Capítulo 23: Intimidad.

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Contaba cada metro que avanzábamos en el auto, intentando no pensar en que Mel estaba sentada detrás de mí, tan deseosa y necesitada como lo estaba yo. El camino nunca se me había hecho tan eterno.

-Mel... Te amo... - le dije al oído en medio de todo el ruido del espectáculo.

No dijo nada, ni siquiera se movió, y cuando retrocedí lo suficiente como para ver su rostro frente a frente, su boca entreabierta, sus ojos brillando y sus mejillas claramente sonrojadas, me demostraban su evidente sorpresa.

Supe que quería decir algo aunque no lo hiciera, su boca se movía sin modular ninguna palabra concreta, pero vi un atisbo de sonrisa en la comisura de sus labios. Mi corazón por algún motivo se sentía en paz con la situación, así que volví a acercarme a ella intentando buscar las palabras que produjeran lo mismo en su interior.

-No es necesario que me respondas nada ahora, sólo quería decírtelo. No sabes lo importante que te has vuelto para mí y no quería esperar ni un segundo más para que lo supieras - le dije antes de dejar un beso en su mejilla.

La miré a los ojos, le di media sonrisa intentando ocultar la vergüenza que sentía y un par de segundos después ella apretó mi mano. Giró la cabeza sutilmente para mirar alrededor, se aseguró de que todos mantuvieran la vista en otra dirección y en un rápido movimiento, casi imperceptible, juntó sus labios con los míos. Me besó durante un segundo, con dulzura, un beso suave, pero que dejaba abierto el camino para ser retomado más tarde.

Casi sin moverse separó sus labios de los míos, apoyó su cabeza en mi hombro y en esa posición, mientras sentía cómo su cuerpo se estremecía y ella acariciaba la mano que yo movía por su pierna, vimos en silencio el resto de los colores que iluminaban nuestra noche.

Una vez que terminaron y que las luces de la terraza volvieron a iluminarnos, no podía dejar de pensar en que ya no quería estar ahí. Necesitaba estar a solas con Melanny y el cómo ella seguía presionando mi mano y acariciando mi pierna bajo la mesa, me demostraba que ella también lo necesitaba, pero para nuestra mala suerte, debíamos esperar a Joe quien aún debía cumplir con una hora más de su turno. Una hora en la que visitamos el baño por lo menos tres veces, siendo conscientes de que debíamos contenernos, pero no siendo lo suficientemente fuertes para lograrlo por completo.

Cuando Joe apareció con su bolso al hombro, incluso antes de que pudieran invitarlo a sumarse a la mesa por un rato, con Melanny nos pusimos de pie en un segundo y nos despedimos de todos, llevándonos a Astrid y Pía con nosotras para dejarlas en casa.

Al igual que la vez anterior, Joe conducía mi auto, yo tomé el asiento del copiloto y las chicas fueron atrás.

Contaba cada metro que avanzábamos en el auto, intentando no pensar en que Mel estaba sentada detrás de mí, tan deseosa y necesitada como lo estaba yo. El camino nunca se me había hecho tan eterno.

A ratos pensaba en todo lo que quería y esperaba poder hacer con ella llegando a casa. Mi mente no dejaba de crear todos los escenarios posibles en los que nos podríamos encontrar esa noche. Era ahí cuando mi respiración se volvía un poco más pesada e incluso agitada, ante lo cual, con la mirada curiosa de Joe encima, le decía que quizás había bebido un poco más de la cuenta y que sólo quería llegar a la cama. Esperaba que no se diera cuenta de lo falso que era eso.

En cuanto Joe detuvo el auto, Mel y yo bajamos y nos miramos como queriendo devorarnos en ese mismo minuto, buscando la mejor manera de poder correr de ahí y llegar a nuestro cuarto donde, al cerrar la puerta, podríamos hacer todo aquello que anhelábamos en silencio, liberando el deseo contenido y entregándonos al placer ante los ojos de nadie, salvo los nuestros.

-Deberías llevar a Amelie a la habitación enseguida - dijo Joe saliendo del auto también -. Creo que no se sentía muy bien, así que espero que mejore para mañana.

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