Loco?

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Erika entró en su apartamento y en cuanto cerró la puerta pegó su espalda en ella. Se desplazó hasta quedar en el suelo con la mirada puesta en su maleta, delante de sus ojos. No pudo evitar que nuevas lágrimas silenciosas salieran de sus ojos.

No pasaron muchos segundos para que respirara profundo acallando los sollozos y se limpiara las mejillas. Llorar no solucionaba ninguno de los problemas, ni siquiera los minimizaba.

Oyó el celular vibrar en su bolso y por un momento fue a cogerlo rápido, como siempre ocurría cuando normalmente era Zacarias, pero no. Recordó, por no sabía que vez, lo que había ocurrido en el hotel. Su muñeca latiendo era un recordatorio constante de su locura.

Apretando los labios buscó el teléfono y observó aquel número estaba en la pantalla. De verlo tanto ya se lo sabía de memoria a pesar de que no quería. Ni siquiera lo había registrado, pero esta vez, no era como si pudiera ignorarlo.

Lo descolgó pero no habló. Aquella voz masculina se escuchó del otro lado.

-Hola cariño- sonaba realmente feliz- Estoy feliz que al final me respondieras. Disculpa que haya tenido que usar el celular de tu jefa para contactarte pero me estabas ignorando. Me puse ansioso. Ya sabes como soy-

-No lo sé Nolan- ella habló mortalmente seria- Nunca sueles mostrar tu verdadero rostro-

Un largo silencio antes de que el alfa volviera a hablar.

-Vamos cariño ¿estás molesta?- hubo una risa del otro lado de la línea- Sabes que no debiste correr de mí como lo hiciste, eres mi destinada y sabes que no me equivoco. O acaso nuestros momentos del pasado, cuando éramos unos adolescentes los vas a desechar tan fácilmente. Tuvimos buenos momentos y el sexo era genial-

Erika no habló. Parte de sus recuerdos estaban volviendo pero aun había algunas lagunas que debía completar, aunque lo que a ella le interesaba estaba en su cabeza. Se había esforzado en abrir esa parte de su mente y dejado salir los recuerdos que ella misma había sellado. La cicatriz siempre había sido una excusa y tenía sus razones para ello.

-Bueno querida, a diferencia de ti que estabas de vacaciones yo tengo trabajo y no tengo tiempo para ti. Saldré de viaje de negocios por al menos medio mes. En ese tiempo prepara todo y recoge. Cuando vuelvas volveremos a mi casa y no quiero excusas. Ya hablé con tu jefa para que te del pago completo del mes, no tienes que ir más después de eso-

-Pero es mi trabajo- ella abrió los ojos aún más grandes.

-Ya no cariño, eres una omega, mi omega, tu trabajo es atenderme a mí como alfa, como antes. ¿Si preciosa? Y no me repliques que no quiero discutir contigo, estoy de muy buen humor. Nos vemos- y colgó.

Erika se quedó con el celular pegado a su oreja dando timbres después de que la comunicación fuera cortada y tuvo el impulso de lanzarlo pero se contuvo. No debía ser tan impulsiva otra vez.

Apretó el aparato hacia su pecho y enteró la cabeza en sus rodillas intentando regular su respiración. Se estaba volviendo loca.

No quería dejar de trabajar, amaba su oficio más de lo que siempre decía. No quería dejar este apartamento donde estaban sus cosas, cosas que había comprado poco a poco y con ayuda de Zacarias.

Zacarias. No quería tampoco apartarse de su lado.

Pero esta vez no era algo que podía evitar. Nolan era su destinado y ella era su omega, una omega de constitución débil que sabía que no podía negarse a sus mandatos. El destino de los alfas y omegas estaba escrito, eran tanto una bendición como una maldición.

***

Erika terminó de guardar en el armario la última prenda que había terminado de lavar y se quedó mirando el closet. Capaz que esta fuera la última vez que pudiera poner su ropa a voluntad.

YOMEGA. Destinada a ser suya (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora