-¿Todo bien?-Bob me miró preocupado al ver que no me sentaba.
-¿Podemos ir a algún sitio? Necesito salir de aquí.
-Claro.-se levantó.Empezamos a caminar, yo solo lo seguía sin saber a dónde estábamos yendo.
-¿Qué pasa, Samala?-rompió el silencio que habíamos mantenido durante dos manzanas.
-Nada.-me abrazaba a mi misma sin levantar los ojos del suelo.
-¿Mick te ha dicho algo que no debía?Suspiré y asentí.
-Los estaba viendo hablar por la cristalera.
-Es un gilipollas.-sentí que mis ojos se llenaban, haciéndome ver cada vez más borroso.
-Ven.-tomó mi mano para guiarme a una parte de césped y árboles en el parque por el que pasábamos.Como iba un poco por delante de mí, me sequé los ojos antes de que empezasen a gotear. Nos sentamos con las espaldas apoyadas en un árbol de tronco bastante grueso.
-¿Qué ha dicho?-sentía su mirada sobre mí pero no era capaz de levantar la cabeza.
Le conté lo del beso, su sabotaje a mi relación y lo que me había dicho.
-Es un imbécil.-su tono de voz se había endurecido-Mírame.-lo suavizó al dirigirse a mí.
Obedecí y puso una mano en mi mejilla, acariciándola suavemente.
-Tú no eres poca cosa. Eres una chica preciosa y muy buena que él no se merece. No deberías hacerle el más mínimo caso, ya sabes cómo es y si se conforma con una cualquiera...-se encogió de hombros y tomó mi mano-El problema no lo tienes tú, sino él y su ego. Se cree que puede conseguir a quien quiera y no es verdad; en serio, no te sientas mal por un tipo como ese.-me miró con sus ojos tan claros que parecían transparentes.
-Gracias, Bob.-besé su mejilla-Eres muy lindo.
-En cuanto lleguemos a la siguiente ciudad, te buscaré.-sonrió.