Abrió sus ojos color marrón, con un poco malestar, por un rayo de luz solar que entraba por la ventana. Miró a su lado y vio que el pelinegro no estaba, tocó la zona donde este duerme, y este estaba fría, indicando que que Martín ya se había ido hace un buen rato. Se estiró un poco y escuchó cómo sus huesos sonaban. Se sentó en la cama, quedando su espalda contra la cabecera de la cama, lanzó un suspiro y miró para la ventana, pensando. Pero todos esos pensamientos se esfumaron cando escuchó que abrían la puerta, por lo que giró su cabeza hacia la puerta y vio una de las imágenes más tiernas y lindas que vio en toda su puta vida. Era su novio, con una remera de Pedro que le llegaba hasta las rodillas de lo larga que es y estaba con una bandeja, que traía algo para desayunar. Sonría al ver a su pequeño acercarse hacía él.
—buen día mi amor— saludó el pelinegro, con dulzura. Dejó la bandeja con el desayuno a un lado y le dio un pico a su novio.
—buen día bebé, ¿cómo dormiste?— preguntó Parnenzini, con su voz un tanto ronca.
—muy bien, ¿vos?— dijo el de lentes, dejando la bandeja en el regazo de su pareja.
—igual que vos— respondió con una sonrisa, para luego tomar al pequeño de su mentón, apretando sus mejillas y darle un suave beso. —Te amo.
—Yo también— se sentó alado de el castaño y prendió la televisión, dejando en el canal de Disney.
Quedaron así, comiendo un delicioso desayuno hecho por el menor y viendo caricaturas. Hasta que algo se le vino a la mente al mayor, ¡Dios! Casi y se olvidaba de decirle.
—bebé, esta noche hay una joda por el cumpleaños de un amigo, tengo que ir a las 9:00. Voy se vos querés que vaya
—amor, obviamente quiero que vayas. Son tus amigos— habló Martín, mirando a Parnenzini con una hermosa sonrisa. El castaño sólo sonrió, para luego darle un pico a Martín.
Siguieron desayunando, mientras miraban la televisión y hablaban de cosas de la vida. Al terminar la deliciosa comida que preparó el pelinegro, puso las tazas que contenían café en la bandeja y salió de la habitación, para luego bajar las escaleras e ir al comedor, para dejar la bandeja y subir para su cuarto. Una vez allí, se sentó alado del castaño y lo miró.
—amor.. Levantate— dijo el pelinegro con un tono dulce, el más alto sólo sonrió.
—¿me das un besito?— preguntó el de mechitas blancas, con un puchero. El menor soltó una leve risa, para lanzarse al mayor y darle un beso.
—ahora levantate— ordenó Martín, el castaño rió leve y se levantó de la cama.
—voy al baño— avisó el más alto, y el bajito sólo asintió con su cabeza. Para después agarrar el control de la televisión y empezar a poner música.
La canción que había puesto el pelinegro, era una de las favoritas de su novio y, obviamente, se sabía las canciones favoritas de Pedro. Y este, al salir del baño, empezó a cantar. Parnenzini agarró de la cintura al pequeño y acercó sus cuerpos, viendo el hermoso rostro de el menor.
—sos hermoso— habló el más alto, dándole un pico al pequeño.
—vos también— dijo Martín, para devolverle el beso a su novio.
Se separaron, para que el castaño se valla al living a hacer quien sabe que cosa y el pelinegro se ponga a ordenar un poco su habitación.
Al terminar de ordenar y limpiar su cuarto, salió de este, bajó las escaleras y se encontró con su novio limpiando el living, sonrió y se fue acercando muy lentamente y sin hacer mucho ruido, y como Pedro esteba de espalda, se le hacía más fácil el trabajo de asustarlo.
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« .' Hermanastros '. » : pedrimente
RomanceSus manos fueron echas para entrelazar perfectamente el una con la otra, sus labios encajaban tan bien como si de un rompecabezas se tratara. Sus ojos de color marrón, fueron hechos para ver lo hermoso de los dos y sus sentimientos de el uno al otro...