Capítulo 1: El joven de la profecía

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  En el siglo XVIII entre los magos del reino, existía 7 tipos de elementos mágicos:

- Fuego
- Viento
- Agua
- Tierra
- Oscuridad
- Ilusión
- Tiempo

  Estos poderes eran increíbles para luchar. Al igual que los elementos, los magos se clasificaban por rango de poder:

A) 01% - 20% 

B) 20% - 40%

C) 40% -  60%

D) 60%  - 75%

E) 75% -90%

F) 90%  - 100%

  El imperio de magos era un territorio sumamente grande, dueño de casi todos estos elementos excepto el del tiempo. No había ningún mago capaz que pudiera liberar aquel poder tan majestuoso . Quién fuera lo suficientemente hábil lograría liberarlo, y con dicha capacidad adquirida, podría apoderarse del mundo si era lo suficientemente codicioso.

   El rey Gervasio, un mago que poseía casi todos estos elementos, tenía un libro que enseñaba a como utilizar y despertar cada uno de ellos a través de los altares que cuidaban magos maestros en cada elemento. Por desgracia, teniendo aún todo el conocimiento de ellos, el rey jamás pudo despertar el poder del tiempo, ya que no era lo suficientemente fuerte, teniendo en cuenta que era rango A, con un poder de al menos un 98%. Sin embargo, en aquel libro había una profecía. Un joven iba a poder despertar ese poder algún día. El sería quien acabaría con una asociación de magos malvados que intentarían usurpar el imperio y dominar el mundo, buscaban la fuerza absoluta para su propia conveniencia. Está asociación era bastante fuerte, poseía magos de rango A, B y C...

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  Tras pasar un par de años, una pareja de magos de elemento de viento, llamados Javier y Lúcila, tuvieron un pequeño niño llamado Owen. Ellos eran felices y unidos. No destacaban en el imperio, eran simples ciudadanos promedios trabajadores y humildes, dueños de una pequeña granja en las orillas del reino. A excepción de Lúcila, Javier no era tan solo un granjero, sino también un soldado de puesto intermedio encargado de proteger a las personas desde los límites del imperio.

  Al pasar 4 años desde el nacimiento de su primogénito, deseaban festejarlo, ya que estaba próximo a entrar en el jardín de niños y los padres fueron a comprarle un pequeño regalo en los valles encantados al noreste por las afueras del imperio de magos. Consiguieron un pequeño collar que decía: "El mejor mago de todos". De regreso, por un sendero lleno de luciérnagas, se toparon a unos magos oscuros con una gran túnica negra y desgastada...

  Javier, en defensa de su amada fue a pelear para que su esposa pudiera escapar de los maleantes que bloquearon su camino. Él supo de la situación con solo verla, es por eso que optó por ponerse a la ofensiva contra posibles ladrones. Él era un mago de rango C, y utilizó toda su fuerza en el combate. Creó una ráfaga de vientos cortantes proveniente de las palmas de sus manos, pero estos lo evadieron como si fuera una ráfaga de un simple aprendiz. El capitán de esos magos se posicionó al frente y con una voz extremadamente grave, dijo:

- ¡Ustedes dos vayan por la mujer! - Los secuaces avanzaron de inmediato hacia donde ella intentaba escapar mientras corría desesperadamente.

+ ¡No lo permitiré, haber si evaden ahora mi tornado! - Gritó Javier. Cerró los ojos y levantó los brazos utilizando la mayor energía posible. Un tornado se creó, y empezó ha arrasar con todo lo que estaba cerca del sendero. Los dos maleantes fueron atrapados por él, y los mandó a volar muy lejos de los valles encantados, perdiéndose entre las nubes de aquella noche.

- ¡Maldito! ¡Cómo te atreves a mandar a volar a mis subordinados! - Dijo el líder de ellos molesto. A la luz de la luna, lo único que podía verse de aquel sujeto, eran sus ojos morados, puesto que su ropa cubría todo su cuerpo.

+ Vete de aquí si no quieres que te mate. - Dijo Javier titubeando... - ¡Soy más fuerte de lo que crees, no me subestimes!

- Ja, ja, ja... ¡Soy Gedeón el mago más fuerte del mundo, no me hagas reír! - Levantó un dedo en su dirección a él y en voz baja anunció su destino. - Muere.

+ Pero, ¿Qué? - Una lanza morada atravesó su estomago en un instante y como si fuera una llama ésta, lo empezaba a quemar desde adentro. - ¡Mi cuerpo arde! - El pobre hombre comenzó a encoojerse mientras escupía sangre y agonizaba.

  En un par de segundos, tras la inmovilidad del mago que defendía a su amada, un montón de lanzas oscuras atravesaron cada parte de su cuerpo como si una lluvia lo maldijera. Lo asesinaron como si fuera un diminuto insecto. Todo el cuerpo lo tenía destrozado, era irreconocible. En cambio, el jefe de aquellos maleantes estaba intacto.

  Lúcila sintió un escalofrío y se echó a llorar. Corría muy rápido tratando de salvar su vida a como diera a lugar, pero no tuvo suerte. Cuando creyó que los había perdido, tan rápido como el sonido, la habían atravesado con una espada en el corazón, matándola al instante. Ella quedo tirada en el suelo con un charco de sangre a su alrededor, y en su mano derecha, yacía el collar para su hijo que los esperaba en casa. Gedeón era un tipo que mataba por diversión y buscaba apoderarse de todo el reino.

En esa misma noche, luego de aquel atroz incidente un pequeño susurro del viento le llegó a los oídos de Owen...

- Eres el mejor mago del mundo. ¡Te queremos mucho Owen! - Eran sus padres despidiéndose con sus últimos alientos comunicándose a través de su magia. El pequeño estaba en la sala de casa sentado en un sillón esperando a que volvieran sus padres de traer la sorpresa que le habían prometido, pero eso jamás iba a suceder. Cuando escucho el susurro del viento, pensó que lo había imaginado, pero decidió creer cuando alguien se acercó a tocar la puerta.

-Toc, toc. -Sonó la puerta.

Owen fue contento a abrir la puerta. Pero al girar el picaporte y abrirla, solo vio a unos médicos con un rostro serio y con la gorra en sus pechos...

- Lo lamento hijo. - Hizo una breve pausa al ver la reacción del niño. - Tus padres ya no están... - Dijo uno de ellos.

+ ¿Cómo que no están?- Preguntó Owen con un poco de temor.

- Están en un lugar mejor, lo siento niño. - Levanto su mano con una pequeña caja envuelta con papel de regalo. - Toma este collar, es el regalo que planeaban darte tus padres. - Lo decía con gran lastima y ascendió la cabeza tratando demostrar respeto y dolor por lo sucedido.

  El pequeño niño se echó a llorar desconsoladamente. A pesar de ser tan pequeño, el lazo que tenía con ellos era único, no pudo hacer mas nada que tirarse al suelo a gritar y suplicar.

+ ¡Mamá, Papá! - El rostro se le inundaron de lagrimas. - ¡No pueden estar muertos! - Golpeaba el piso un poco enojado creyendo que su muerte fue se culpa, por no ser un buen hijo. - ¡Por favor no me dejen solo, seré el mejor mago como tu eras papá! - Era incontrolable y partía el alma a los médicos que sentían impotencia por la inseguridad en el reino. - ¡Pero, por favor vuelvan! - Sus gritos eran totalmente desgarradores.

  Los médicos no tuvieron otra opción que anestesiarlo para que se calme, y así, poderlo llevar a un orfanato. De esta manera, comenzaría la historia del joven de la profecía, quien buscaría la venganza y la salvación del imperio años después...

Los caminos de la magiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora