lo esperaban, algo tensos. Falcon se percató del asiento vacío tres plazas a su izquierda, antes de empezar.
-¿Quién es la persona que falta?- preguntó en su habitual tono serio. Intimidar a los betas y subordinados era lo primero que tenía en su agenda, no toleraría la falta de respeto a su persona solo por ser más joven que la mayoría de los presentes.
-Disculpe su tardanza. Es el jefe del departamento de Diseño. Está terminando de recopilar toda la información que el anterior director tenía sobre el proyecto y dijo que se demoraría solo unos minutos- le notificó uno de ellos
El alfa recargó el rostro en la mano que se apoyaba en la mesa con el codo. Vio al hombre tensarse, pero no replicó. La verdad había convocado la reunión solo hace una hora y era conocido el mal trabajo del antiguo director. No se molestó, tenía bastante tiempo todavía.
Habían pasado alrededor de diez minutos, cuando a atmósfera densa de la oficina fue interrumpido por el sonido de la puerta abierta y el de la voz de una...mujer.
-Con permiso, disculpen la demora-
Falcon sintió la tierra bajo sus pies temblar y su mundo se vino abajo. No podía ser.
El olor a manzana, su favorito y secreto para todos, incluyendo a su actual pareja, llegó como un relámpago a su nariz y se mareó perdiendo por unos segundos a compostura.
A su lado, Leo, su secretario tocó su hombro y vio la expresión desorientada de su jefe.
-¿Qué ocurre?- le preguntó con disimulo aprovechando que los presentes estaban atentos con la recién llegada.
-Leo, que demonios hace una omega en este empresa- le respondió con los dientes apretados y sintiendo su respiración agitarse.
-No entiendo lo que dice, revisé los papeles del personal antes de llegar y no hay nada fuera de lo que usted pidió-
-¿Entonces que tengo antes de mí?- se fijó en la mujer menuda, delgada con unos cristalinos ojos dorados y un rostro común enmarcado en un corto y brillante cabello oscuro.
Leo estudió a la mujer unos segundos y no encontró nada extraño. La reconoció recordado la imagen de su expediente. Silver Miller, Directora del Departamento de Diseño, 23 años, Beta. Por si acaso revisó su cuello y no encontró más que una delgada cadena dorada sin adorno. Ni siquiera el collar característico de protección de los omegas y menos el rastro de una supuesta marca.
Le dio la información en un susurro y su jefe aun no parecía comprender la situación. El alfa era inteligente así que no tenía idea de lo que estaba ocurriendo, ni del interés en aquella mujer, acaso le había llamado la atención, no creía, Falcon, por lo que conocía, era bastante fiel y no se le conocía ningún escándalo.
-Leo, averigua todo sobre ella- le susurró antes de recuperarse y poner otra vez su rostro serio- creo que ella es... mi pareja destinada-
El beta puso una mueca que desfiguró su rostro y miró tanto a la mujer como a su jefe. Ahora el alfa, si se había vuelto loco.
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YOMEGA. Destinada a ser suya (omegaverse)
RomanceÉl es un alfa y afirma que ella es su pareja destinada. Pero hay dos problemas. Primero: él esta comprometido Segundo: Ella es una beta. O eso le han hecho creer toda su vida.