Capítulo XXIII

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La flor se había apagado, y la cara de la diosa era de autosuficiencia. Pero si te fijas bien se notaba cierta sorpresa en su rostro. Anabeth lo notó, se dio cuenta que la diosa no estaba totalmente segura de que se supone que había hecho.

Les hizo un símbolo a sus amigos para que esperaran. No entendían muy bien el porque pero tenían confianza plena en ella. Cuando el rostro de la diosa se relajó Anabeth hizo un pequeño asentimiento de cabeza.

- Y dime Hera, puedes decirnos como te relacionas con todos los sucesos? - Preguntó Hazel.

- No.

Otra flor se apagó. Hazel miró a la diosa a los ojos y empezó a manejar la niebla a su alrededor, que era bastante densa al encontrarse en el Olimpo. La empezó a manejar de manera que la diosa viera a lo que más tenía. 

Se encontraban ahora en una especie de spa, en el centro había una piscina con chorros de agua, la superficie del agua estaba totalmente cubierta por espuma. Metido en esa piscina rodeado de mujeres y del vapor que desprendía el agua estaba Zeus.

Hera lo miraba horrorizada, odiaba saber que este la engañaba pero odiaba aún más verlo. En pocas ocasiones lo veía, se solía enterar nueve meses más tarde. Las veces que se enteraba viéndolo armaba una guerra en la que podían morir mortales inocentes. Como la primera guerra mundial.

- Basta, te lo diré pero para por favor.- Pidió Hera.

Lamentablemente Hazel estaba como en un trace, le gustaba ver sufrir a aquella persona que la había hecho sufrir. Por suerte, Frank, con un poco de miedo, le tocó el hombro y cuando la joven vio su cara de terror paró.

Cuando la diosa vio que ya no estaba en la ilusión empezó a hablar:

- El es mi hijo. Y por eso la flor dice que soy culpable, porque es mi culpa que este en este mundo.

- Yo, lo siento Hera. Se me fue la pinza, nadie merece sufrir por culpa de su hijo. - Dijo Hazel con una mirada arrepentida.

- Yo creo que casi no lo hice sufrir a el, para que haga esto ahora.

Otra flor se apagó, ya era la tercera en apenas cinco minutos. La diosa del matrimonio vio como se apagaba la flor y su mirada se entristeció, ninguna madre quiere hacerle mucho daño a su hijo o se lo hace y luego no siente remordimientos, eso es lo que pensaba la diosa.

- Era Hefesto? - Preguntó Reyna.

Retiró lo pensado, pensó de nuevo la reina de los dioses.

- Si.

La cuarta flor perdió su luz.

- Chicos hay que tener cuidado, va siempre a decir lo contrarió a lo que realmente pasó. Así no podremos hacerle gran cantidad de preguntas. Pensemos bien la pregunta antes de hacérsela.- Dijo Reyna.

Todos se pusieron a pensar seriamente, algo que no hacían usualmente. Le dieron vueltas a todo, cuando uno hizo una pregunta los otros cruzaron los dedos para que esa fuera una buena pregunta y no fuera un desperdicio.

- Es hijo también de Zeus? - Preguntó con una ceja levantada Percy.

- Si.

la penúltima flor se apagó sobre la mesa del centro.

- El padre es otro hombre?- Cuestiono a continuación Jason.

- Si.

Todos esperaron a que la flor se oscureciera y no lo hizo, casi al mismo tiempo miraron a la diosa con unas caras de entre sorprendido y asqueado.

- El padre era un mortal. El niño era un dios, no es así?

-No.

Con esa respuesta la última flor sobre la mesa se apagó.

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En el colegio de magia y hechicería era el día en el que llegarían el resto de semidioses. Todos estaban entusiasmados sobre todos los dos semidioses que ya estaban allí.

Cuando vieron que el tren de Howarts ya venía todos se asomaron por las ventanas del gran colegio. Los profesores empezaron a llamar a los alumnos para ir al Gran Comedor.

Allí es donde cada semidiós explicaría los poderes que tenían porque, aunque Hazel ya se los hubiera explicado junto a Frank, era mejor que se lo explicarán en primera persona.

Un momento en el que todo se calmó empezaron las presentaciones. La primera cabaña fue la de Hermes con Travis y Connor liderando.

- Bueno seguramente conozcáis ya a nuestro padre, nosotros tenemos su picardía y una ansía interna de hacer bromas y de vez en cuando, solo de vez en cuando, robar alguna que otra cosa.

Explicaban ambos mientras paseaban por entre los estudiantes, después, al acabar, se dirigieron al lugar donde estaban inicialmente.

- Como ahora.

Ambos hermanos mostraron en sus manos casi 50 varitas. Mientras se reían. La risa fue parada por una rama de árbol que puso a ambos boca abajo.

- Hola, represento a la cabaña Demeter, siento lo de estos palerdos. - Dijo la líder. - Soy Katie, por cierto.

Por suerte el resto de cabañas se presentaron de manera normal, con una pequeña e inofensiva explosión de parte de los de Hefesto y casi media hora de tardanza los de Hipnos.

Y puede que los de Afrodita enamorarán a medio colegio sin siquiera intentarlo. Solo lo intento Drew y todos sospechan que Draco actuó muy raro el resto de la mañana.

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Hola, aquí estoy de nuevo. Aquí se desvelan muchas cosas, espero que no adivinarais ninguna.

Besos,
Yo.

Harry Potter y la sangre mestizaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora