Lola;
En el avión pude dormir la mitad del viaje, aunque las otras seis horas la pasé entre los libros o en mis pensamientos.
Después de despertarme de la tremenda siesta que me había pegado, sentí el arrepentimiento de haberme chapado a Valentín en el aeropuerto.
No tenía explicaciones para lo que había hecho, estuvo mal porque no debí haberlo hecho después de todo lo que había vivido por él, después de la apuesta, mi recaída en la drogas, y mi depresión.
No debí haberlo hecho, porque las probabilidades de volver a engancharme con Valentín estaban ahí, y era obvio que lo volvería a hacer. Además de que no sabía que pasaba por su mente, tal vez él quería volver a jugar conmigo, no podía deducirlo bien.
Suspiré caminando por los pasillos del avión, estaba lleno de gente y era cuestión de esperar hasta poder salir. Todavía no caída en que me encontraba en Estados Unidos, después de tanto tiempo deseando estarlo, y si le dijera a la pequeña Lola de 10 años de edad que estaría en EE.UU, no me creería.
5 minutos después estaba a una persona de salir a tomar el aire de Los angeles, el hombre ya había salido y eso significaba que ahora me tocaba a mi. Miré el cielo y estaba muy claro, sonreí con felicidad cuando ya estaba bajando las escaleras y pude tocar con mis pies el suelo, que ya había olvidado la sensación después de 12 horas en un avión.
-Estoy en Los Angeles- Dije en voz baja.
La persona adelante de mi se dio vuelta y me sonrojé por el hecho de que me haya escuchado, pero mucho no me importó, total, no lo conocía de nada.
Caminé hasta el aeropuerto siguiendo a la fila de gente que se dirigía hacia allá, yo no conocía de nada acá, por lo tanto sería más fácil perderme, pero no me daba miedo si me perdiera con más gente.
Sonreí con más firmeza al darme cuenta de que estaba cumpliendo unos de mis sueños de viaje, por fin estaba en L.A. Vi la clásica máquina por donde pasa tu valija, y me paré al lado, esperando la mía.
Cuando vi una azul media vieja, supe que esa era la mía y me preparé para agarrarla, pero mis cálculos fallaron y cuando la iba a agarrar, cayó al suelo abriéndose.
-Uh, la puta madre- Maldecí.
Comencé a juntar mis cosas y una mano proveniente de un pibe, con más o menos de mi edad, me ayudó.
Sentí la vergüenza aumentar cuando levantó una tanga que se había caído y su risa profunda sonó en mis oídos. No podía ni verlo a los ojos, sentía que me avergonzaba cada vez más.
-Ya está, valija llena- Dijo divertido con un típico acento Argentino.
Yo asintí y después de unos segundos me decanté por mirarlo a la cara, levanté mi vista y me encontré con un morocho de ojos marrones profundos.
Abrí los ojos con sorpresa ya que estaba bastante bueno, pero no tanto como Valentín.
Me pegué por mi pensamiento, y me puteé intentando convencerme de que debía olvidarlo.
-G-gracias- Le sonreí con timidez.
Él asintió y se dio media vuelta para irse con su valija en la mano. Agarré la mía con firmeza y caminé detrás de él, buscando la salida.
Pasé por una puerta, y en un abrir y cerrar de ojos, un millón de personas esperaban con ansias a los pasajeros que venían del avión en el cual yo venía también.
Vi al morocho juntarse con una chica y dos chicos más, los cuatro me miraron antes de que yo me vaya acercando aún más a la salida, y sin ver a Paulo.
Me decepcioné un toque, pero decidí por no darle importancia. Después de todo, él no tenía ninguna clase de obligación con venir y con tal de verlo luego, yo estaba feliz.
Miré para todos lados, contemplando tremendo aeropuerto que tenía Los Angeles, miré los locales y la gente que esperaba para abarcar, y mientras mis pies caminaban hacia la salida, pensaba en a donde irían. Si viajarían con su familia o solos, si tenían pensado ir a Argentina o a China.
Mis pensamientos fueron interrumpidos por una risa familiar y un lindo "hola" con voz dulce. Me di vuelta enseguida y vi a mi mejor amigo, me colgué a él como un mono y lo abracé por el cuello.
Cerré los ojos con nostalgia y una pequeña lágrima recorrió mi cachete, esa pequeña lágrima se transformó en un millón más.
-Te extrañé, cordobés, te extrañé un montón- Le dije en su cuello.
Su piel se erizó y su risita nerviosa en mi oído me hizo sentir completa. Acaricié su pelo mientras que mis piernas todavía seguían enredadas en su cintura.
No lo veía, pero sé que tenía su sonrisita tímida en la cara mientras que cerraba los ojos como un bebé, lo conocía bastante bien y confirmé mi teoría cuando me separé y estaba igual que como lo había imaginado, incluso más tierno.
-No te das una idea de cuanto te extrañé yo- Dijo segundos después.
Extrañaba su voz, no era la misma que en videollamadas o por audios. En persona era más linda y me hacía querer abrazarlo hasta dejarlo sin aire.
No tenía una mínima idea de cuanto lo extrañaba, de como extrañaba su perfume que se me había olvidado después de meses sin verlo.
Si sabía que lo extrañaba, pero no que lo hacía tanto.
-Pellizcame y haceme despertar de una vez- Dije y sonreí
Me quejé cuando lo hizo y él sólo se elevó de hombros. Lo miré indignada y luego solté una pequeña risa.
-No nos vemos por meses y te pones agresivo, ¿seguís siendo mi Paulo?- Dije divertida.
-Ahora soy el Paulo de todas- Tiró su pelo para atrás.
Me miró con una cara de como si fuera el ganador, y yo me reí más fuerte, tirando mi cabeza hacia atrás.
-Como te extrañé, rubio- Le dije abrazándolo otra vez.
Él sonrió contra mi cuello y sentí toda la piel de mi cuerpo erizarse, hasta incluso si mis más pequeñas células tuvieran pelo, hasta el pelo de ellas se les hubiera erizado.
-Te quiero un montón, Lola- Dijo e inhaló mi perfume- E imaginate que te quiero mucho, y te extrañé más de lo que te quiero
Sonreí y lo llené de besos, por toda su linda carita.
-Nunca más me voy a separar de vos
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maratón 2/2
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Storm ; Wos
Fanfictionfuiste la tormenta que terminó con todo, conmigo y con mis sentimientos.