Cordura?

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El cuerpo completo de Zacarias temblaba, tanto que le costaba terminar de quitarle la ropa a aquella endemoniaba omega que su olor lo estaba volviendo loco. Había mandado su control de vacaciones, pero su conciencia insistía en acompañarlo y eso no presagiaba nada bueno.

Mordió y lamió el lóbulo de la omega mientras ellas se retorcía bajo su cuerpo friccionando cada zona que pudiera alcanzar, era como si ella estuviera solo en una nebulosa de placer. Zacarias apretó su cadera contra la de ella entre sus piernas buscando algo de alivio que no llegaba, mientras más tiempo pasaba con ella más duro se ponía.

La ansiedad pudo con él y al no tener resultados intentando quitar la ropa de forma civilizada la arrancó dejando solo la ropa interior blanca. Levantó la cabeza y se relamió. Su cuerpo era delgado, quizás un poco de más pero tenía una cintura marcada así como redondeadas caderas que la ropa no le hacía gala. Una de sus manos recorrió el borde de su torso sacándole un gemido a la omega. Su olor se volvió más fuerte y Zacarias tuvo que cerrar los ojos, si seguía así no necesitaría estar dentro de ella para llegar al orgasmo, su miembro palpitaba tan fuerte que resultaba doloroso. Era la primera vez que se sentía de esa forma con una omega específicamente y eso que él tenía un buen currículo de experiencia.

-Ah, eres deliciosa- exclamó con sus ojos dilatados de la excitación.

Jadeó antes de sacudir la cabeza. Dirigió sus labios hasta el sujetador y lo arrancó con los dientes dejando el par de montículos a su alcance. Se relamió y tomó uno entre sus labios mientras el otro lo apretaba. La omega debajo de él se contorsionó temblando y jadeando, estaba fuera de sí. El alfa bajó su mano más allá de su ombligo y palpó por encima de la braga sintiendo la tela empapada al igual que sus muslos. Se estremeció satisfactoriamente.

-Estás muy húmeda y suave aquí abajo- gimió contra el oído de ella dejando que dos de sus dedos corrieran la tela y se introdujeran por completa no mostrando resistencia alguna.

Los brazos de la mujer se enrollaron en su cuello y buscó sus labios. Zacarias corrió el rostro terminando este en su mejilla recibiendo un gruñido de insatisfacción pero que él ignoró. Había una regla que por más excitado que estuviera no la rompía y esa era besar a cualquiera que no fuera a ser su pareja de vida. Lo había decidido de pequeño y él era un alfa de palabra. De todas formas no dejó que ella se sintiera insatisfecha. Dejó un trillo de besos por todo su cuello evitando el collar de baja calidad que sabía que no podría detener su mordida si él perdía el sentido. Esos collares estaban diseñados para alfas de menor estatus, él no entraba precisamente es ese grupo.

Erika gimió frotándose aún más queriendo él olor de él y buscando alivio para su tortuosa locura. Zacarias no la haría esperar más. Se incorporó y rompió uno de los condones con los dientes poniéndoselo y volvió a dejarse caer sobre la mujer. Estaba más ansioso que otras veces.

-Tranquila- le murmuró contra su mejilla abriendo más sus piernas con sus muslos, su interior palpitaba tanto que lo invitaba a entrar y él no se negaría. Apartó otra vez la tela de las bragas volviendo el acto más sensual y con un solo movimiento de sus caderas dio una profunda estocada llenándola. Las paredes internas de ella se abrieron ante la potente invasión sacándolo un sonoro gemido a la chica que sus ojos se llenaron de lágrimas.

Zacarias esperó un poco, sosteniéndose de sus brazos, hasta que ella se acostumbrara a su tamaño, dándose cuenta que a pesar de estar en celo estaba muy estrecha. No era virgen pero desde hacía mucho no debía de mantener relaciones. Un sentimiento posesivo cruzó por él, preguntándose quien habría sido el primero. Esa parte alfa era muy salvaje y sus colmillos picaron. Si la marcaba no sería de más nadie, solo de él. Se abofeteó mentalmente volviendo a la realidad. Ella solo era una omega a la que le estaba, prestando un favor, para decirlo de alguna manera, no debía inmiscuirse mucho, él nunca lo hacía.

Una vez sintió que ella volvía a estar lo suficientemente húmeda y dilatada para él comenzó a moverse, primero lento pero sin perder fuerza y una vez que la oyó gemir y temblar volvió el vaivén más intenso. Demonios, todo su cuerpo era una fibra nerviosa, Zacarias sentía que podía estar así por una eternidad. Tener sexo con esta omega en celo era lo mejor que había experimentado hasta el momento. Todo se acoplaba al de ella perfectamente haciendo que las sensaciones fueran tan intensas que su mente se ponía en blanco y podía disfrutar sin tener alguna fórmula en la cabeza.

Bajó la cabeza y la enterró en el cuello de Erika buscando su glándula, ese olor, le encantaba esa fragancia. Hacía que la excitación interna tomara otro nivel. Quería morderla, quería marcarla, hacerla suya, pero no lo haría. Se mordió el labio interior con frustración. El celo de ella lo hacía pensar irracional.

Tomó el brazo de ella y la giró como si fuera una muñeca, la mujer era un manojo de gemidos y apenas su tenía fuerzas para responder. Tomó los bordes de su cadera y la alzó volviendo a penetrarla con fuerza mientras su torso se quedaba contra el colchón. Zacarias se inclinó y dejó una línea de besos en la delgada espalda hasta llegar a su cuello y sus dientes rasparon el material del collar. Cada parte de él le dictaba que lo rompiera y enterrara los colmillos en la tierna piel de la nuca, así toda su angustia terminaría, pero en su momento de lucidez dejó sus colmillos se enterraran en su propio brazo. No rompería su palabra, apenas se conocían, no condenaría una omega solo por no ser racional.

La sangre corrió manchando las sábanas una vez soltó su miembro, no le importó, ya lo curaría después. Movió con más fuerza su cadera llenado la habitación de sonidos obscenos, incluso gemidos salían de sus labios hasta que el interior de la omega lo apretó con fuerza anunciando el orgasmo de ella. Zacarias sonrió, él era un excelente amante y siempre dejaba que sus parejas llegaran primero para después de hacerlo él, pero nunca se esperó que su cuerpo lo traicionara de esa forma haciéndole gruñir. Todos sus músculos se tensaron, un calor abrasador recorrió sus muslos y la presión de la liberación lo dejó sin aliento.

Rápidamente anudó dentro de la omega dejándolos unidos hasta que este disminuyera, llenándola de su esencia. Desde su posición la veía gemir con su cabella sobre la almohada envuelta en un mar de cabello, sus labios abiertos transpirando, hinchados y húmedos. Ý él no se pudo resistir en el estado que estaba. Agarró la barbilla de la mujer y torciendo la espalda acercó sus labios a los de ella sin darse cuenta que él mismo rompía la línea que había trazado, la besó. Ya después trabajaría con las consecuencias, ahora, en su nivel de éxtasis, solo quería sentir más.

Zacarias cayó de lado y rodeó su cintura atrayéndola hacia él. Si no fuera por el condón las posibilidades de dejarla en estado serían grandes, algo que él no quería por el momento. La sintió tranquila. Los omegas en celo descansaban cuando el nudo se formaba dentro de ellos y por la intensidad con que esta mujer pasaba sus períodos debía estar agotada. Zacarias aprovecharía estos momentos para, además de ir a la tienda a comprar provisiones para los tres días que le esperaban, alimentarla e hidratarla correctamente, si ella empezaría su tratamiento debía estar en su mejor estado para soportar los medicamentos.

Erika abrió sus ojos lentamente. La nebulosa de su cabeza apenas le permitía pensar. No sabía de su cuerpo que parte le dolía más. No recordaba nada, algo no demasiado novedoso en su vida. Tenía inmensas lagunas mentales que ya no se tomaba el trabajo de llenarlas, ellas simplemente estaban ahí y tal vez era mejor no tocarlas.

Cuando su vista se enfocó medianamente se dio cuenta que estaba en su habitación y no tenía idea de cuando había llegado allí, lo último visible en su mente era ella en el hospital, después en la parada y por último un reflejo dorado ondeándose delante de ella más nada. Se sentó levemente, había feromonas a su alrededor y eso la hizo consiente de que también estaba cayendo en celo antes de salir del hospital, entonces cómo había llegado allí.

No solo estaban sus feromonas, había de alguien más y eran fuertes, posesivas y bañaban su cuerpo completamente. Su cuerpo...miles de marcas lo recorrían, tanto de besos como otras. No había rastro de semen ni de otros fluidos en su piel pero a evidencia era tal que no había dudas de que había tendido sexo con alguien pero ¿quién?

Un suave ronroneo se escuchó a su lado y fue cuando cayó que no estaba sola en la cama, sus sentidos estaban tan entumecidos que no lo había notado. La colcha se removió suavemente y corrida a un lado dejando ver a un hombre desnudo que se frotaba los ojos y su cabello estaba hecho un desastre, más no perdía sensualidad.

-¿Buenos días preciosa, qué hora es?- este le sonrió recostándose a la almohada.

Erika abrió los ojos ¿En qué momento de la película el doctor que la había atendido antes se había metido en su cama?

YOMEGA. Destinada a ser suya (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora