16.

286 40 12
                                    

Luego de darse unos cuantos besos más. El pelinegro buscó un conjunto de ropa y se dirigió al baño, para darse una relajante ducha. Ya estando en la bañera, se desvistió y dejó que el agua caiga. Sentía como el liquido transparente pasaba por su cuerpo, para después quedar en la bañera. Era tan relajante cuando se bañaba, sentía que por un momento se olvidaba de todo.

Una vez bañado. Salió del baño con una toalla color crema en su cintura y con un bóxer por debajo, obvio. Empezó a combinarse con la ropa que había elegido. Se había elegido: una remera Supreme, un buzo muy abrigado de la marca Gucci, pantalón negro Adidas y zapatillas de la misma marca nombrada recientemente, pintadas de blanco con leneas negras a los costados. Solo un regalo que le había dado su padre cuando fue a Estados Unidos. Una vez cambiado, se puso su perfume favorito y salió de la habitación. Bajó las escaleras, con cara de confundido, ya que su pareja al parecer se había ido de su cuarto. Pero al verlo sentado en el sillón mientras miraba su celular, le hizo sacar una sonrisa.

Se acercó al castaño con mucho cuidado y silencio. Una vez estando detrás de Parnenzini, le tapó los ojos con sus manitos.

—¿quién soy?.

—el amor de mi vida— respondió Pedro con una sonrisa, ya que le parecía súper lindo de parte del pelinegro. Este solo soltó una risita. — osea, Martín Kovacs.

Martín sonrió y sacó sus manitos de los hermosos ojos del mayor. Se paró enfrente de Pedro y lo miró.

—¿estoy bien así?.

—estas hermoso y lo que le sigue— respondió el más alto, mirando lo bajito y tierno de Martín.

—vos también sos hermoso— dijo y se sentó en el regazo de Pedro, este solo sonrió y tomó la cintura de el pequeño.

Sus labios se juntaron, cortando cualquier tipo de distancia entre ellos dos. Sus labios encajaban tan bien, como si de un rompecabezas se tratara. Olió el delicioso perfume de Martín. ¡diablos! ¿Cómo hacía ese chico para verse tan perfecto?. Los labios de el de lentes, descendieron un camino desde los labios de Pedro hasta el cuello de este. Haciendo que lance un suspiro. Agarró su celular que estaba en la mesita ratonera y se fijó la hora. Ya era momento de irse al boliche. Así que separó al pelinegro, y le robó un pico.

—ya hay que irnos bebé.

—bueno— dijo Martín con un pucherito en su bella carita. Se bajó del regazo de Pedro y se paró, al igual que como lo hizo el mayor.  

Se quedaron frente a frente, mirando fijo. Pero el mayor le robo un pico al más bajito. Fijo su mirada a un espejo que estaba cerca de la puerta, mirando todas las marcas de color violeta que tenía en su cuello. Miró al menor con una cara de impactado y a la vez enojado. El pelinegro lo mito con una sonrisa.

—peldón— soltó Martín con un muy tierno pucherito en su hermosa carita.

—sabes que con esa carita, no me puedo enojar. Veni acá —  extendió sus brazos, dándole a entender al bajito que lo quería abrazar. Y eso hicieron. Se dieron un cálido abrazo y, Martín tenía su cabecita en el pecho del mayor. —bueno, ya nos tenemos que irnos bebé.

—si general— dijo el de lentes, como los de el ejercito.

—vamos.

Agarró la manito de Martín, abrió la puerta y salieron de la casa del pequeño. Sus manos estaban entrelazadas como si de un rompecabezas se tratara. La noche estaba muy linda. El cielo estrellado, sonidos muy bajos de grillos y algún que otra luciérnaga. El camino fue silencioso y para nada incomodo, porque estando ellos nada es incómodo.

Ya estaban a una cuadra de el lugar para bailar. Iban hablando y riéndose por los chistes que hacía el menor. Este nunca en su vida había ido a un boliche, era ka primera vez que iba a ir a uno. Por lo que estaba muy emocionado, ya que le encanta el ambiente de fiesta y la música al tope.

Estaban en la puerta el boliche, por lo que entraron sin ningún problema. Al entrar era el típico ambiente de una joda. Gente bailando, música muy alta, luces de colores, personas gritando, eufóricas, olor a cigarrillo y bebidas alcohólicas. Una joda planeada perfectamente para que se la den en la pera como podían y querían. Pedro directamente fue a la barra a pedir algo para tomar. Y Martín se quedó en un lugar, pensando en si ir con su novio o no. Ya que no quería ir con el castaño, porque iba a parecerse a un chico que está en un boliche y no sabe que hacer, además pensaba que sería una carga para Pedro.

Por lo que lanzó un suspiro y fue a pista para bailar. Encontró a un chico muy lindo de brackets como el, cabello azul  y ojos marrones. Se pusieron a bailar los dos al ritmo de la música, como si nada estuviera pasando. Estaba bailando tranquilamente, cuando siente unas grandes manos en su cintura. Se dio vuelta un poco asustado, ya que podía ser algún desconocido, pero al ver el bello rostro de su novio se tranquilizó. Parnenzini juntó sus labios en un beso con lujuria y pasión, Martín podía oler el terrible olor a alcohol que tenía. Por lo que se separó.

—¿Parnenzini, ya estas en pedo?.

—¿qué? No, no, yo no estoy en pedo. Solo me tome una birra— dijo el castaño con una voz de borracho. Definitivamente estaba ebrio.

El menor sonrió mientras negaba con la cabeza. Pusó sus manitos en las mejillas de Pedro y otra vez se besaron en un hermoso beso. Al separarse el pelinegro hizo una seña de queres bailar, y el mayor entendió a la perfección. Por lo que se pusieron a bailar. Pedro apoyaba a Martín como si nada y este solo se reía.

En un momento el de lentes, siente que alguien lo agarró de la muñeca, lo dio vuelta y lo acorraló contra la pared más cercana. Martín estaba nervioso y a la vez con miedo, porque Pedro se había ido al baño. Trataba de soltarse pero no podía, el chico tenía más fuerza que él, y derrepente como si de un ángel se tratará. Llegó su novio. Agarró al chico de su muñeca, haciendo que suelte a Martín y, así sin más le pegó una piña en la cara. Enrolló uno de sus brazos en la cintura del pequeño y se lo llevó a otro lugar, para poder bailar en paz.

“ papi dime si vas a matar por nuestro amor ”

« .' Hermanastros '. » : pedrimenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora