Capítulo XII

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El día había pasado casi sin contratiempos, pero nada digno de contar en este libro.

Ya era por la tarde y todos los jóvenes semidioses habían acabado ya sus clases, esta semana un poco improvisadas, pero ya habían empezado con las luchas, los monstruos, heridas con veneno y estrategias con los poderes de los semidioses con los que trabajarían.

La mañana se les había pasado volando a los mestizos. Ya estaban reunidos listos para probar sus nuevos poderes.

Primero empezaron por Jason, era el más fácil de comprobar. Junto a Percy se metió en el lago. Una vez en el lago:

- Vamos a ver si nadas más rápido. - Le decía Percy a Jason. - Si me alcanzas te beso.

Acto seguido se puso a nadar rápidamente, Jason intento seguirlo y, aunque iba más rápido, no alcanzaba a su novio.

Al notarlo Percy se paró, se puso a su lado y le dió un beso.

- Sabía que me querías besar. - Decía mientras se reía Jason.

- Si, a lo mejor un poco. Venga vamos a ver si soportas la presión del agua, si te duele la cabeza subimos a la superficie.

- Bien.

Juntos nadaron al fondo del lago mientras se empujaban y se besaban. Mientras bajaban se olvidaban de todo, lamentablemente si se olvidaron de todo y acabaron junto a las sirenas.

Las sirenas al ver dos personas se sorprendieron y como personas o sirenas normales reaccionaron simplemente atacando.

Los chicos se vieron indefensos, habían dejado sus armas en la superficie y no sabían que hacer.

Percy estaba desesperado, de la nada su mano empezó a arder y como una persona normal lanzó una bola de fuego que tocó a una sirena pero, no le quemó simplemente la impulsó hacia atrás y dejo el agua más caliente.

Normalmente Jason habría preguntado pero al estar rodeado de sirenas que lo querían matar se le ocurrió, que por una vez, podían salir nadando.

En menos de un minuto estaban otra vez a las orillas del lago. Casi sin descanso le contaron al resto lo que había pasado.

- Pero entonces, no se apagó debajo del agua? - Dijo Anabeth.

Como explicación Percy tiro una poca agua en su mano en llamas pero esta vez sí se apagó el fuego. Ambos chicos abrieron los ojos sin entenderlo.

Esto no acabaría así, el hijo de Poseidón no se rinde tan fácilmente. Esta vez cogió una bola de agua y la puso en su brazo después intento encender la mano, y lo consiguió.

Después de esto todos se quedaron en silencio pensando.

- Entonces puedes usar el fuego fuera del agua o dentro del agua pero no puedes mezclarlo, es curioso.

Todos se quedaron callados de lo sorprendidos que estaban, había poderes extraños y luego estaba ese.

- Es extraño, mola! Y el tuyo también chispitas.

- Venga iros al fondo del lago a hacer vuestras cosas, ahora nosotras nos ocuparemos de Leo. - Dijo Piper riéndose.

Era cierto solo ellas se podían encargar Frank y Hazel se veían muy acaramelados, a Will y a Reyna los habían perdido de vista hacía media hora.

Además en vez de quejarse Percy y Jason siguieron las instrucciones de Piper, en menos de diez segundos ya no estaban a la vista de las chicas y Leo, que reían sin control.

- Venga Leo, vamos a mi habitación. - Dijo Piper.

- Lo siento reina de la Belleza, tenemos pareja.

- Estúpido, venga vamos.

Y así se dirigieron hacía la torre de Slytherin por el camino se lo pensaron mejor y fueron hacía la de Ravenclaw. Una suerte porque si no se habrían encontrado con Malfoy.

Estaban a punto de entrar cuando a Piper se le calló un dracma y Leo se agachó a recogerlo, cuando el elfo latino estaba agachado escuchó un disparo justo por encima de su cabeza.

Se levantó y vió a un chico con la capa Huffelpuf, que miraba a los lados con cara de sorprendido.

- Lo siento, estaba practicando un expetro Patronums. - Dijo el chico como excusa.

Asintieron y se metieron en la torre rápidamente, no querían más problemas.

Estuvieron durante 1 hora lanzando una moneda, de 100 veces que la lanzaron Leo perdió 2. Por lo que decidieron probar otro tipo de suerte.

- Vale, pídele salir a 10 chicas, a ver qué pasa. - Dijo Anabeth.

Así lo hizo, en media hora todas las chicas le habían dicho que no. Un poco desanimado era decir poco para lo que sentía Leo, tampoco era tan feo.

- A lo mejor no influye en cosas del corazón. - Dijo Anabeth.

- O a lo mejor si, quería verte explicándole a Nico por qué una chica dice que es tu novia. - Afirmó Piper.

- Entonces la suerte no va a ser siempre buena, si no lo que me convenga para el futuro.

- Si, eso creo. - Asintió Piper.

- Bueno, gracias chicas, pero ya es tarde voy a dormir y así os dejo un rato a solas. - Dijo Leo que se fue guiñañdoles un ojo.

Allí se quedaron las chicas.

- Esto es una locura, eres consciente? - Dijo Anabeth.

- Lo supe cuando dijeron la palabra "magos". - Se reía Piper.

Ese acto se contagió la risa a su novia, en pocos minutos las dos estaban sin aliento abrazándose.

- Por estas cosas te amo, eso de sacarme una risa incluso cuando mi madre puede ser la culpable de todos mis problemas.

- Yo también te amo, venga tengo que irme.

- No quédate conmigo. - Dijo Anabeth con pucheritos.

- Vale. - Dijo Piper con una sonrisa.

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Siento no haber actualizado, tuve una fiesta en casa de mi abuela y ayer una comida en mi casa.

Pero para compensar a lo mejor hoy subo dos capítulos.

Besos,
Yo.

Harry Potter y la sangre mestizaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora