Capítulo I

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Los semidioses ya estaban preparados para irse a comprar el material. Se reunieron con Quirón junto al árbol de Thalía y, después de decirle que enseñarían, se fueron en la furgoneta de las fresas con Argos.

Después de media hora de viaje al aeropuerto bajaron y fueron a su puerta de embarque. Solo tenían que esperar diez minutos más para que el avión despegarse pero, digamos, que alguno lo llevaba bastante mal.

- No quiero subir, tu padre me va a matar, chispitas. - Se quejaba Percy.

- Por lo menos eres el novio de su hijo, a quién va a matar va a ser a mi. - Decía después Nico.

- No va a matar a nadie, está misión la encargo el mismo. - Dijo Piper.

- Además si el avión se cae hay pocas probabilidades de que Jason saliera vivo porque debido a la altura podría desmayarse y no poder volar. En conclusión, no se arriesgará a perder un hijo y, encima, a qué no acabemos la misión. - Dijo Anabeth convencida.

- Me encanta cuando pones cara de concentrada y explicas todo, eres adorable.

Anabeth se rió un poco y le dió un pico a Piper, que sonrió al ver el acto de su novia.

Antes de entrar Nico y Percy se tomaron un batido que tenía sedante, aunque ellos no lo supieran. Cuando subieron ya empezaba a hacer efecto por lo que no estaban demasiado nerviosos.

Llevaban ya media hora de viaje y prácticamente todos estaban dormidos. Percy y Nico fueron los primeros, obviamente, ambos dejaron su cabeza en el hombro de su pareja. Anabeth y Piper también estaban dormidas una sobre la otra. Frank dormía convertido en Bulldog sobre el regazo de Hazel.

El resto estaban despiertos. Hazel veía una película, después de que Leo le explicará cómo ponerla. Leo hablaba con Jason que estaba sentado en el sillón de su diagonal. Por otro lado Will y Reyna hablaban muy entretenidos y a menudo se escuchaba la risa de Reyna.

Nada más llegaron al aeropuerto todos bajaron y fueron a por sus maletas. Y se dirigieron en bus hasta el lugar que les había indicado Quirón antes de salir del campamento.

Cuando llegaron había un hombre más grande de lo normal esperándolos. Era muy alto tenía barba y pelo espeso, tenía una sonrisa tan real que los semidioses supieron de inmediato que no sería una amenaza.

- Hola, soy Hagrid. - Dijo el hombre.- Y soy un semigigante.

Todos quedaron de piedra, pensaban que todos los gigantes eran malos, a excepción de Bob, por lógica también sus hijos.

- Vamos, os mostraré todo lo que necesitáis.

Siguieron a Hagrid hasta un muro, allí tocó unos ladrillos y dejó a la vista del grupo un callejón.

- Bienvenidos al callejón Diagon. Os digo lo que haremos.

»Os daré el dinero que necesitáis, iremos todos juntos a comprar varitas y luego os dividireis de a dos o de a tres, como queráis, y comprareis el resto de cosas necesarias.

Dicho esto dió una bolsa con monedas a cada semidios y se puso a caminar. Todos lo siguieron hasta una tienda en la que el cartel de fuera decía "Varitas Olivander".

Una vez dentro miraron al rededor asombrados.

- Bien quién será el primero.- Dijo un hombre que supusieron que era Olivander.

- Yo mismo.- Dijo Jason.

Después de probar unas cuantas varitas una se iluminó.

- Ajá, varita de madera de roble, 27 cm y núcleo de pelo de unicornio. Perfecta para hechizos de movimientos.

Harry Potter y la sangre mestizaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora