Capítulo 7: Otro comienzo.

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No lloraba de esa manera desde los 5 años cuando, en un descuido, mi gato salió de casa y jamás volvió. Mi madre me dio sólo un par de minutos y luego me obligó a guardar la compostura.

-Tus lágrimas no harán que ese animal vuelva, así como tampoco te darán uno nuevo. Ya basta de exagerar - dijo sin ninguna suavidad. Entendía porqué el gato no quería volver a casa, ahora yo estaba aún más convencida de que tampoco quería hacerlo.

Ese día detuve mis lágrimas, me obligué a guardar mis emociones y a ser fuerte, a ser lo que mi madre exigía, pero en esta ocasión, encerrada en el baño de mi habitación, sentada en el suelo y abrazando mis rodillas, dejé salir todo aquello que guardaba dentro de mí por lo recién acontecido y por lo de toda una vida.

Liberé en mis lágrimas todas esas emociones retenidas, todas las expresiones escondidas detrás de esa máscara que poco a poco se estaba rompiendo. Liberé mis inseguridades, mis miedos, mis penas y mis alegrías, todo aquello que había encerrado y que hasta entonces me había negado a mostrar, convirtiéndose en la gran mentira que todos veían cuando me miraban.

Era una chica, era real, sentía como todos, no era la máquina sin corazón que mis padres esperaban que fuera y nunca lo sería. Después de años por fin podía abrir mi corazón y no lo volvería a cerrar. Tenía que empezar a vivir de verdad.

Pensé, ahora, con mayor libertad respecto a mí, a lo que quería, a lo que me haría feliz. Analicé mi vida de diferentes maneras y no sé cuánto tiempo hubo transcurrido antes de que la puerta del baño se abriera haciéndome volver a la realidad.

-¿Puedo pasar? - preguntó Mel hablando con cuidado.

Asentí con la cabeza mientras intentaba inútilmente limpiar las lágrimas en mi cara. Se acercó a paso lento, dejándose caer en el suelo junto a mí. Muy cerca.

-Ya se fueron todos, es decir, las visitas. Mis padres se ofrecieron a llevar a la madre de Joe, así que Astrid y Pía se quedaron para no hacer el viaje y volver después - dijo como algo casual. Después buscó mi mirada y acariciando mi brazo, preguntó - ¿Estás bien?

-Lo estaré. Pensé que podría haber algún tipo de problema con mis padres este día, pero lo que sucedió superó totalmente cualquiera de mis expectativas - terminé en un suspiro.

-Sabes que no es tu culpa ¿verdad? Y que nadie está molesto contigo.

-No lo sé - respondí dubitativa -. Lo que dijeron mis padres fue horrible y seguramente las chicas se sintieron ofendidas. No quiero que piensen que mi opinión es la misma que la suya.

-Nadie piensa eso. De lo contrario no te habrías negado a irte con ellos.

Guardé silencio tratando de convencerme a mí misma de que todo estaba bien. Mel me seguía acariciando y por un momento pensé en cómo reaccionarían mis padres si supieran que yo también era una "depravada".

-Si quieres puedo quedarme contigo hasta que estés más tranquila y quieras bajar a conocer al resto - me ofreció con una sonrisa.

Su consideración me alegraba, pero no podía ser tan egoísta con esa chica que realmente se preocupaba por mí.

-Está bien. Baja tú mientras tanto y disfruta con tus amigos. Cuando me sienta mejor iré yo - respondí mientras me ponía de pie.

Después de repetirme un par de veces que ante cualquier cosa que necesitara, ella estaría ahí para mí, Mel me dio una última mirada desde el umbral de la puerta y desapareció. Yo por mi parte, me acomodé en mi cama con la intención de descansar un rato, ordenar del todo mis ideas y posteriormente bajar a reunirme con el resto.

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