Falcon manejaba de vuelta con Silver en el asiento del copiloto. Llevaba toda la tarde callada y mirando hacia la ventana. Se removía a cada rato, dándole a entender al alfa que su cuerpo podía en las diversas partes donde hacía presión la posición. Su cuerpo estaba cubierto completo, un pantalón de tela suelta que llegaba a sus tobillos y una blusa de mangas largas y cuello de tortuga. A pesar de que la temperatura era alta, ella no quería dejar a la vista las diversas evidencias que marcaban su piel.
El alfa apretaba el timón tan fuerte que los nudillos estaban blancos e intentaba controlar sus hormonas lo mejor que podía. Se sentía cansado, muy cansado. No había dormido ni tampoco cogido el respectivo descanso que se supone necesitaba su cuerpo después de 24 horas de sexo intenso. Pero Zacarias le había ordenado que esa misma tarde volvieran. Aún recordaba su conversación como su hubiera sido hacía solo dos segundos.
-Lo sabía- el alfa gruñó del otro lado del teléfono –sabía que algo así podía pasar, y bien como está ella-
Falco se había demorado en responder.
-Nada bien, su cuerpo tiene marcas en todos lados, no recuerdo nada pero me no fui nada gentil Zacarias y lo que más me preocupa, es que…-
-Te tiene miedo- concluyó la frase.
-Sí, ni siquiera quiere que la toque- dijo tocándose la cabeza sintiendo un fuerte dolor de cabeza, los días sin dormir y la preocupación le estaba pasando factura.
-Bueno, maldito imbécil, que esperabas- a pesar de su insulto lo escuchó suspirar- No te preocupes, ahora es tu pareja si estoy en lo correcto que la marcaste, dale un poco de tiempo. La misma necesidad del lazo la hará estar a tus pies dentro de poco-
-Pero no quiero que las cosas sean así- le dijo casi con desespero –No quiero que esté a mi lado solo por el lazo, la quiero por propia decisión-
-En buen problema te has metido compañero- Zacarias resopló –No queda más remedio, en eso tendrás que trabajar solo, por el momento quiero ver cómo está el cuerpo de ella, así que mueve tu culo y tráela de vuelta, tanto el físico como la mente de un omega es muy delicado, y puede entrar en shock en cualquier momento-
Falcon siempre seguía los consejos de Zacarias, solo a él le confiaría su vida a pesar de todos sus defectos. Si él decía que le llevara a Silver, él haría eso.
Debía de empezar a caer la noche para cuando llegaron a casa de alfa. La omega sintió como el auto se detenía delante de aquel lugar donde llevaba viviendo los últimos días y se tensó de repente. Tragó en seco pero no mostró en su rostro su agonía. Falcon estaba bajando las maletas del maletero y se las dio al recepcionista para que las fuera subiendo. Se dirigió después a la puerta de Silver y la abrió. Le extendió una mano para ayudarla a bajar pero al ver la vacilación en sus ojos la retiró.
Silver se bajó por su cuenta manteniendo la mayor distancia de Falcón. La marca en su cuello dolía cada vez que quería estar lejos de él, pero ella ignoraba el dolor, aun no estaba preparada para enfrentarlo. El alfa cerró la puerta y pasó por al lado de ella y no le habló, ella estaba con la cabeza baja y apretaba sus manos, una posición de sumisión que de una forma incitaba su parte más primitiva a saltarle arriba pero por otro lado lo retenía, esa no era la mujer que había conocido el primer día y de la que estaba ahora enamorado.
Caminó delante de ella oyendo como lo seguía lentamente con pasos inestables por lo que ralentizó su marcha. Entraron al elevador y la vio ponerse en la otra punta alejada lo más posible.
-Silver- la llamó y ella solo hizo un sonido con la garganta –Deseas que prepare algo de comer o quieres que la encargue- le preguntó intentando romper el ambiente seco que los rodeaba.
Pero ella no le respondió. No le importaba comer, no tenía apetito. Su estómago se revolvía a cada oleada de dolor que aún tenía incluso después de tomar analgésico. Además había una pulsada constante en su pecho y que se extendía por su brazo izquierdo, desaparecía por momentos pero volvía.
Falcon suspiró y se rindió, debía darle tiempo. Abrió la puerta de su apartamento y le indicó que pasara después de él. Silver lo hizo vacilante pero se quedó petrificada en la puerta. Aunque no habían estado algunos días en aquel lugar el olor y las feromonas de Falcon se extendían por todas partes, las paredes, los muebles, la alfombra, todo. El cuerpo de ella se tensó más si era posible y la respiración se atragantó en su garganta.
No quería estar allí. Los recuerdos de la habitación infectada de feromonas del hotel le vino a su mente, la imagen de Falcon, los ojos verdes, la cama bajo ella, el cuerpo que la aprisionaba, el dolor de los dientes sobre su piel, las fuertes penetraciones. El miedo, pánico, la impotencia, miles de emociones se arremolinaron dentro de ella y su juicio se nubló.
Falcon había dejado las llaves sobre la mesa y agarró la maleta de Silver para llevarla para la habitación cuando tuvo un mal presentimiento y miró alarmado para la puerta para no encontrar a nadie. La maleta cayó sobre el piso con un sonido sordo y él se quedó allí. Su corazón palpitando fuerte contra su pecho. Silver no estaba allí. Solo habían sido unos escasos minutos que no la había visto y ella había desaparecido.
Sentía por su lazo que ella no estaba lejos así que salió sin preocuparse de cerrar la puerta y oyó el levador. Al ver el número se dio cuenta que el número marcaba la planta baja. Esperar a que subiera tomaría mucho tiempo por lo que bajó por la escalera brincando por encima de los barandales ahorrándose varios escalones. Llegó a la recepción y miró alarmado al hombre que estaba allí.
-¿Dónde está?-
-¿La mujer que estaba con usted?- el hombre lo miró y señaló la entrada –Salió corriendo, parecía aterrada.
Falcon maldijo y salió detrás de ella pero se detuvo sin saber en qué dirección. Cerró sus ojos enfocando sus sentidos y su olfato, pero era como si no hubiera nada. No había aroma de ella por ningún lado y tampoco podía sentirla por el lazo. Era como si una barrera se interpusiera entre ambos. Apretó los dientes tanto que le dolieron. Silver no tenía a donde ir, por lo que él sabía y eso lo puso más alerta.
Silver corrió tanto que sus piernas parecían quemar. Se dejó caer en uno de los bancos de uno de los tantos parques a su alrededor y respiró agitadamente. Las lágrimas que corrían por sus mejillas las secó con rabia. Sentirse tan inestable no era propio de su personalidad, tampoco correr y huir de los problemas, pero en cuanto había sentido las feromonas envolviendo fue presa del pánico.
Tomó un profundo respiro e intentó despejar la mente. Debía ser fuerte. No podía desmoronarse. La marca que tenía en su cuello latía y le recordó que ahora estaba enlazada con Falcon y por lo poco que sabía estaban unidos como uno solo. Si escapaba cada vez que él se acercaba solo complicaría más su vida.
Suspiró cansada. Ahora cómo podía verlo a la cara. Él, a pesar de haberle hecho todo aquello aunque no estuviera en sus sentidos la estaba cuidando con sumo cuidado. Mantenía la distancia para que ella se sintiera cómoda. Además había visto el aspecto del alfa y se veía realmente afectado. Tampoco era fácil para él.
Silver lo comprendía sobre todo que él estaba en su celo. Lo sabía perfectamente, pero su cuerpo estaba en su estado que necesitaba tiempo para asimilar los últimos acontecimientos.
-Silver- oyó que alguien la llamaba, una voz femenina y sus ojos se abrieron cuando levantó la cabeza rompiendo la nebulosa de sus pensamientos.
-Madre-
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YOMEGA. Destinada a ser suya (omegaverse)
RomanceÉl es un alfa y afirma que ella es su pareja destinada. Pero hay dos problemas. Primero: él esta comprometido Segundo: Ella es una beta. O eso le han hecho creer toda su vida.