7

2.1K 158 14
                                    

Sentí un golpe en el estómago y abrí los ojos rápidamente. Lola estaba encima de mí, pero no era precisamente mi Lola, sino la gata de Miriam, que al ver que su amiga no estaba durmiendo conmigo me miraba como pidiendo explicaciones

- La ratona está durmiendo con su yaya, Loleta – la gata me respondió con un maullido como si estuviese entendiendo mis explicaciones

- Seguro que ella también te está echando de menos – le dije mientras la acariciaba

Me levanté de la cama en dirección a la cocina donde estaba Ricky mirando atentamente a su ordenador. Me acerqué a darle un beso de buenos días provocando que se sobresaltase al darse cuenta de mi presencia.

- Qué madrugadora rubia – me dijo a modo de saludo

- Aquí Miriam que como tiene compañía le cierra el cuarto a su gata y esta decide venir a despertarme a mí – le comento – de todas formas, mi madre no tardará en llegar con la niña, quería que pasáramos el día juntas las tres

- ¿Qué tal ayer? Llegaste bastante tarde, ¿no? – me preguntó con una mirada sugerente

- Bien, fuimos a tomar algo a un sitio con unas vistas increíbles, cenamos, fuimos a bailar y ya está – respondí

- ¿Y ya está? ¿nada más?

- No tengo nada más que contarte – le respondí riéndome

- Me caías mejor cuando me contabas las cosas antes que a la gallega eh – se hizo el indignado

- ¿Y tú que estás haciendo tan ensimismado con el ordenador?

- Estaba buscando pisos – confesó

- ¿Pisos? ¿No estás cómodo aquí? Si fuiste tú quién me dijo que viniera con vosotros que la niña no molestaría ni nada – empecé a decir atropelladamente

- Para, Mimi, para. Me encanta vivir aquí y no me molesta para nada compartir piso con el torbellino rubio que tienes por hija, al contrario, sabes que adoro pasar tiempo con ella, pero me han ofrecido trabajo en Londres durante un año y no he podido decir que no. Os lo quería contar hoy a las dos, pero te has adelantado

- Me alegro un montón de que tengas un trabajo nuevo y en una ciudad que te apasiona como Londres, pero ¿qué voy a hacer yo aquí sin ti? – le pregunté poniendo un puchero

- Pues lo mismo que llevas haciendo hasta ahora. Además, tienes a Miriam contigo, a la peque y estás conociendo a una nueva persona, puedes vivir sin mí perfectamente. Ahora vas a ganar más dinero con el musical también, podéis pagar esto entre las dos y dejar mi habitación para Lola y así tener tú algo más de intimidad.

- Sí, pero no sé, me estaba haciendo a la idea ya de lo que era compartir piso los tres y te voy a echar mucho de menos

- Yo a ti también, rubia, pero no pienses que te vas a librar fácilmente de mí, vendré siempre que pueda a veros – y yo le sonreí abrazándole fuertemente

Miriam no tardó en salir de su habitación acompañada por Mary y al ver nuestra cara de tristeza preguntó enseguida si todo iba bien. Ricky se lo contó y aunque se hizo algo la dura, estaba segura de que también le iba a echar mucho de menos.

Mi madre no tardó en llegar con Lola a casa. Habíamos quedado aquí para que se tomara un café con nosotros y hablar un rato.

- Hola, mami – dijo Lola en cuanto entró por la puerta

- Hola, mi amor, ¿me has echado de menos esta noche?

- Solo un poquito – confesó mientras yo empezaba a llenarle la cara de besos

Mi trocito de MadridDonde viven las historias. Descúbrelo ahora