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El castaño había caído en un profundo sueño, debido a lo que no durmió a ka noche. Y el pelinegro sólo se quedó mirando las redes sociales en su celular. Hasta que le llega un mensaje de su madre.

Mamá💜💕

Hijito, ¿cómo estás?.

Martín🐈💕

Hola mami, bien por suerte ¿y ustedes?.

Mamá💜💕

Bien mi amor, bien. ¿y Pedro?.

Martín🐈💕

Dumbo está dormidazo mal jaja salu2.

Mamá💜💕

¡hijo! No le digas así.

Martín🐈💕

No importa, ¿cuándo vienen? Porque ya quiero que vengan.

Mamá💜💕

Yo también quier ir bebé, pero todavía faltan cuatro días para ir. Pero cuando lleguemos a Argentina, les vamos a decir una noticia hermosa.

Martín🐈💕

Okay madre, ahre.

Mamá💜💕

Bueno mi corazón, te dejo porque me tengo que ir. Cuidate y mándale saludos a Pedro.

Martín🐈💕

mami, nos vemos, chau, te amo.

Mamá💜💕

Yo también hijito, nos vemos.

Respondió la mujer, para luego salir de la aplicación y dejar sus celular a un lado. Al igual que el pelinegro. Este sólo se limitó a mirar el techo, pensando. ¿Qué pasaría cuando venga mi mamá? ¿Le gustaría que yo y Pedro seamos novios? ¿Y si despierto a Pedro?. Esas preguntas rondaban en la cabecita de Martín, aunque, rió leve por la última pregunta. Pero decidió despertarlo. Por lo que, cuidadosamente y sin hacer tanto ruido, se subió arriba del chico. Acercó su cabeza al cuello del último nombrado, para empezar a dejar besos en esta parte. Eran besos que dentro de unos minutos serían de color violeta y serían chupones. Pero no alcanzó a hacer muchos, ya que el mayor se despertó.

—y después me dicen que tengo chupones, si supieran que tengo un vampírito hermoso.

Formuló el castaño, con una sonrisa. Haciendo que el pequeño se ría leve en el cuello de Pedro y levante su cabecita. Mirando a su novio.

—¿no te duele la cabeza?— preguntó el pelinegro, acariciando los suves cabellos del mayor. Este sólo se limitó a negar con su cabeza.

—bebé— llamó el de mechitas blancas, haciendo que el pelinegro lo miré. — te amo.

—yo también— respondió Martín, para luego acercar sus labios y unirlos en en cálido y hermoso beso.

—voy a hacer el almuerzo— avisó el más alto, sacando cuidadosamente a su bebé de arriba suyo y levantándose.

El pelinegro sólo atinó a asentir con su cabecita, para luego acurrucarse con sus mantitas y agarrar el control de la televisión. Para buscar alguna película o serie en Netflix.

Luego de unos cuantos minutos con el pelinegro mirando la televisión y el mayor haciendo el almuerzo. El recientemente nombrado subió las escaleras y entró a el cuarto de su novio.

—bebé, veni— llamó el castaño, haciendo que el pelinegro se levante de la cama y se acerque al mayor. — vamos a comer.

El bajito sólo asintió con su cabecita, para luego bajar las escaleras con su novio atrás. Al ya estar en la planta baja de la casa, el bajito se dirigió al comedor. Viendo que en este había dos potes de ramen, y el menor volvió su cabeza. Mirando a su novio con una sonrisa, para acercarse a este con sus brazos abierto y darle un abrazo.

—me encanta el ramen— dijo Martín, feliz. Sintiendo como el mas alto colocaba sus brazos en su cintura.

—como me dio paja cocinar, pedí comida— respondió el de mechitas blancas, entre leves risas.

El de lentes levantó se cabeza, quedando cara a cara de su novio. Este empezó a acercar cada vez más su rostro, al del pequeño. Hasta que no se aguanto más y unió sus labios en un lindo beso. Pero al cabo de unos diez segundos, besándose, el pelinegro se separó. Haciendo que Pedro lo mire con el ceño fruncido. Obviamente actuando y haciéndose el enojado.

—después te lo recompenso— dijo el bajito, con un tono de voz sexy. Le guiñó un ojo al castaño y se dio vuelta, para dirigirse a la mesa.

Agarró el pote con ramen, entre sus manitas y volvió para el living. Para luego sentarse en el sofá y prender la televisión, para seguir viendo la película que estaba viendo en su habitación. El mas alto sólo se limitó a sonreír, para hacer lo mismo que el pelinegro y sentarse alado de este en el sillón.

Luego de terminar de comer el almuerzo, el pelinegro llevó los dos potes a la cocina, junto con los palitos chinos, y los dejó ahí. Caminó otra vez hacia el living y se sentó en el regazo de su novio, dejando sus piernas a cada lado de las de el castaño. Miró a esta con un puchero y le robó un pico.

—amor, ¿vos sabes que te amo no?— preguntó Martín, con un puchero. Haciendo que Pedro sonría.

—sí, lo sé— respondió el castaño, colocando sus manos en la cintura de su bebé y apegándolo más a él.

—entonces.. ¿podemos ir al cine?— dijo y empezó a dejar leves besos en el cuello de su novio.

—obviamente bebé, nos cambiamos y vamos ¿sí?— habló el mayor, haciendo que el pelinegro asiente y le deje un beso en sus labios.

Se pararon del sillón y empezaron a subir las escaleras. Al llegar a la habitación de Martín, este empezó a buscar un conjunto de ropa para poder cambiarse, al igual que Parnenzini. El bajito entró al baño y se desvistió para empezar a vestirse con la ropa que eligió. Al salir del baño, su novio le dedicó una sonrisa. Para después meterse al baño y empezar a cambiarse. Ya con los dos vestidos, salieron de la cómoda habitación del más bajo, bajaron las escaleras y se dirigieron para la puerta principal de la casa. Abrieron esta y empezaron su camino hacia el cine, con sus manos entrelazadas y con una hermosa sonrisa en sus lindos rostros.

" tu cuerpo es puro veneno, bebé tu me lleva al cielo "

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