Capítulo XI

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Los hijos de los dioses estaban en el avión de nuevo, ya no necesitaban anestesia para relajarse en el avión.

La verdad es que ya se empezaban a aburrir tanto viaje. Echaban de menos, incluso, viajar en el Argo II y ya es decir.

Aún así el viaje les pasó volando. Y también el trayecto hasta el colegio de magia y hechicería. Una vez en la puerta solo veían ruinas pero ya lo tenían todo planeado.

Un pequeño viaje y estaban en el Gran Comedor, solo que calcularon mal y acabaron encima de la mesa de Slytherin.

- Lo siento, chicos. - Se lamentó Nico.

- Oh, serás imbécil.

Draco se acercó a Nico por detrás y lo empujó de la mesa al suelo. Lo malo o lo bueno dependiendo del punto de vista, es que Nico no se estampó con el suelo.

Nico había visto el suelo muy cerca de su cara por lo que cerró los ojos pero no recibió el duro impacto del suelo, cuando abrió los ojos estaba volando.

En cuanto al resto de magos lo miraban asombrados, de la espalda del hijo de Hades sobresalían unas alas de mariposa con tonos negro y azul marino.

El joven semidios volaba inestable sobre la cabeza de todos. Por suerte de las personas presentes Jason alzó el vuelo y cogió a su primo para traerlo de vuelta al suelo.

Al tocar el suelo las alas se plegaron y desaparecieron. Todos miraban perplejos a los chicos.

- Hum, Hum, bueno tenemos que hablar con todos vosotros. - Dijo Will.

Mientras se dirigía hacía la mesa de los profesores delante de todos con el resto de semidioses a sus espaldas.

Al instante todos los que murmuraban se callaron y escucharon lo que sus jóvenes profesores tenían que decirle.

- Estamos en guerra, dentro de tres domingos una diosa atacará Howarts y nosotros estamos aquí para ayudaros a ganar. - Dijo Reyna.

- Y cómo sabéis de esa "diosa"? - Dijo alguien con sarcasmo.

- Somos semidioses, hijos de un dios y un mortal. - Dijo Jason.

A continuación se presentaron, tal y como lo hicieron con el trío la vez que los pillaron en el bosque.

- Creéis que os vamos a creer.

De la nada detrás de los chicos aparecieron sus padres divinos, menos de Nico que tuvo que correr junto a Hazel.

- Decís, soy Zeus. Dios del cielo y lo rayos. - Se presentó, el y solo el puede hablarle mal a sus hijos.

Pero la presentación no había surtido efecto, los chicos miraban embobados a Afrodita, las chicas se comían por los ojos a Apolo (eso solo subiría un ego que ya tenía) y el resto miraban con temor a Hades.

- Afrodita, puedes tener solo un aspecto para que los chicos me hagan caso.

Afrodita le hizo caso y escogió su apariencia más fea, aunque seguía siendo extremadamente guapa.

- Apolo, hijo mío... Deja de sonreír de una maldita vez.

Apolo hizo lo que le dijo su padre no le convenían más castigos.

- Y, hermano, puedes dejar de dar miedo.

- No lo controlo, Zeus.

- Ya se, mi padre y mi hermano juegan siempre con fantasmas esqueletos, acariciándole y jugando con ovilloss de lana. - Dijo Hazel.

- Hazel Levesque!! - Exclamaron padre e hijo a la vez.

Pero no importó porque la verdad ya estaba dicha y ya nadie les temía, tanto.

- Retomando el asunto principal, tenéis que confiar en nuestros hijos para no perder la guerra. Dicho esto adiós.

Todos se fueron menos Hades.

- Hijo tu te vienes conmigo.

Acto seguido agarró el hombro de Nico y se desvanecieron en un viaje sombra.

- Ya habéis escuchado, dentro de dos semanas vendrán todos los semidioses y en tres será la guerra, mientras no llegue intentaremos averiguar quién es la diosa culpable. - Dijo Hazel.

- Ahora todos a cama. - Dijo el director.

Y así todos se fueron a la cama, todos menos nuestros héroes, que, como siempre, estaban en la sala de los menesteres.

Después de explicarle todo a los magos intentaron averiguar algo.

- A ver yo no soy semidiosa así que corregirme si me equivoco, para hacer una misión los dioses tienen que mandaros hacerla. - Dijo Hermione.

- Si, así es. - Asintió Frank.

- Entonces quién os envío a alguna misión?

- Hera. - Dijeron Jason y Percy a la vez.

- Y Atenea. - Añadió Anabeth.

- Entonces Afrodita descartada, nunca fue vuestra superior en vuestras misiones. - Dijo Harry.

- Genial, solo nos quedan dos sospechosas. - Dijo Leo sin verdadero entusiasmo.

- Podemos intentar revivir vuestros recuerdos, ahí un objeto para eso. - Dijo Ron.

- Si, es buena idea, qué tal el viernes? - Dijo Will.

- Porque no mañana? - Dijo Harry.

- Tenemos que practicar nuestros poderes nuevos, saber controlarlos y eso. - Dijo Jason.

- Ah, claro, los que nos dijistes. Una cosa... Y Nico? - Añadió Hermione temerosa de la respuesta.

- Nico va ayudar a su padre al inframundo cada vez que esté lo necesita, es el precio por comer la granada. - Dijo Leo con un tono amargado.

El se fue a dormir o eso le dijo a todos dejando a once personas un poco apenadas por el chico.

- Que granada? - Pregunto otra vez cautamente Hermione.

- No es algo que nos corresponda a nosotros decirte, Mione. - Dijo Piper.

Después de eso todos se fueron a dormir, y Leo se quedó toda la noche junto al lago negro mirando las estrellas, eso sí, nadie lo pilló.

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Otro capítulo más y eso pues nada.

Así serían las alas de Nico.

Más o menos le quedarían así

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Más o menos le quedarían así.

Más o menos le quedarían así

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Eso es todo.

Besos,
Yo.

Harry Potter y la sangre mestizaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora