Capítulo X

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Todos estaban ya preparados para un largo día en el Olimpo y no había cosa que les apeteciera menos. Era normal había más de doscientas diosas en total.

Iban a hacer un viaje sombra hasta el ascensor, acabarían mucho más rápido y no perderían tiempo. Ya tenían todas las previsiones, comida, bebida, néctar y unas cuantas vendas, no sabían el humos de ese día de los dioses.

Cuando llegaron al Olimpo miraron alrededor, realmente Anabeth había hecho un gran trabajo. A pesar de todo no se podían entretener admirando lo todo tenían mucho trabajo por delante.

Habían empezado bien sin entretenerse demasiado con ninguna diosa.

Ahora estaban con la diosa de las almas humanas, Psique, la cual tenía unas grandes alas de mariposa. Ya había jurado pero antes de que se fueran.

- Nico! Tengo que pedirte perdón por mi marido, Eros. - Nico tenso todos los músculos de su cuerpo. - La verdad es que tuve que trabajar mucho con tu alma, por eso quiero darte mi bendición.

- Que haré?

- Tienes que descubrirlo por ti mismo.

Antes de que nadie pudiera añadir nada Psique salió volando a, en realidad, nadie sabe dónde.

Todos estaban extrañados sobre todo Nico, pero aún así siguieron con su trabajo sin contratiempos y sin pausa. Ya estaban llegando a la hora de la comida cuando vieron a la siguiente diosa, Cimopolea.

También juro sin ningún problema pero, igual que con Psique, no los dejo marchar.

- Jason, tú me entendiste y me diste un templo para que todos me teman. Ahora viene una guerra y para ayudarte te daré mi bendición. Ni si quiera preguntes.

Y así se fue dejando al hijo de Júpiter un poco o bastante confuso.

- Vamos a comer allí podremos hablar. - Dijo Percy.

Y así lo hicieron, no perdieron tiempo y se sentaron a las puertas del templo de Hestia, después de dar unas ofrendas se pusieron a comer.

- Chicos, me alegro de no ser la única de tener una bendición de una diosa, yo tengo la de Afrodita. - Dijo Anabeth. - Es una larga historia no preguntéis.

- Pero no sabemos los poderes que nos entrega la bendición. - Dijo Jason.

Entonces Percy hizo una bola de agua. Al entender su idea Jason intento moverla sin dar ningún resultado. Pero Percy no desistió, colocó la bola de agua en la cabeza de su novio.

Al principio este no quería respirar porque tenía miedo de que no fuera capaz. Estuvo casi tres minutos sin respirar en el agua pero, cuando al fin lo hizo pudo respirar sin problema.

Al ver su nuevo poder Jason salto de alegría, veía la posibilidad de estar con Percy a solas sin necesidad de una burbuja de aire.

- Mola, tío. - Dijo Leo impresionado. - Y tú Sombritas?

- Realmente no lo sé, Psique es la diosa de las almas humanas cuando sufres es a quien recurres, pero poderes que pudiera darme? No sé.

- Es mejor no comerse el coco, cuando lo necesites saldrá solo. - Dijo Piper. - Anabeth descubrió que sabía hablar francés cuando quería preguntarle a un chico francés por el libro que leía.

Anabeth solo se sonrojo notoriamente mientras el resto de chicos reían de su obsesión por los libros.

Para desgracía de todos tenían que seguir trabajando para acabar antes del anochecer, que era el plazo que le había dado Zeus nada más entrar por las puertas del Olimpo.

Tuvieron dos horas tranquilas hasta que se cruzaron con la diosa de la suerte, Fortuna. Que miraba bastante apenada a un miembro del grupo.

- Leo, he sido, desde siempre, bastante cruel contigo así que te doy mi bendición. A partir de ahora tendrás suerte para la mayoría de cosas que hagas.

Leo inclinó la cabeza y la dió las gracias luego siguieron andando. Le había hecho mucha ilusión, por dentro estaba saltando de alegría.

- Leo, deja de saltar. - Le dijo Nico con media sonrisa.

Mira por donde también saltaba de alegría por fuera. A pesar de su alegría tenían que seguir trabajando. La siguiente diosa era Hestia, una diosa muy querida por los mestizos por su bondad.

No fue sorpresa alguna que lo jurase antes incluso de que ellos se lo pidieran.

- Chicos sois una familia, eso me enorgullece, Perseus Jackson da un paso al frente. - Percy lo hizo sin dudarlo, ni siquiera.- Tienes mi bendición, eres el fuego de esta familia.

Cuando avanzaron Percy los paró a todos, probó su poder, consiguió encender una mano en fuego, eso era lo máximo.

- Nadie puede ser el chico de fuego, solo yo Aquaman.

- Si, en es estoy de acuerdo, con una mano en llamas me basta.

Tenía razón. El tenía el poder del agua no eran dos poderes que pudiera combinar fácilmente, aún así estaba agradecido.

Ya habían acabado con todas las diosas menores, se dirigían ahora junto a los Olímpicos.

Allí tuvieron problemas, ni Atenea, ni Afrodita y ni Hera querían jurar nada. Decían que eran demasiado poderosas para jurar por una tontería como esa.

Ya estaba anocheciendo y a los semidioses se les acababa el tiempo por lo que se giraron para irse.

- Un momento, Reyna, si quieres unirte a las cazadoras siempre serás bienvenida pero como en este momento tienes pareja quiero darte esto.

Artemisa se levantó del trono y se acercó a Reyna, le entrego una pulsera con el símbolo de una luna. La hija de Belona se la puso luego tocó la luna y la pulsera se transformó en una espada.

- Muchas gracias Artemisa.

Con esto los semidioses se fueron, con tres sospechosas y nuevos poderes.

Lo único que no les gustaba es que al día siguiente les tocaba volver a viajar y ya estaban algo cansados.

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Boom, suspense(• ▽ •;), que poder tendrá Nico? Quién será la diosa culpable? Que haran Percy y Jason bajo el mar? Ok no, ya paro.

No me matéis por esto yo os quiero.
( ˘ ³˘)♥

Besos,
Yo.





Harry Potter y la sangre mestizaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora