Miedo?

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Falcon enterraba su cabeza entre sus manos, sentado en el borde de la cama. Su cabello rubio chorreaba agua por sus brazos pues no había tenido mente ni para secárselo bien. Detrás de él se encontraba el cuerpo de la omega, su omega que había esto inconsciente por casi dos días.

No quería recordar, pero las imágenes de lo que vio cuando despertó de su celo lo atormentaban aun dejándolo con un total insomnio. Las laceraciones, los diversos moretones, los dedos marcados en cada parte de su cuerpo, las profundas mordidas incluso en sus senos, su propio semen que aún continuaba saliendo de ella y aquella marca en su nuca que se ponía cada vez más morada a cada segundo que pasaba.

Había lavado su cuerpo con cuidado, untado una crema en las mordidas y moretones, incluso dentro de ella, encontrando algunos músculos vaginales desgarrados. Se había asegurado de dejarla limpia antes de volver a acostarla y cubrirla con una gruesa colcha pero sabía que ella no se sentiría así cuando se despertara.

No tenía recuerdos claros de lo que había pasado, solo una excitación que nublaba su juicio y que solo lo ansiaba a querer más al punto de no saciarse. Si hubiera sabido que la causa de eso era la omega debajo, encima, de lado de él, hubiera hecho el intento de detenerse.

Ahora ella tenía su marca en su cuello, esa que la definía como suya, como debía ser, pero él no quería que fuera de esa forma. Se mordió los labios hasta sentir su propia sangre. Era un imbécil. Sabía que su celo estaba cerca y la había traído con él sabiendo que podían ocurrir complicaciones. Zacarias tenía todo el derecho de golpearlo hasta que estuviera conforme. Oyó un ligero gemido y miró detrás de él alarmado.

Silver se movía lentamente intentando apartar las sábanas. Falcon se sentó a su lado pero no la tocó, no podía prever la reacción de ella.

-Silver- la llamó en voz baja.

La omega se movió un poco más antes de abrir los ojos tan lento que Falcon pensó que seguía durmiendo.

-Qué alivio- exclamó al ver ese par de orbes aunque cansados y desorientados –Me tenías asustado- intentó sonar normal.

Pero Silver no pensó igual en cuanto lo vio se incorporó en la cama y puso distancia entre ellos. Agarraba la sábana contra su pecho como si fuera una gruesa muralla de protección y temblaba ligeramente. Los recuerdos la azotaron de golpe y solo veía los ojos verdes intensos de Falcon y sus ansias depredadoras. Falcon por su parte sintió como si un balde de agua fría cayera sobre él. Lo peor que un alfa podía soportar era que su omega lo rechazara o le tuviera miedo y eso fue lo que vio en los ojos de ella.

-Silver- la llamó –ya mi celo terminó, todo está bien- hizo el intento de entrar en razón con ella.

La omega se quedó quieta al menos dos minutos, tiempo que Falcon tampoco hizo nada estudiando su reacción. Después de eso ella dejó de temblar dándose cuenta que la última visión que recordaba de Falcon no estaba ya, sino el alfa que conocía. Se llevó los dedos a la marca en su cuello y se estremeció bajo su tacto, más que doler estaba muy sensible y aún no había cicatrizado del todo.

-Si quieres tomar un baño la tina está preparada con agua caliente y si tienes hambre puedo mandar a pedir algo- Falcon se levantó y preparó un vaso de agua con el medicamente de Zacarias, llevaba algo de tiempo sin tomarlo, por lo que le preocupaba extender más el periodo de abstinencia.

Se acercó a ella y se lo ofreció. Silver parecía cautelosa, diferente a la mujer decidida que conocía. Sus hombros estaban ligeramente encorvados y su barbilla no estaba acostumbradamente alta. La omega miró el vaso e alzó su mano suavemente para tomarlo pero en cuanto sus dedos tocaron los de él por accidente soltó el vidrio derramándose el contendido en la cama y ella en el otro extremo otra vez temblando.

Falcon respiró profundo. La impotencia lo estaba matando. Si solo pudiera hacer que el tiempo volviera hacia atrás. Él ansiaba despertar con ella entre sus brazos y volver a comérsela a besos, no que le huyera a su tacto. Retrocedió dos pasos después de recoger el vaso para volver a prepararlo y dejarlo sobre la mesita de noche.

-Saldré un momento para que te sientas más cómoda- la desilusión pareció en su rostro –dejaré tu medicina aquí, si deseas algo puedes pedirlo o llamarme al celular- rodeó la cama y se dirigió a la puerta pero antes de cerrarla en su espalda se giró levemente- Silver, yo tampoco quería que las cosas fueran así, realmente lo siento-

EL clic de la puerta derrumbó todo el ánimo de la omega. Las lágrimas corrieron por sus mejillas y enterró el rostro en la almohada opacando sus audibles sollozos. Sabía que no había sido intención de Falcon lo que había pasado, estaba en su naturaleza, pero aun su cuerpo recordaba el dolor y el rechazo a ser tomada tan violentamente.

Ahora estaba la encrucijada. Por una parte temblaba ante él pero por otra había algo dentro de ella que le hizo sentirse mal cuando el alfa abandonó la habitación dejándola sola. Se tocó el pecho, cerca del corazón, un dolor comenzaba a acumularse allí y respiró entre jadeos para aliviarlo. Ahora ni ella misma se comprendía.

Falcon bajó por el elevador hacia la cafetería del hotel y pidió el café más fuerte y grande que tuvieran. La cafeína le daría el golpe de fuerza que necesitaba para buscar una solución a la respuesta que buscaba. Sintió el celular vibrar en su bolsillo y el nombre que apareció en la pantalla era la persona que menos quería escuchar. Aun así lo respondió, ignorarlo solo empeoraría las cosas. Zacarias era capaz de presentarse allí en solo pocas horas cuestionándolo de por qué no le respondió.

-Dime- descolgó sin muchos ánimos.

-Y bien ¿cómo te llevó tu celo, está a salvo tu omega?-

Aquellas palabras lo hicieron sentirse peor.

-Zacarias, necesito tu ayuda, ocurrió lo único que yo no quería-

Lo único que pudo escuchar por parte del otro alfa después de suspirar fue

-Lo sabía-

YOMEGA. Destinada a ser suya (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora