Capítulo 17: Oculto en sus ojos.

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No compartíamos sólo la ducha, sino que también un momento de total intimidad en el que, paradas la una frente a la otra, podíamos admirar nuestra completa desnudez dejando el pudor de lado.

De alguna manera la excitación tampoco se hizo presente como tal, mayor fue nuestra conexión que iba mucho más allá de algo sexual, quizás como una muestra de confianza o de entrega a la otra. Nos abrazamos mientras el agua nos recorría, sentíamos el calor de cada una, corazón con corazón.

Lavé su cabello y ella lavó el mío. Jabonó mi espalda y yo la de ella, depositando a momentos, con sumo cuidado, besos en sus hombros descubiertos.

Cepillé y sequé su cabello para que después ella pudiese trenzarlo mientras yo secaba el mío. Nos metimos esta vez en su cama y la abracé por los hombros para que se acomodara en mi pecho, tomando uno de sus brazos para que lo posara sobre mi abdomen y posteriormente hundiéndome en el aroma que emanaba de su piel.

-Así que ¿qué sabe exactamente Astrid ahora? - comencé a hablar mientras acariciaba su cabeza haciendo que se acurrucara más en mí.

-Mmm... Algo así como que me gustas y yo te gusto, pero que nadie más sabe que nos gustamos.

-¿Sabe que a veces nos damos besitos y compartimos la cama? - pregunté en medio de una risa.

-Algo así - respondió mientras se movía un poco, supuse que comenzaba a sonrojarse -. Le conté que estamos viendo como resulta lo de nosotras, que estamos intentándolo de a poco antes de contárselo a los demás y, aunque intentó sacarme más detalles, me dio vergüenza y dejé hasta ahí la conversación.

-Entonces ¿te da vergüenza admitir que estás en algo conmigo? - dije en broma, pero su reacción fue más seria de lo que esperaba.

-Claro que no - dijo, incorporándose lo suficiente para verme cara a cara bajo la tenue luz que entraba desde afuera -. No podría avergonzarme de eso. Quizás me dé un poco de miedo que el resto lo sepa, pero vergüenza jamás. Lo que realmente me avergonzó fue admitir que hasta ahora no sé cómo llamar a esto que tenemos - terminó mientras bajaba el volumen de su voz y se acomodaba nuevamente en su lugar.

-Oye, que no te apene - dije, levantando su rostro nuevamente hacia mí -. Sabes que las dos estamos en las mismas condiciones, no es como que yo sea una experta en todo esto. Estamos descubriendo las cosas juntas, simplemente nos dejamos llevar y me gusta que sea así, Mel. Como sea que pueda llamarse esta relación es algo sólo de nosotras. Todo lo que hemos pasado hasta ahora es sólo nuestro.

-Entonces lo de hace un rato, cuando recién llegamos, ¿tampoco tiene nombre? - preguntó en lo que pensé fue una sonrisa, mientras la timidez iba abandonándola.

Los recuerdos de ella sobre mi cuerpo y mi cara entre sus pechos me dio una bofetada de cada lado haciendo que mis mejillas se encendieran, pero no sentí ni una pizca de vergüenza antes de responder.

-Eh... Bueno, en realidad, creo que a eso suelen decirle sexo - hice una pausa ya que no pude evitar que una risa escapara.

-Eso creo - respondió ella riendo, antes de depositar un suave beso en mis labios y volver a acurrucarse a mi lado.

-¿Crees que Astrid le cuente a alguien más?

-No, no lo creo. Es una de las mejores personas que conozco guardando un secreto y, ya que le gusta saber todo, créeme que debe tener al menos un secreto de cada persona que conoce - respondió tranquilamente -. Lo cual también implica que probablemente querrá saber aún más cosas sobre nosotras y que tendrá un interrogatorio completo para cuando la veamos.

-Y justo cabe la casualidad de que mañana acompañaré a Joe a su casa por lo que podría hablar con ella si te parece, o quizás podrías venir con nosotros - sugerí.

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