-En cuanto lleguemos a Los Angeles voy a aprender a tocar algún instrumento nuevo y...quizás escribir.
-Creo que deberías hacerlo.-asentí.
-¿Me ayudarías?
-Claro.-sonreí ilusionada-Sería genial.
-No es necesario, Keith y yo escribimos las canciones; tú solo las tocas y te callas.-impuso.
-Mick...-intervino Andrew.
-Déjalo,-lo paró el rubio-no aguanta la idea de perder protagonismo.
-No lo puedo perder, ya soy el protagonista, tengo la atención y el cariño del público-me miró por un momento y me di cuenta de que no hablaban del espectáculo-y eso es algo que tú nunca tendrás por cobarde.-se levantó-Al público ya no le gustan los cachorritos, Brian.-salió y miré al nombrado.Podía ver en sus ojos que le habían dolido esas palabras.
-No sé qué le pasa últimamente.-suspiró el mánager.
Tomé la mano del rubio y la estreché con fuerza.
-No le hagas caso.-susurré cuando los demás volvieron a entablar conversación.
Sonrió muy levemente pero no comió mucho más y al poco se fue a la habitación, lo seguí para hablar con él.
-Oye...
-Estoy bien, Sami.-salió al balcón y puso un cigarrillo entre sus labios.
-No lo estás, Brian.-me apoyé a su lado en la barandilla viéndolo expulsar el humo lentamente.
-No te preocupes, lo estoy.-forzó una sonrisa.
-Sé que no pero si no quieres hablar, solo me quedaré a tu lado ¿vale?-lo miré y asintió.