Capítulo 14: Problemas.

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Pensé durante años que la rutina era agobiante, que necesitaba sumarle emoción a mi vida, romper los esquemas y no seguir un horario que dirigiera cada uno de mis pasos. Quizás sólo una parte de ello era verdad ya que no me molestaba para nada la suave rutina que estaba tomando mi vida ahora, más a mi ritmo.

Sonaba el despertador, me costaba un par de segundos ser totalmente consciente de él, lo apagaba y me acurrucaba buscando el calor de la chica junto a mí. Entre caricias la despertaba, besaba su mejilla, sus párpados y finalmente sus labios, hasta que sus ojos se abrían para darme los buenos días.

Ella preparaba el desayuno y yo me sentaba a admirarla, eso cuando no me enseñaba alguna de sus recetas. La llevaba a la tienda, luego me dirigía al trabajo.

Nos enviábamos mensajes durante el día hasta que pasaba por ella en la tarde. Ya en casa le hacía compañía en su taller mientras conversábamos o yo leía alguno de los viejos libros.

Disfrutábamos de la piscina, comíamos con el resto del grupo, pero más aún, esperábamos la hora de irse a la cama, donde a vista de nadie podíamos demostrarnos aquello que no queríamos que el resto viera. O al menos no aún.

Aún nos medíamos en nuestro actuar, pero poco a poco nuestros cuerpos iban cediendo y de alguna manera buscaban la forma de poder estar más cerca, de poder sentirse, de acoplar los latidos de nuestros corazones hasta que alguna de las dos mantuviera un límite. Pero sabía que ella quería más de mí, así como yo también quería más de ella.

No podía dejar de sonreír mientras pensaba en eso, más aún teniendo a una soñolienta Melanny entre mis brazos, quien frotando sus ojos y girándose lo necesario para quedar de frente a mí, escondió su cara en mi pecho mientras empezaba a balbucear.

-No quiero levantarme - dijo en un tono lo suficientemente infantil como para hacerme sonreír.

-Quedémonos todo el día en la cama entonces - respondí, besando su cabeza -. Es sábado, no es necesario que nos levantemos aún.

-Todos los días deberían ser sábado.

Lo mismo pensaba yo. El fin de semana anterior todos salieron por lo cual lo pasamos por completo acostadas, viendo películas y simplemente disfrutando de nuestra compañía. No me molestaba volver a hacerlo ahora.

Levantó su rostro hacía mí, haciendo un puchero. Le sonreí mientras me acercaba a ella, decidida a buscar mi beso de los buenos días, pero antes de poder reclamarlo el golpeteo en la puerta nos hizo a ambas dar un salto del susto.

-¡Hey! No puedo entrar de sorpresa si le ponen seguro a la puerta - gritaba Frani desde fuera.

-Precisamente esa es la idea - respondí mirando al techo. Desde ese día en que entró sin aviso a la habitación nos acostumbramos a poner el seguro antes de dormir, sabíamos que en cualquier momento podría volver a hacerlo.

-Estamos durmiendo, vuelve otro día - gritó Melanny.

-Imposible. Abre la puerta ahora o golpearé hasta tirarla abajo.

Melanny me miró frunciendo el ceño, ambas sabíamos que lo decía en serio. Se puso de pie, arregló su pijama y se dirigió a la puerta abriéndola con brusquedad después de la quinta tanda de golpes.

-¿Feliz? - preguntó antes de volver a la cama, dejando libre la entrada para Frani.

Sin pensarlo, me acomodé para darle su espacio y mientras volvía a meterse a la cama observé a la morena, quien entró dispuesta a comenzar a hablar, pero ante la duda se detuvo, se apoyó en el marco de la puerta de brazos cruzados, inspeccionó la habitación y finalmente, con la mirada fija en nosotras, volvió a abrir la boca.

Azul ProfundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora