« .' Hermanastros '. » : pedrimente

24.

¿Cómo hacía ese chico para verse tan bien con cualquier cosa que se ponga?, no lo sabía, pero lo que si sabía es que se ve hermoso con esa ropa. Esa remera le queda tan bien, al igual que ese jean y sus zapatillas. ¡Dios!.

—¿qué pasa bebé?— preguntó el castaño, al ver que su novio lo miraba embobado.

—nada— se levantó de el sofá, caminó hacia el mayor y lo abrazó de la cintura, colocando su cabecita en el pecho de Pedro. — sos hermoso.

El mayor solo soltó una leve risita:— vos también lo sos bebé, vos sos bellísimo y nunca dejes que te digan lo contrario.

—te amo.

—te amo.

Dijeron los chicos al unísono, para soltar una leve risa y juntar sus cálidos labios en un hermoso beso. Un beso sin ningún tipo de morbo, un beso perfecto. Pero ese momento tan lindo, fue interrumpido por el timbre. El pelinegro se separó del mayor y fue a abrir la puerta.

—dejen de coger y vamos al boliche— dijo el chico adicto a la monster, para luego recibir un golpe de parte de Martín.— auch, me dolió.

—jodete Otaku. Bueno bbtos vamos a dárnosla en la pera— habló el pelinegro, para largar unas carcajadas y salir de la casa del menor.

Empezaron su camino hasta el boliche entre risas, por algunos chistes que hacía los mejores amigos.

Una vez que llegaron a ese lugar para bailar, había el típico ambiente de joda. Música al tope, gente bailando, gente gritando eufóricas y olor a cigarrillos. Lo primero que hizo el castaño fue agarrar la cintura de Martín y perderse entre la multitud. Haciendo que Teniente y Candia larguen un leve risa y vallan directo a la bailar. El pelinegro estaba con su novio, en la barra. Martín jamás había tomado alcohol, a diferencia de Pedro.

—toma bebé, es una birra— le ofreció el mas alto, haciendo que Martín dude al principio, pero decidió tomar.

Tomó un sorbo de la bebida alcohólica, por lo que no le disgusto. Así que siguió tomando de la cerveza, hasta tomarse la lata entera.

—veni— habló Parnenzini. Tomó la mano del bajito y lo llevó a bailar.

Empezó a sonar una de las canciones favoritas de Martín, de reggaeton. Más específicamente, Sin Culpa. Por lo que empezó a moverse de una forma que dejó impactado al mayor, el pelinegro si que bailaba muy bien. Por lo que el castaño se acercó al menor para apoyarlo. Mientras bailaban, a lo lejos pudieron ver a sus amigos,  besándose contra una pared, si que su noche va a ser divertida.

3:45...

Ya eran las dos y media de la madrugada, y los novios seguían bailando. Aveces Pedro iba a la barra a tomar y le traía al pelinegro. El adicto a la monster y el chico tiramisú, no se vieron más. Al más bajito ya le estaba agarrando un poco de sueño, debido a que bailó casi toda la noche y tomó alcohol. Por lo qué se dirigió a la terraza del boliche, simplemente para respirar un poco de aire fresco. Sintió unas grandes manos en su cintura, se dio vuelta y era su novio.

—¿qué pasó bebé?— preguntó el más alto. El pelinegro sólo negó con su cabeza. Unieron sus labios en un hermoso beso y al separarse el pelinegro bostezo, haciendo que el mayor suelte una leve risa. — ¿tenés sueño?.

—shi— dijo el pelinegro, abrazando a su novio por la cintura y dejando su cabecita en el pecho de este. Haciendo que el mayor también coloque sus brazos en la cintura del menor.

—bueno, vamos a casa— dijo el castaño, para darle un beso en la cabeza de Martín y bajar al segundo piso.

Al bajar, notaron que la música había cambiado y ahora era romántica. Por lo que el más bajito soltó una leve risita, al igual que el mayor. Se dirigieron a la salida del boliche y salieron de este, empezando a caminar hasta la casa del pelinegro. Iban agarrados de las manos con sus dedos entrelazados. La noche estaba muy linda, oían sonidos de grillos, las estrellas en el cielo, las luces de la ciudad y por sobre todas las cosas, ellos dos.

Al llegar a el hogar del pelinegro, lo primero que hizo el anteriormente nombrado. Fue recostarse en su cómoda cama, mientras que lanzaba un suspiro. Escuchó como buscaban algo, por lo que levantó su cabecita y miró a su novio buscando ropa.

—me voy a cambiar— dijo el castaño con un tono dulce. Se acercó al bajito y le dejó un cálido beso en sus labios. Haciendo que Martín suelte una leve risa.

Sólo bastaron unos minutos para que el mayor salga del baño. Los dos estaban.. Bien, por decirlo de alguna manera. Ya que no habían tomado tanto alcohol, pero eso no quitaba que tengan cansancio. Al salir del baño ya cambiado Parnenzini, el pelinegro se levantó de la cama y se llevó la primera prenda que vieron sus ojos, para así poder cambiarse. Al salir de el baño, simplemente se dejó caer en la cama, se acomodó alado de el mas alto y se tapó.

—¿esa no es mi remera?— preguntó Pedro con un tono chistoso, ya que le ternura ver a el pequeño con algo que le queda grande.

—sí, ¿me la prestas?— dijo el pelinegro, acomodando su cabecita en el pecho de el más alto.

—obvio bebé— formuló el de mechitas blancas, haciendo que el menor se ría y junte sus labios en un beso.

Podían sentir los suaves y cálidos labios del otro, convirtiendo el beso en algo hermoso y tranquilo. Con el más mínimo roce se sentían en el mismísimo cielo, y este momento no fue la excepción. Pedro posó sus manos en la cintura de Martín, acariciándola y juntando más sus cuerpos. Al separar se miraron con una hermosa sonrisa, rozando sus narices, medio melosos.

—Te amo— dijo el pelinegro, para luego apoyar su cabeza en el pecho de Pedro y cerrar sus ojitos.

—Yo también te amo, mi corazoncito— habló Parnenzini con dulzura, haciendo que el peli negro sonría.

El mayor le dejó un beso en la cabeza del de lentes y cerraron sus ojitos, para después, caer en un profundo y lindo sueño.

“ cuando se va de la disco, ey, usa mi brazo de abrigo, ey ”

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Muchachada, publique una nueva novela de el shipp de mis bebés, vayan a leerla, está en mi perfil :).

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