Capítulo 11: Piel a piel.

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-Yo... creo que estoy sintiendo cosas... Estoy sintiendo cosas por ti, Amelie...

No podía ser cierto, debía estar entendiéndolo mal. Siempre escuché que después de las tormentas venía la calma, pero esto era un tornado que venía a desordenar toda mi vida, tanto así que parecía no tener sentido, aunque al mismo tiempo buscaba darle todo el sentido posible.

-No entiendo lo que estás diciendo, Mel. Quiero decir, o sea tú...

-Me gustas, Ami - dijo segura, pero claramente afligida -. Lamento decírtelo de esta manera y en estas condiciones, pero no pude aguantar. Y entiendo si no puedes corresponderme. Ya sé que tu familia no aprueba estas cosas y que todo esto es complicado para ti, pero...

-Lo que opina mi familia no tiene nada que ver conmigo - dije interrumpiéndola -, pero jamás pensé que tú podrías sentir cosas por mí, o al menos no en ese sentido.

-Tampoco yo. Quiero decir, esto es nuevo. Me habían llamado la atención un par de chicas, pero nunca hubo alguna que me gustara de verdad, creo - admitió, aún con vergüenza.

-Pues yo nunca me había fijado en serio en nadie... Hasta ahora.

Sus ojos me buscaron, gritando por alguna pequeña esperanza y, casi por instinto, tomé su mano y la sujeté firmemente, como temiendo que de no hacerlo ella pudiera desaparecer junto con todo ese momento. Sentí el calor recorriendo mi cuerpo, acompañado de pequeños temblores que provenían desde mi interior.

-Entonces... ¿Estaría bien si te beso ahora? - pregunté nerviosa.

Asintió con la cabeza, sin quitar sus ojos de los míos y soltando sus labios para mostrarse entreabiertos, como esperando por mí. Cada segundo se hacía eterno, ese momento era sólo nuestro.

Toqué su mejilla y la acaricié suavemente, sintiendo la alta temperatura de esta. Lentamente comencé a acercarme a ella, temerosa, sin saber bien qué estaba haciendo. Mi corazón comenzaba a agitarse y sentía su aliento a pocos centímetros de mí.

Rocé su nariz con la mía, sin poder entender como un tacto tan mínimo podía sentirse tan intenso, asustada y ansiosa de sentir nuevamente sus labios sobre los míos. Esta vez nada nos detendría, este sí sería nuestro primer beso.

Sentí como apretó mi mano un segundo antes de eliminar ese mínimo espacio que había entre nuestras bocas. Pegué mis labios a los suyos en un beso casto, un simple y tierno contacto que en un par de segundos hizo a mi corazón reclamar por más, más de ella, de su boca y de su todo.

Nos separamos para mirarnos a los ojos y sentí como todo mi cuerpo reaccionaba a la situación. Reaccionaba a ella. Me gritaba para liberarlo, para dejarse llevar y para atreverse a buscar y a entregarlo todo.

Mi mano bajó de su mejilla a su cuello, buscando acercarla nuevamente para besarla con toda la emoción que estaba conteniendo. Me adelanté a ella y ahora fue mi lengua la que recorría sus labios buscando una entrada para encontrarse con la suya. Abrió su boca recibiéndome con las mismas ganas que tenía yo de estar ahí.

Sentir el calor y la humedad de de esta hermosa chica era una sensación tan única, que tras mis párpados cerrados por la emoción del momento, me hacía ver una lluvia de colores que terminaba en el azul de sus ojos que brillaban frente a mí al alejarse de mi boca nuevamente.

Soltó mi mano haciendo que mi corazón se detuviera por un momento, pero volvió a latir y con más fuerza al ver que se recostaba sobre mi cama y me miraba esperando que me reuniera ahí con ella. Me puse a su lado, sintiéndome segura y decidida, probablemente cortesía del alcohol en mi cuerpo.

Azul ProfundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora