V E I N T I T R E S

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Lola;

No tenía respuesta para su comentario, no podía corresponderlo porque no sabía que sentía, estos días con Paulo fueron geniales y no tuve el tiempo necesario para extrañarlo. Aunque si, se me hacía raro no escuchar ni saber de él en días, pero no tenía en claro si lo extrañaba.

-No puedo hablar de eso ahora, Valen- Dije lo único que se me vino a la cabeza.

Quise pegarme, y sin hacerlo, únicamente rodé los ojos.

Escuche su sollozo y vi mi mundo caer, pero no pude ni siquiera decirle que no lo haga. Las palabras no salían, y mi corazón roto dolía demasiado para mentirle y que sonriera.

Yo también la pasé mal por vos y no estuviste ahí, Valentín.

Reprimí ese comentario y permanecí en línea hasta que parara y me hablara, pero tomaría su tiempo y lo sé.

Él nunca lloraba, la única vez que lo vi hacerlo fue cuando vimos una película horrible donde se moría el personaje principal. Sonreí al recordar aquella noche, me acuerdo la sensación de mi estómago cuando dormimos abrazados y él se escondía en mi cuello para tapar su vergüenza de una hora antes.

-Valen- Susurré al darme cuenta de que sus sollozos ya no se oían.

Escuché un murmuro del otro lado, pero no dijo nada más. Cortó.

Miré atontada el teléfono, aún sin creer que haya terminado la llamada. Me tiré en la cama, escondiendo mi cabeza en la almohada y ahogué un grito, sin poder retener las pequeñas lágrimas, ellas avanzaron igualmente por mis cachetes.

Tenía el corazón a punto de explotar, dolía y mucho. La cabeza me daba mil vueltas, las preguntas eran constantes y los miles "que hubiera pasado" me hacen sentir como si un cuchillo se retorciera en la parte de mi pecho.

Ahí lo entendí; Yo también lo extrañaba, pero irónicamente ya era momento de avanzar.

Tal vez ambos funcionábamos como amigos, uno para el otro, pero no como novios.

Lo quería pero cuando nos separamos, en ese lapso de tiempo aprendí a quererme, muy de a poco, y casi todo el esfuerzo gracias a Paulo. Era increíble que todo ese esfuerzo se haya ido a la borda y me volviera a encontrar igual -o peor- que la otra vez, cuando tenía asumido de que había pasado esa etapa de mi vida.

Suspiré pasando las manos por mi cara y un pequeño sollozo escapó de mis labios.

-Andate de acá, Valentín- Me toqué la cabeza.

Suplicaba que él tuviera poderes, no sé, qué me pudiera escuchar a lo lejos y que se acoplara a mi orden, pero sus ojos celestes aún me incomodaban y me daban ese dolor intenso en la zona de mi pecho.

Sus besos seguían pegados a mi mente, no querían irse. Sentía como el mundo se me venía abajo porque sabía que por más que los dos quisiéramos, no podría volver a tenerlos; porque no nos hacía bien a ninguno de los dos.

-Lo- Dijo una voz tan familiar entrando a mi habitación con delicadeza.

Un sonido de aceptación salió de mi boca esperando que no se diera cuenta de mi mal estado y que hablara para luego irse, por primera vez no tuve ganas de que Paulo estuviese conmigo, ni nadie.

Quería soledad.

-¿Vas a comer?- Preguntó.

Yo asentí con la cabeza, no escuché de vuelta la puerta cerrarse o mínimo un ruido de que se había ido, ni siquiera sus pasos tan sigilosos, por lo tanto expresé nuevamente un sonido de aceptación con mi boca.

-¿Queres o no, Lola?- Volvió a insistir.

Rodé los ojos y me preparé para hablar, aclaré mi garganta y hablé.

-S-si- Sin previo aviso un sollozo escapó del fondo de mi garganta, delatándome.

Segundos después sentí los brazos de Paulo levantarme y colocarme bien sobre la cama, mirando mi cuerpo hacia el pero mis ojos se centraron en las sábanas.

Levantó mi mentón con una mano y por primera vez en todo el día, mis ojos conectaron con sus ojos tan sinceros y claros. Acarició mi cachete con delicadeza y sin darse cuenta, seguramente, mordió su labio inferior.

Me abrazó y al estar tan débil, comencé a llorar ensuciando toda su remera con maquillaje. Justo hoy venía a maquillarme, soy una ridícula encima no me sirvió para nada.

-Decime que no fue Valentín porque te juro que le encajo una- Dijo con su tono tan cordobés.

Me robó una sonrisa que escondí en el cuello de la remera, aunque sé que él logró sentirla.

-No le encajes una piña- Hablé segundos después.

Mi mejor amigo me apretó aún más contra su pecho y dejó un beso en mi pelo, yo solo cerré los ojos y disfruté el tacto de su cuerpo con el mío.

Te quiero

Pensé para mi misma y no me sentía con fuerzas para decirlo, por lo tanto lo pensé pero lo reprimí.

-No dejes que un culeado como ese te arruine todo lo hermosa que sos, física y mentalmente, porque sos hermosa por todos lados de donde se te mire- Me dijo separándome de su cuerpo.

Yo me enderecé y lo miré con ternura, acariciando su cachete con mis dedos de forma suave y lenta, deleitándome con cada parte de su cara.

Sus ojos claros se clavaron en los míos y acomodó sus manos en mi nuca, arrancándome un escalofrío. ¿Qué estaba pasando? Solo podía preguntarme eso, mientras que mis dedos tomaban el control de mis acciones, y recorrían sin piedad sus labios.

Sentí en la yema de mis dedos como los hermosos labios de Paulo, eran -además de preciosos- suaves.

Las ganas no tardaron en aparecer, pero aún si pensaba en hacerlo me sentía mal, ¿qué le decía luego? ¿Cómo actuaríamos después?

Mi amigo parpadeó un par de veces, moviendo esas pestañas que de tan cerca se veían incluso mejor. Podía ver cada detalle de su cara, las pequeñas pecas que no son visibles a simple vista, pero a esta distancia si.

Su barba que lo hacía ver tan lindo y los pelos rebeldes que le saltaban en la frente y aún más a su costado. Sin pedir permiso dirigí mis manos a su flequillo y lo aparté, viéndolo todavía más lindo.

No podíamos controlarnos, ya estábamos a una distancia completamente ilegal entre "mejores amigos". Nuestras respiraciones chocan, nuestras narices se rozan y falta un leve acercamiento, y la simple valentía de los dos para unir nuestros labios.

-¿Estás seguro?- Cuestioné.

Su mirada estaba brillando más de lo normal, mientras que la mía no se separaba de sus labios, más que unos simples segundos.

-N-no sé- Tartamudeó. -No puedo, Lo

Se separó y salió de la habitación. Sentí mi corazón romperse otra vez, y dirigí mi cabeza a la almohada, una vez más.

Esta vez los sollozos salieron de mi boca y los permití, ya no quería aguantar más las ganas de soltar todo de mi pecho.

No lo soportaba más.

Storm ; WosWhere stories live. Discover now