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Una molesta melodía que provenía de su despertador, hizo que habrá sus ojitos color café, con molestia. Se estiró, escuchando sus huesos tronar. Largó un bostezo, mirando a todos lados medio confundido y pensando en con había llegado ahí. Lo único que recuerda es que estaba con su novio en la terraza, y luego, no recuerda nada más. Se sentó en la suave cama, quedando su espalda con la cabecera de dicho mueble. Miró a su lado y vio que el castaño, por alguna u otra razón, no estaba. Así que se levantó, se colocó sus pantuflas de osito y salió de su habitación. Bajó las escaleras y, directamente, caminó hacia la cocina, ya que quería tomar un poco de agua, porque tenía su boca seca. Abrió la heladera, sacó una jarra con agua, agarró un baso y se sirvió dicho líquido cristalino en el recipiente de plástico. Tomó un sorbo, pero inmediatamente sintió unos largos brazos enrollarse en su cintura. Inconscientemente sonrió, sabiendo de quien se trataba. Dejó el vaso con agua en la mesada y se dio vuelta, encontrándose con el mayor.

—¿por qué sos tan hermoso?— preguntó el más alto, dejando leves besos en el cuello del pequeño.

—no lo sé— respondió Martín, con voz de bebé y un muy tierno pucherito en su rostro.

El castaño sólo curvó sus labios hacia arriba, formando una bonita sonrisa. Beso los labios del menor, siendo correspondido inmediatamente por e recién nombrado. Al separase, el más alto siguió haciendo dicha comida para poder desayunar, mientras que el pelinegro se fue al living y se sentó en el sofá, para empezar a ver algo e la televisión.

Escuchó una dulce voz que lo llamaba desde la cocina, sabía que se trataba de aquel lindo chico que lo enamoró. Por lo qué se levantó del gran y cómodo sillón, para dirigirse hacia el comedor y encontrarse con el delicioso desayuno que preparó el mayor.

—come bebé— dijo el de mechitas blancas, corriendo la silla de adentro de la mesa para que su Martincito se siente.

Empezaron a disfrutar del rico desayuno. De vez en cuando cruzaban algunas palabras y se reían, porque estaban usando sus celulares. De a segundos se escuchaban vídeos de Instagram, haciendo la atmósfera menos silenciosa. Hasta que el de lentes, decidió cortar ese silencio.

—amor, Rodri me dijo si queremos ir a un boliche a la noche, ¿vamos?.

—sí, porque no. ¿A qué hora?.

—espera que le pregunto— dijo Martín, para empezar a escribirle a su mejor amigo. Este al responder, el pelinegro miró al mayor. — a las 9:30 PM.

—okay, decile que vamos— dijo Parnenzini, para luego pararse de la silla y llevar el plato a dicho lugar para lavarlos, al igual que el menor.

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Toda la tarde se la pasaron juntos, mirando películas, riéndose, hablando, besándose y dándose mimos. Cualquier cosa que haría una pareja. Ahora mismo estaban viendo una película de terror, uno de los género de películas en las que el pequeño sufre mucho, por el miedo. Pero inmediatamente, sintió como su cuerpo era abrazado por unos largos brazos, sintiéndose querido y protegido al instante. Rápidamente se acurrucó como su gatito en el pecho del mayor, para destapar sus hermoso ojos con sus manitos y ver otra vez a la pantalla.

Al terminar de ver la dicha película, se fijaron la hora y, notaron que eran las 8:30 PM, por lo que el pelinegro habló.

—amor, me voy a bañar— avisó el menor, dejándole un cálido beso en los labios de su novio.

—bueno bebé.

El de lentes empezó a subir las escaleras, hasta llegar  su habitación. Una vez allí, empezó a elegir ropa para ir al boliche, así que se decidió por: un pantalón de buzo, color negro de marca Adidas. Un buzo Thrasher y zapatillas Vans, de color negro con líneas blancas a los costados. Dejó la ropa elegido en su cama y entró al baño, para luego desvestirse y comenzar a bañarse.

Al terminar de hacer aquella acción, el pelinegro salió del baño con una toalla blanca enredaderas en su cintura. Para luego, empezar a vestirse con la ropa que eligió anteriormente. Una vez vestido y peinado, se colocó un poco de perfume y salió de su cuarto. Bajó las escaleras y se encontró con su novio recostado en el sillón. Sonrió para sus adentros y se acercó al mayor.

—anda a bañarte, pendejo de mierda— dijo el menor, entre risas y sacándole el celular de sus manos a su novio. Este sólo soltó un suspiro y comenzó a caminar hacia las escaleras.

—que carácter che— habló el castaño, subiendo las escaleras con una sonrisa.

—¡te escuché, ya vas a ver!—gritó el pelinegro, totalmente serio. El más alto soltó una carcajada para luego, entrar a el cuarto del menor.

Empezó a buscar un oufit, pata poder bailar en el boliche. Hasta que encontró la ropa perfecta, era: un jean blanco con cortaduras en las rodillas. Una remera color beige. Una campera de jean y unas zapatillas estilo militar. Dejó la ropa en la cama del menor y entró al baño a hacer dicha acción.

Al salir de darse una muy relajante ducha, empezó a cambiarse con la ropa que había elegido. Se peine natural y se puso un poco de perfume, para luego, salir de la habitación, bajar las escaleras y encontrarse con Martín. Se sentó alado de este y empezó a usar el celular, otra vez. Pero una pequeñas manitos se lo sacaron, para que su novio se siente en el regazo de Pedro. Este sólo suspiró.

—Sos re hermoso, ¿sabías?— susurró el pelinegro en el oído del mayor. Haciendo que a este se le erice la piel. El menor empezó a dejar besos en el cuello de Pedro, que se fueron convirtiendo en chupones.

Martín con lo que quería hacer estaba listo, se bajo del regazo de Pedro y se sentó al alado de el mayor. Este miró su cuello con su celular y habló.

—tin, tengo un montón de chupones que vos me hiciste— comentó el mayor, entre leves risas.

—jodete— respondió Martín, con una sonrisa. Haciendo que Pedro largara una carcajada y le dé un beso a su novio.

—Te amo.

—Yo también te amo— respondió Martín, para luego fijarse la hora y pararse. — ya es la hora ¿vamos amor?

—vamos.

Se acercaron a la puerta y la abrieron, dejando ver las estrellas en el cielo nocturno, la hermosa luna alumbrando distintos sectores de la ciudad y las luces de postes de luz. Se dieron un cálido beso y empezaron a dirigirse a la casa de Rodrigo.

nunca me engañes , nunca me faltes  "

💌; [ no me odien por lo que se viene, bai ]

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