Por una molesta melodía que provenía de un celular, el castaño abrió sus ojos color marrón, para después largar un bostezo. Levantó su cabeza, un poco confundido, agarró su celular, lo desbloqueó y atendió la llamada.
—¿hola?.
—bro, soy yo tu amigo fiel. Te quería decir si queres venir a mi casa, acá con los pibes vamos a hacer una ¿joda?, por así decirlo
por el cumpleaños del cabeza de ventilador.—sí negro, ¿cuándo es y a qué hora?.
—el martes a las 9:00. Hay escabio, música y un par de minitas.
—bueno amigo, a la noche me tenés ahí.
—okay oreja, nos vemos.
Dejo Nahuel desde el otro lado de la línea, el castaño cortó la llamada y apagó el celular para dejarlo en la mesa de luz del pelinegro. Se acostó una vez más, largando un suspiro, miró a el pequeño y este seguía durmiendo muy tranquilamente. Se fijó la hora y recién eran las cinco y media de la tarde, a esta hora la gente estaría paseando. Tomó la cintura de Martín y lo apegó a él, quedando muy cerca de el hermoso rostro del de lentes. Miró la carita de Kovacs, haciendo que inconscientemente, se le forme una sonrisa en sus labios. Vio como su novio, poco a poco abría sus bellos ojitos. Para después, despertarse por completo.
—bebé, ¿se te pasó?— posó una de sus manos en la negra cabellera del pequeño y empezó a acariciar el suave y sedoso cabello del pequeño.
—sí— respondió con sus ojitos cerrados, colocó su cabeza en el pecho del mayor y se escondió ahí.
—¿querés ver una peli?— preguntó el más alto, mimando a el menor.
—bueno— respondió con una leve sonrisita. Salió del pecho del mayor y miró la televisión.
El castaño pusó una película que había salido recientemente, Aladín se llamaba la película.
Cuando esta terminó, el castaño miró la hora, eran las 6:30 todavía era muy temprano. El pelinegro se subió arriba del mayor y juntaron sus labios en un hermoso beso. Podían sentir los suaves y cálidos labios del otro, cualquier beso que se dieran se sentían en el mismísimo cielo. Pero toda esa paz se tuvo que cortar por el maldito aire.
—te amo, mini tomate— dijo el castaño para soltar una leve risita, debido a que el pelinegro estaba con sus mejillas sonrojadas.
—yo también te amo— dijo el pelinegro tapándose su hermosa carita sonrojada.
—¡no te tapes!— exclamó el mayor con una sonrisa en su rostro, el bajito se destapó su hermosa carita y lo miró.
—sos hermoso ¿sabías?— preguntó Martín, y le dio un pico a el mayor.
—sí, pero vos sos el doble de hermoso— respondió el castaño, sonriendo. El menor soltó una leve risita y una vez más juntaron sus labios en un beso.
Así estuvieron como treinta segundos, besándose y disfrutando ese hermoso momento juntos. El menor empezó a mover sus caderas sobre la entrepierna del de mechitas blancas, haciendo que este largue un suspiro. Bajó sus besos al cuello de Pedro, y siguió con lo suyo. El anteriormente nombrado estaba con sus ojos abiertos, mirando como se movía el pelinegro. Agarró la cintura de este y lo paró, ya que no quería que su amigo se pare.
—bebé me vas a matar— dijo Parnenzini en un suspiro, sacó a Martín de arriba suyo y ahora es él que esta arriba de el pequeño.
Miró el cuello de Martín, para después dirigir su cabeza a aquella zona. Empezó a dejar besos húmedos y de ves en cuando succionaba. Se iba a vengar por dejarle chupones en su cuello.
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« .' Hermanastros '. » : pedrimente
Roman d'amourSus manos fueron echas para entrelazar perfectamente el una con la otra, sus labios encajaban tan bien como si de un rompecabezas se tratara. Sus ojos de color marrón, fueron hechos para ver lo hermoso de los dos y sus sentimientos de el uno al otro...