Mi trocito de Madrid

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Estaba con Lola jugando en la cama cuando noté vibrar mi móvil varias veces seguidas. El fin de semana había llegado y desde que ocurriese el pequeño accidente había dedicado los días por completo a la pequeña.

La dejé un momento bajo la supervisión de Loleta y fui a alcanzar el móvil que estaba en la mesilla. Los mensajes eran de quien esperaba. Ana no había dejado de preguntar por la pequeña desde la caída, todos los días lo hacía ya fuese durante algún descanso de los ensayos o a través de mensaje.

"Hola"

"Qué tal va el bracito de Lola?"

"Sé que no te quieres separar de ella, pero te apetece aunque sea un café? Yo invito"

Yo también tenía ganas de verla fuera del trabajo, pero ahora sí que no quería dejar sola a la pequeña, además esta tarde no podía recurrir a Miriam que se había ido de fin de semana con Mary por su aniversario y para compensar todas las veces que ella había cuidado a Lola, me había tocado a mí ahora ser niñera de su gata.

Dejé un rato el mensaje en visto en lo que pensaba qué respuesta darle y volví a jugar con la pequeña que reclamaba ya mi atención. Al final se me pasó el tiempo sin darme cuenta y cuando volví a coger el móvil tenía un mensaje suyo de nuevo

"Perdona, seguro que estás muy ocupada con la niña y yo entreteniéndote"

No podía ser más bonita, eso lo tenía claro, decidí atreverme un poco y le propuse un plan para aquella tarde, al final Lola y ella tendrían que empezar a conocerse en algún momento y a poco que se habían visto parecían encajar.

- Lola, cariño, ¿te parece bien si viene hoy Ana a pasar la tarde con nosotras?

- ¡Vale! – me contentó entusiasmada la pequeña

Ante la aprobación de Lola, no lo dudé más y decidí contestarle

"Perdóname tú a mí, me entretuve con Lola y se me pasó el tiempo"

"El plan del café está bien, pero te voy a proponer otro aún mejor"

"Quieres venir a casa a pasar la tarde con nosotras y así compruebas tú misma cómo va el bracito de Lola?"

"La peque ha dado el aprobado ya"

Ana

"Estás segura?

Yo

Muy segura

Le mandé la ubicación y quedamos en que llegaría sobre las cinco de la tarde, cuando Lola ya estuviese bien despierta de su siesta.

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Lola se puso un poco tonta después de comer, no quería dormir porque quería ver a Ana cuando llegase. Me costó bastante convencerla de que la canaria no llegaría hasta que ella no se hubiese levantado y al final logré que se quedara dormida conmigo en el sofá cayendo yo también.

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Me desperté sobresaltada mirando la hora, quedaban 15 minutos para la cinco y yo estaba con una camiseta ancha de estar por casa y Lola encima de mí babeándome entera. Me levanté con cuidado de no despertarla y la dejé un ratito más allí dormida, después de lo que me había costado no era plan de fastidiarle tan pronto el sueño. Fui a mi habitación, me puse ropa deportiva de la que a mí me gustaba y me maquillé un poco. Cuando me quise dar cuenta ya eran en punto y Ana estaría al caer, así que ahora ya sí fui a despertar a Lola.

- Lola, mi amor – le dije suavemente acariciando su pelo

- Un poquito más, mami – me respondió frotándose los ojos