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-hola tin, ¿cómo estas?- preguntó el chico, con una sonrisa. Pedro al escuchar eso se puso celoso.

-bien, muy bien. ¿Y vos?- formuló el pelinegro con una sonrisa y estallando de felicidad. Vio al chico y este sonreía de una manera muy linda, pero no se veía tan lindo como su novio.

-demasiado bien, es más, el lunes me voy a Estados Unidos.

-wow, te felicito, ojala la pases hermoso Dami.

-gracias tin- en este momento Pedro estaba muy celoso, pero no lo quería aceptar. Se paró del sofá y se dirigió a la puerta, para abrazar a Martín por la cintura.

-hola, soy Damián, un amigo de tin- saludó el chico, con una sonrisa muy hermosa.

-hola, soy Pedro, el novio de Martín- respondió el castaño, tratando de sonar lo más bien posible. -¿y a qué se debe tu llegada?- preguntó con una sonrisa falsa.

-nada, tipo, vine porque quería ver a Martincito- respondió Damián, acariciándole el cabello a el pelinegro.

-ah- dijo Pedro sin interés, y con su hermoso rostro serio.

-bueno tin, yo ya me voy yendo. Sólo venía un rato, porque tengo que ir a la casa de mi mamá.

-bueno Dami, nos vemos y que la pases lindo en tu viaje.

-gracias tin, chau Pedro.

-chau- respondió Parnenzini, sin ningún tipo de emoción.

Al ver al chico caminar hacia atrás, el bajito cerró la puerta y se dio vuelta, viendo a su novio sentado en el sofá mirando su celular. El pelinegro se acercó a Pedro y se sentó alado de el castaño. Lo miró con una sonrisa, sabía que estaba celoso.

-¿estás celoso?- preguntó Martín con un tono burló y con una hermosa sonrisa.

-no- respondió Pedro, con un tono seco y medio enojado. El pequeño rió leve, le parecía tan tierno que Pedro se ponga celoso.

-admitilo.

-no.

-admitilo, dale. Admití que estás celoso- dijo el pelinegro con una sonrisa.

-no estoy celoso- dijo el castaño, serio y con el tono mas seco posible.

-admitiloooo- habló Kovacs, como si de un niño pequeño se tratara.

-¡Bueno está bien! ¡Lo admito, estoy celoso! ¿Feliz?- exclamó Parnenzini, haciendo que el bajito se ría y se siente en el regazo de el mayor.

-Amor, Damián es sólo un amigo de mi infancia, no te pongas así. Yo ta año a vos y a nadie más, además el tiene novia.

-¿A mí y nadie más?- preguntó el mayor, tomando la cintura del pequeño y acercando sus caras.

-a vos y a nadie más- afirmó el pelinegro, el mayor tomó un tanto mas fuerte la cintura de Martín y acercó mas sus rostros. Haciendo que sus labios rocen.

-¿mío y de nadie más?- preguntó una vez más el castaño, con un tono de voz bajo.

-t-tuyo y de n-nadie m-más- dijo Kovacs, medio nervioso por la cercanía entre ellos.

El más alto sólo sonrió y junto sus labios en un hermoso beso, cortando esa pequeña distancia entre ellos dos. Martín cerró sus ojitos, al igual que su novio, disfrutando de ese momento tan lindo. Al separarse, se miraron con una sonrisa, uniendo sus frentes.

-Te amo- habló el menor, robándole un pico a Parnenzini, haciendo que este suela una leve risa.

-Yo te amo más- respondió Pedro, para luego, unir una vez más sus labios.

El pelinegro se bajó del regazo de su pareja y se sentó alado de este. Colocó su cabecita en el hombre de el mayor y miró a la televisión, el castaño sólo lo miraba con mucha ternura.

-perdón bebé.

-¿perdón? ¿por qué- preguntó el bajito, levanto su cabecita y miró a Parnenzini.

-por ser celoso..- dijo el mayor con su cabeza a gacha, el de lentes sólo sonrió.

-no pasa nada amor- respondió Martín, para luego levantar un poco más su cabeza y darle un beso en los labios. Haciendo que Pedro sonría

Parnenzini abrazó al pequeño por el hombro, haciendo que el bajito ponga su cabeza en el pecho de su novio. Una situación realmente hermosa, cualquier persona que los viera, diría que son hermosos los dos juntos. Siguieron mirando la serie preferida del pelinegro, ya que hoy había nueva temporada y por nada del mundo se lo perdería.

Cuando terminaron de ver la serie de Netflix, se fijaron la hora. Eran las 8:15, por lo que ya se tendrían que ir preparando. Así qué el pelinegro se levantó del sofá y caminó hasta las escaleras, para subirlas e ir a su habitación. Una vez dentro de esta, fue a su placard y sacó un conjunto de ropa, para dirigirse al baño. Una vez allí comenzó a bañarse.

Cuando terminó de hacer tal acción, se dirigió a su habitación y empezó a vestirse con la ropa que había elegido anteriormente. Se puso: un jean negro con cortaduras en las rodillas, una remera amarilla con un estampado de Básquet (ya que no hacía frío), y sus zapatillas Nike amarillas. Salió de la habitación, bajó las escaleras y se encontró con su novio acostado en el sofá. Se acercó al castaño y vio que este estaba durmiendo. Sonrió para sus adentros y se acercó al mayor.

-amor... Pedro... Despertate- hablaba el pequeño, con dulzura, mientras le daba besos en la cara al castaño.

-mmm- decía Pedro, con un tono adormilado. El pelinegro soltó una leve risita y le dio un beso en los labios.

-dale amor, arriba- dijo Martín, haciendo una seña con sus manitos para que se levantara.

-quiero dormir bebé- formuló el castaño, con su voz algo ronca.

-no, levantate dale.

-bueno, pero si me das un beso- el pequeño sólo sonrió, para tomar a Pedro por sus mejillas y darle un hermoso beso.

-ahora, anda a bañarte.

El castaño sólo soltó un gruñido, algo molesto. Se levantó de el sofá, camino hasta las escaleras y las subió. Entró a la habitación de el de lentes, se buscó un conjunto de ropa y fue al baño, para poder bañarse.

Una vez que terminó dicha acción, salió del baño con una toalla enrollada en su cintura, de color cremita. Se cambió con ropa, de el típico estilo Yankee y salió de la habitación. Bajó las escaleras y se sentó alado del pelinegro. ¡Dios! Que chico más hermoso.

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