15.

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Se quedaron en el sofá, mirándose. El castaño se empezó a acercar al pelinegro, haciendo que este se acerque también. Cortaron cualquier tipo de distancia entre ellos, con un hermoso beso. Cada vez que se besaban sentían que estaban en una burbuja o que tocaban el cielo. Al separarse el bajito sonrió medio tímido y con las mejillas coloreadas de un color rosa muy lindo. El mayor le robó un pico a Martín, haciendo que suelta una leve risa.

—¿hoy queres ir a un boliche?— le preguntó Pedro. Martín solo hizo una cara de confundido.

—¿nos dejaban salir de joda?.

—no, pero puede quedar entre nosotros— le dedicó una sonrisa, tomó las manos de el pequeño y le dio un beso.

—ok, pero si mi mamá se entera, vos te vas a ser cargo.— dijo lo más serio posible, para después soltar algunas risitas.

—bueno bebé. A las 9:30 de la noche, anda cambiandote.— soltó las manitos de su novio y se levantó del sofá, ya que tenía que ir al baño.

—oki.

El castaño le tiró un beso en el aire al pequeño, haciendo que este largo algunas risitas mientras negaba con su cabecita. Martín se sentó en duro piso de su casa, prendió la televisión y se puso sus caricaturas favoritas. Algunos podrían decir que era muy infantil por mirar caricaturas con dieciséis años, pero era totalmente normal, además. Se negaba a que lo obliguen a que no viera sus dibujitos.

Después de unos minutos, el mayor salió del baño, bajó las escaleras y vio una de las imágenes más tiernos que pudo ver en su vida. Su novio estaba sentado en el piso y viendo la televisión. Se acercó muy lentamente hacia el pequeño, sin hacer tanto ruido y lo asustó. Haciendo que el pelinegro de un saltito.

—¡Pedro!, ¿sos o te haces?— miró al castaño medio molesto, y este solo lanzaba carcajadas.— ¿de qué te reís? Mogo... No Martín no digas la N word.— habló Kovacs para si mismo y, su novio lo miraba con una sonrisa.

—si solo fue un susto. Veni dame un besito— hizo el pico de pato, esperando que el de lentes le de un beso. Pero no sucedió.-aaahh, dale de un beso.

—no, ahora estoy enojado— se cruzó de brazos como si un niño pequeño que quiere un chocolate y la madre no se lo quiera dar.

—daleeee— pidió el castaño. Se sentó como chino alado del pelinegro y lo abrazó por la cintura, pero Martín simplemente lo ignoró.— dale, dame un beso.— insistió.

El bajito volteó su cabeza y vio a su novio con un pucherito. Se acercó muy lentamente al castaño, este ya deseaba tocar los suaves labios de su novio. Ya estaban por besarse, pero el pequeño amagó en besarlo. Osea, rozó sus labios, pero no lo besó, dejando al mayor con ganas de besarlo. Pedro fruncido el ceño y miró a Martín.

—¿y mi beso?.

No le alcanzó a decir otra palabra, porque inmediatamente el pelinegro junto sus labios en un hermoso beso. Tomó a el pequeño de la cintura, haciendo que este enrede sus bracitos en el cuello de Parnenzini, haciendo que el beso se profundizara. Estuvieron así, más o menos un minuto, pero se tuvieron que separar por el maldito aire.

—te amo— dijo Martín, mientras le acariciaba el rostro a Pedro con una de sus manitos.

—yo te amo más— respondió el castaño. Le robó un pico a el más bajo y le sonrió.

Martín se colocó entre el pecho y cuello de Pedro, depositando besos en aquella zona. Sonrió en el cuello de el mayor y se pusó en su pecho, mirando otra vez su caricatura favorita, pero esta vez... Con su novio.

Cuando la caricatura de Martín terminó. Se fijaron la hora y eran las 3:30 de la tarde. A esta hora la gente tendría que estar dormida, pero Martín era capaz de no dormir por ver su dibujito. Se levantaron del sofá y se miraron.

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