Capítulo 10: Real.

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El centro comercial resultó no ser la mejor opción, por lo que después de un par de vueltas sin ningún resultado, y mi ánimo decayendo ante la frustración, el chico de cabello largo me llevó a un par de tiendas de segunda mano donde recorrimos pasillos llenos de una gran variedad de vestuario mucho más acorde a lo que esperaba encontrar. Me sorprendió lo bien que pude economizar y todo lo que pude conseguir por un bajo precio.

Joe conocía las tiendas al revés y al derecho, decía que debíamos aprovechar la ropa durante toda su vida útil, por lo que supo exactamente a donde debíamos ir, facilitando totalmente mis primeras compras independientes.

Mientras recorríamos las tiendas nuestra charla era una mezcla entre preguntas y respuestas sobre mí y opiniones sobre las diferentes prendas que íbamos encontrando. Cuando ya no quise seguir hablando sobre mí dirigí la conversación hacía él, buscando sumergirme un poco más en su mundo.

Joe Reyes era dos años mayor que yo. Se crió junto a su madre y su hermana, su padre había desaparecido cuando él era un niño y no sabía prácticamente nada sobre él, pues tampoco era un tema que se tocara en su familia. Su madre siempre les dio todo lo necesario y se jugó la vida por ellos, velando por su bienestar y para que jamás les faltara nada. Astrid, su hermana, era primordial en su vida, su mejor amiga. Como él mismo dijo y era capaz de darlo todo por ella.

El dragón tatuado en su espalda fue un acto de rebeldía a los diecisiete, edad a la que quiso un tatuaje más pequeño, pero su madre se lo negó, ante lo cual no encontró nada mejor que hacerse otro el triple de grande.

Aprendió a tocar la guitarra a temprana edad y ha sido su compañera desde entonces. Amaba la música, el cine y, para mi sorpresa, las animaciones japonesas, tema sobre el cual hablamos un buen rato al ser un gusto en común.

Su historial amoroso se mantuvo al margen de la conversación, sólo me contó sobre una chica que le robó el corazón desde la primera vez que la vio, pero con la cual nunca pudo tener una relación, y una con quien si tuvo algo, pero sin resultar como esperaba. Ante mi curiosidad también reveló que había salido con un par de chicas, pero que nunca tuvo una relación formal con nadie ya que ninguna llegó a provocar en él lo mismo que su primer amor.

Hicimos una pausa en las compras y nos dirigimos a almorzar. Otra de las cosas que aprendí de él fue que la comida china era su favorita, por lo que lo invité a su restaurante preferido.

-Gracias por acompañarme. Esta es la primera vez que salgo con alguien... de esta manera, quiero decir.

-No tienes nada que agradecer. Yo te alenté a confiar en el resto después de todo y me halaga que me hayas elegido a mí para salir hoy. Eres incluso más maravillosa de lo que pensaba, me has sorprendido de buena manera.

Sentí cómo el calor subía a mis mejillas y sólo pude sonreír como estúpida y bajar la mirada.

-¿Puedo preguntarte algo? - dije después de ordenar nuestra comida.

-Claro...

-¿Qué pensaste de mí la primera vez que nos vimos?

-La primera vez... Cuando nos encontramos con David.

Hace unos años atrás caminaba con David después de un partido de tenis. Mi madre aceptó que pudiera caminar sola de vuelta a casa sólo porque iba con él. Ese día nos encontramos por primera y única vez Joe y Melanny, mucho antes de comenzar a vivir juntos.

-Creo que jamás había visto a una persona tan segura de sí misma, parecía que tenías resuelta la vida entera - puso un gesto pensativo mientras comenzaba a jugar con el piercing de su ceja -. Me sentí un poco cohibido, no puedo mentirte, pero al mismo tiempo sentí admiración. Lo mismo me pasó cuando nos comenzamos a juntar por los planes de mudanza, pero ahí comencé a tener mis dudas respecto a tu actitud, sentí que no era realmente como pensaba.

Azul ProfundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora