-Ya pasó una semana. ¿Cuándo piensas salir de aquí? - preguntó Dayana sentándose al borde de la cama donde yo estaba recostada boca abajo.
-Hasta que Bárbara me eche - respondí levantando un poco mi cabeza, pero sólo lo necesario para que pudiera entenderme.
Desde el día en que todo se arruinó no había salido de la casa de Bárbara. Joe me había dejado su cuarto y él aparentemente se había ido con Dayana a su casa. Había avisado al club de tenis que estaba enferma y que no podría trabajar esos días, lo mismo que les dije a los padres de Melanny.
Sabía que corría el riesgo de perder la oportunidad que me habían dado, pero tampoco quería correr el riesgo de encontrarme con ella ahí. Aún no estaba lista para hablar sobre lo que había sucedido.
-Ok. La mayor parte de mí vida me dieron todo lo que quería y una parte de mí aún está acostumbrada a eso, así que no voy a aguantar verte otro día más en pijama y con cara de muerta. Te vas a levantar ahora mismo, te darás un baño y saldrás conmigo.
-No quiero.
-No me importa.
Le di la mirada más seria que pude, intentando convencerla así de que se rindiera conmigo y que era un caso perdido, pero su mirada era mucho más potente que la mía.
-¿Por qué haces esto? - pregunté finalmente.
-Porque es deprimente pensar que mi primera amiga sea una chica en estas condiciones - dijo mientras sus manos me mostraban de pies a cabeza -. Y porque no sé cómo más puedo ayudarte.
-No es necesario que me ayudes.
-Y no es necesario que te eches a morir por lo que pasó. Un amor no correspondido no es el fin del mundo, te lo dice alguien que ya pasó por esto.
-Lo sé, pero no deja de doler.
-Y por eso estoy aquí.
Nos miramos en silencio por un minuto hasta que finalmente, resignada, me puse de pie y caminé hacia el baño. Entré a la ducha después de algunos días e intenté mantener mi mente en blanco mientras el agua recorría mi cuerpo.
Después de haber dejado mi nuevo hogar y una vez que llegamos a casa de Astrid, lloré durante horas mientras ella y Pía me abrazaban. Joe y Dayana nos acompañaron por unos minutos, pero al final decidieron que era mejor dejarme con las chicas por esa noche y que descansara.
Agradecí que no me hablaran de Melanny y que no intentaran justificar lo que había pasado, respetaron mi silencio y sólo se enfocaron en recalcarme el hecho de que estaban ahí para lo que necesitara.
Cuando llegó Bárbara y me vio ahí tampoco preguntó ninguna cosa, simplemente se acercó, me abrazó y me dijo que podía quedarme con ella todo el tiempo que fuera necesario.
Al día siguiente, ya más calmada, intenté conversar sobre lo sucedido, pero tanto las chicas como yo no encontrábamos lógica a lo que había pasado con Frani y Melanny. Astrid quería hablar con ellas, pero le rogué que no lo hiciera, pues sabía que era algo que debía escuchar por mí misma.
¿Realmente Melanny había jugado conmigo? Una parte de mí se negaba a aceptar eso, me gritaba que todo lo que habíamos vivido había sido real, algo especial, pero no podía sacar de mi cabeza la mirada que tenía cuando Frani dijo que yo era "esa zorra", que "había intentado ser mi amiga" y cómo ella no había negado ninguna cosa, ni a ella, ni a mí. En base a eso también me empezó a hacer sentido el hecho de que no quisiera contarle nada sobre nosotras a su mejor amiga.
Pero aún así, no podía aceptar que todo había sido una mentira.
Quería hablar con Joe al respecto, pero aún no le contaba sobre la relación que tenía con ella, por ende aquellas conversaciones que tuvimos durante la semana cuando me venía a ver no llegaban a ninguna parte.
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Azul Profundo
RomanceAmelie, una joven disciplinada y correcta que siempre ha puesto a su familia por delante de todo, sabe que una parte de ella puede deshonrar a quienes más ama. Sabe que puede decepcionarlos, que pueden rechazarla, pero cuando el corazón es el que m...